¿Quieres saber cuán sexista es Hollywood? Consulta la hoja de cálculo de Geena Davis
Geena Davis y su familia regresaban de cenar en su pequeño pueblo de Massachusetts cuando su tío abuelo Jack, de 99 años, comenzó a desviarse hacia el carril de tráfico contrario. Davis tenía unos 8 años, y estaba flanqueada por sus padres en el asiento trasero. La cortesía impregnaba el automóvil, la familia, tal vez la época, y nadie hizo un comentario sobre lo que estaba sucediendo, incluso cuando otro automóvil apareció en la distancia, acelerando hacia ellos.
Finalmente, momentos antes del impacto, la abuela de Davis hizo una gentil sugerencia desde el asiento del copiloto: “Un poco a la derecha, Jack”. No chocaron por milímetros.
Davis, de 67 años, relató esta historia en su autobiografía de 2022, “Dying of Politeness” (Morir de cortesía), un compendio de los valores genialmente sofocantes que había absorbido cuando era niña, y que muchas otras niñas también absorben: Aplazar. Seguir la corriente para llevarse bien. Todo está bien.
Por supuesto, la actriz dos veces ganadora del premio de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos abandonó esa docilidad hace mucho tiempo. Desde “Thelma y Louise” y “Un equipo muy especial” hasta el drama adolescente de este año, “Fairyland”, la docilidad del asiento trasero simplemente no era una opción. De hecho, el dominio de sí misma es lo que la caracteriza. (O una de las cosas que la caracteriza. Pocos perfiles han dejado de mencionar su membresía en Mensa, su fluidez en sueco o su destreza de calibre olímpico en el tiro con arco). Sin embargo, cultivar su propia audacia fue solo la primera fase.
El próximo año se cumplirán dos décadas de la creación del Instituto Geena Davis sobre Género en los Medios. Cuando su hija era apenas una bebé, Davis no pudo evitar notar que los personajes masculinos superaban ampliamente a los personajes femeninos en los programas de televisión y películas infantiles.
“Sabía que todo está completamente desequilibrado en el mundo”, afirmó hace poco. Pero estábamos hablando del reino de la fantasía; ¿por qué no debería ser 50/50?
No eran solo los números. La forma en que se representaba a las mujeres, sus aspiraciones, la manera en que se sexualizaba a las niñas y las jóvenes: en toda la programación infantil, Davis observó una visión desconcertantemente distorsionada de la realidad que se transmitía a mentes impresionables. Mucho antes de que los términos “diversidad, equidad e inclusión” entraran en el léxico, Davis comenzó a mencionar este cisma de género cada vez que tenía una reunión de la industria.
“Todos decían: ‘No, no, no, solía ser así, pero ya se arregló’”, relató. “Comencé a preguntarme, ¿qué pasaría si tuviera los datos para demostrar que tengo razón en esto?”.
En medio de las causas pregonadas de Hollywood, Davis se propuso recopilar datos discretamente. ¿Qué tan malo es exactamente ese cisma? ¿De qué otras maneras se manifiesta? Más allá del género, ¿quién más está siendo marginado? En lugar de discursos y listones, y con patrocinadores que van desde Google hasta Hulu, el equipo de investigadores de Davis comenzó a recopilar pruebas concretas.
Davis no fue la primera en señalar las disparidades en la industria del entretenimiento popular. Pero al aprovechar su reputación y sus recursos —y al utilizar de forma contundente la tecnología para identificar el problema—, hizo concreta una verdad nebulosa y ofreció a los infractores un camino discreto hacia la redención. (Si bien el instituto se centró primero en datos sobre género, sus análisis ahora se extienden a temas de raza/etnicidad, LGBTQIA+, discapacidad, personas mayores de 50 años y tipos de cuerpo. Por ejemplo, un hallazgo terrible al azar: los personajes con sobrepeso tienen más del doble de probabilidades de ser violentos).
Incluso si está preparado para conocerlos, los hallazgos del instituto son impactantes: en las 101 películas con clasificación general más taquilleras entre 1990 y 2005, solo el 28 por ciento de los personajes con diálogo eran mujeres. Incluso en escenas de multitudes —incluso en escenas de multitudes animadas— el número de personajes masculinos supera por mucho a los femeninos. En las 56 películas más taquilleras de 2018, las mujeres retratadas en posiciones de liderazgo tenían cuatro veces más probabilidades que los hombres de aparecer desnudas. (Los cuerpos del 15 por ciento de ellas fueron filmados en cámara lenta). Mientras que hace un siglo las mujeres habían sido completamente esenciales para la industria cinematográfica en ciernes, ahora estaban en un segundo plano cuantificable, aunque sexi.
“Cuando comenzó a recopilar los datos, fue algo increíble”, afirmó Hillary Hallett, profesora de Estudios americanos en la Universidad de Columbia y autora de “Go West, Young Women! The Rise of Early Hollywood”. “Este ya no era un sentimiento vago. Ya no ibas a poder asegurar que solo se trataba de una diatriba feminista. Ya podías decir: ‘Mira estas cifras’”.
Davis es, por turnos, reservada y chistosa fuera de la pantalla: responde a las preguntas de manera reflexiva, con una carcajada desenfrenada. (En un momento, pronunció la palabra “actuar” de forma tan teatral que temió que fuera difícil precisarla en este artículo). En una tarde reciente en Los Ángeles, se tomó un descanso del proceso de ilustrar el libro infantil que había escrito, “The Girl Who Was Too Big for the Page” (La chica que era demasiado grande para la página).
“Crecí siendo muy consciente de que era la estudiante más alta —no solo entre las niñas— de mi salón”, contó. “Tuve un deseo durante toda la infancia de ocupar menos espacio en el mundo”.
Con el tiempo, comenzó a mirar más allá de su estatura —1,82 metros—, hacia los mensajes insidiosos que refuerzan tal inseguridad.
“Hollywood crea nuestra narrativa cultural: sus sesgos se filtran al resto del mundo”, afirmó en “Esto cambia todo”, conocido también como “Por la igualdad en Hollywood”, el documental de 2018 que produjo sobre la desigualdad de género en la industria cinematográfica. El documental toma su nombre de la incesante frase que escuchó tras el éxito de “Thelma y Louise” y más tarde de “Un equipo muy especial”. Finalmente, se había demostrado el poder y la rentabilidad de las películas centradas en mujeres (¡esto lo cambia todo!) y luego, año tras año, nada.
Fue aquí donde Davis plantó su determinación, en la disputa sobre por qué persisten ciertas injusticias y cuál es la mejor manera de combatirlas. Mientras que movimientos como el #MeToo y Times Up señalan actos deliberados de monstruosidad, el suyo sería el universo más maleable de los prejuicios inconscientes. ¿Elegiste sin pensar que ese doctor fuera un hombre? ¿Contrataste a ese director blanco y heterosexual porque comparte tus orígenes? ¿Pensaste que estabas diversificando tu película, cuando en realidad solo estabas reforzando viejos estereotipos? (como el de la “latina apasionada”, por ejemplo).
Si un automóvil lleno de educados Davis puede reaccionar ante el peligro que se avecina, quizás los cineastas puedan llegar a ver el daño que están perpetuando.
“No todo el mundo está intentando perjudicar a las mujeres o a la comunidad negra a propósito”, afirmó Franklin Leonard, productor de cine y televisión y fundador de The Black List, una plataforma popular para guiones que no se han producido. “Pero las decisiones que toman sin duda tienen esa consecuencia, independientemente de lo que crean sobre su intención”.
Leonard añadió: “No es algo de lo que la gente sea consciente. Además, no hay pruebas documentales, solo se puede revelar en conjunto. Lo que destaca el valor del trabajo de Geena”.
Las mujeres representaron solo el 18 por ciento de los directores que trabajaron en las 250 películas más populares de 2022, solo un uno por ciento más que en 2021, según el Centro para el Estudio de la Mujer en la Televisión y el Cine; el porcentaje de personajes femeninos asiáticos y asiático-estadounidenses importantes cayó del 10 por ciento en 2021 a menos del 7 por ciento en 2022. Un informe de McKinsey de 2021 reveló que el 92 por ciento de los ejecutivos cinematográficos eran blancos, menos diversos que el gabinete de Donald Trump en aquel entonces, como bien señaló Leonard de The Black List.
“Creo que esta industria se resiste más al cambio de lo que cualquiera se imagina”, agregó. “Así que aprecio muchísimo a cualquiera, y en especial a alguien con la experiencia de Geena, que haga las cosas no glamorosas para intentar cambiarla, en las trincheras de la batalla con hojas de cálculo de Excel”.
c.2023 The New York Times Company