Las redes están listas en Flushing Meadows, pero no para el deporte que crees

Residentes, muchos de ellos inmigrantes de Ecuador, juegan ecuavóley, un deporte similar al voleibol, en el parque Flushing Meadows, en Queens, el 3 de septiembre de 2023. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)
Residentes, muchos de ellos inmigrantes de Ecuador, juegan ecuavóley, un deporte similar al voleibol, en el parque Flushing Meadows, en Queens, el 3 de septiembre de 2023. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)

NUEVA YORK— Cada verano, el parque Flushing Meadows-Corona en Queens alberga uno de los eventos deportivos más característicos y en funcionamiento continuo de la ciudad de Nueva York. Presenta a cientos de jugadores golpeando pelotas, con deliciosas ofertas de comida y espectadores degustando bebidas mientras disfrutan del entretenimiento. Y del otro lado de la valla, también se realiza un torneo de tenis.

Prácticamente desde que el Abierto de Estados Unidos se realiza en su sede actual, varias familias, en su mayoría inmigrantes de Ecuador, han hecho de los parques y estacionamientos circundantes el hogar de su propio tipo de campeonatos.

Su juego es conocido por muchos como ecuavóley, una variante de voleibol de tres contra tres que se cree se originó en Ecuador, donde muchos lo consideran un deporte nacional junto con el fútbol. Es además una de las principales actividades en este rincón de Nueva York.

“Este es mi juego”, dijo entre partidos Miguel Tenecela, un electricista de 41 años, de Corona, Queens. “Está en mi sangre”.

Debido a su diversidad, a Queens a veces se le llama “el Distrito del Mundo”, pero algunas zonas disfrutan de un pronunciado sabor ecuatoriano. Algunos estiman que, en Queens, el número de personas originarias del país andino es de más de 100.000, muchas de las cuales se concentran en Corona, el vecindario que se encuentra justo al oeste del Centro Nacional de Tenis Billie Jean King. Y como ocurre con el Abierto de Estados Unidos, el parque es el lugar donde exhiben su deporte predilecto.

El fin de semana pasado, Tenecela y muchos de sus amigos y familiares se reunieron, como suelen hacer, para jugar horas de ecuavóley, un juego de raíces andinas que data del siglo XIX. El viernes, “Rosalia-Ecuador” de Yarina sonaba desde un altavoz mientras las parrillas despedían un humo sabroso bajo los numerosos toldos rojos y azules que rodeaban las canchas.

Residentes, muchos de ellos inmigrantes de Ecuador, juegan ecuavóley, un deporte similar al voleibol, en el parque Flushing Meadows, en Queens, el 3 de septiembre de 2023. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)
Residentes, muchos de ellos inmigrantes de Ecuador, juegan ecuavóley, un deporte similar al voleibol, en el parque Flushing Meadows, en Queens, el 3 de septiembre de 2023. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)

La gente reía, los niños corrían en bicicletas y escúteres, los padres jóvenes —incluidas algunas mujeres vestidas con ropa tradicional andina— empujaban cochecitos de bebés y los jugadores se esforzaban y transpiraban mientras los espectadores vitoreaban. Por la noche, se colgaron luces portátiles en las ramas de los árboles, alimentadas por baterías y generadores, y el dinero comenzó a cambiar de manos: las apuestas añadieron algo de chispa a la acalorada competencia.

Sobre todo, los fines de semana de verano, decenas de canchas son delimitadas por finas cuerdas ancladas al suelo de tierra con púas metálicas. Las canchas están cuidadosamente ubicadas junto al Salón de Ciencias de Nueva York, cerca de donde muchos fanáticos del tenis estacionan sus autos antes de ingresar al Abierto de Estados Unidos. Algunos de los entusiastas del tenis echan un vistazo a las festividades en su camino hacia los estadios y ven a decenas de jugadores, muchos de ellos vestidos con las camisetas de la selección nacional de fútbol de Ecuador o de sus clubes favoritos, empujando balones de fútbol muy inflados sobre delgadas redes.

Al menos el doble de toldos, canchas y personas —jugadores de ecuavóley y fútbol, espectadores y gente haciendo pícnics— estuvieron repartidos en otras áreas del parque el domingo, para totalizar al menos unos pocos miles. Fue un universo paralelo deportivo a los campeonatos de tenis más de moda del otro lado de las altas vallas.

Hace años, este deporte era jugado casi en su totalidad por inmigrantes de Ecuador. Pero a medida que personas originarias de otros países, como Perú, México y Colombia, comenzaron a ver a sus vecinos ecuatorianos jugar, algunos se unieron. El domingo, una enorme bandera mexicana estaba desplegada sobre una de las tiendas. Sin embargo, la gran mayoría de los jugadores del fin de semana pasado provenían de lugares como Cuenca y Chimborazo en Ecuador.

“Es muy importante para nuestra comunidad”, aseguró Arnold Saquipulla, un soldador proveniente de un lugar cercano a Cuenca que juega ecuavóley en el parque desde hace 20 años. “La gente trabaja duro. Esto es lo que nos encanta hacer para relajarnos. Nos mantiene conectados”.

El deporte ha sido especialmente importante para la comunidad después de que las primeras semanas de la pandemia de COVID-19 en 2020 devastaran Corona, Elmhurst y otras partes de Queens. Una de cada dos personas del vecindario fue diagnosticada con COVID-19, según el departamento de salud de la ciudad, y 1 de cada 160 residentes murió a causa del coronavirus en esa zona. Muchos eran amigos de Teresa Benitez y su familia, participantes de ecuavóley de Corona desde hace mucho tiempo.

“Perdimos a unas 200 personas que conocíamos de aquí, personas que venían a jugar voleibol con nosotros”, afirmó Benitez, una trabajadora minorista. “Llegó un momento en el que me daba miedo mirar mi teléfono. No quería ver otro mensaje de texto informándome sobre otro fallecido. Fue horrible”.

“Ahora”, añadió, extendiendo los brazos para indicar toda la zona de juego, “nos aseguramos de disfrutar todo esto”.

Cada año, durante el Abierto de Estados Unidos, se imponen algunas restricciones menores, contó Benitez. Algunas áreas se pierden debido a estacionamientos temporales y una mayor presencia policial y de seguridad a veces puede limitar el movimiento. Aun así, los juegos continúan.

“Son sólo un par de semanas”, dijo Benitez. “Hay que compartir. Es lo justo”.

En 1982, con 11 años, Benitez llegó a Nueva York desde Cuenca con su familia, incluida su hermana menor, Blanca. En aquel entonces, la gente jugaba su variante especial de voleibol cerca de la estación de metro Willets Point-Shea Stadium, en la línea 7. Poco a poco ha ido creciendo y se ha ido trasladando a otras localidades cercanas.

La mayoría de los jugadores son hombres, pero Benitez contó que su padre las animó a ella y a Blanca a practicar deportes también, y ella le transmitió eso a sus hijos. Lo que más le gusta es jugar fútbol, al igual que a su hija Adriana Tito, estudiante de Enfermería. El domingo por la mañana, Tito ganó su final de campeonato de la liga de fútbol y, luego, fue al parque a jugar ecuavóley con su madre, padre, tía y amigos de la familia. Sus rodillas estaban llenas de cicatrices y ensangrentadas por ambos juegos.

“Odio perder”, dijo Tito entre risas. “Haré lo que sea para ganar”.

Por supuesto, no todos comparten esa pasión por el ecuavóley. El fútbol es muy disputado en todo el parque y ese es el deporte que prefiere Luis Cueva, de 51 años.

“En mi opinión, el voleibol es aburrido”, afirmó Cueva, un obrero de construcción. “Pero a mucha gente le encanta”.

c.2023 The New York Times Company