Prisca Awiti, la medalla de plata en judo que puso a todo México a llorar por su nueva heroína de París 2024

Prisca Awiti | Steph Chambers/Getty Images
Prisca Awiti | Steph Chambers/Getty Images

Hay peleas ajenas que hacen llorar, porque se toman como propias. De esas fue la de Prisca Guadalupe Awiti Alcaraz en medio del imponente Champ-de-Mars, la arena que fue testigo de su histórica hazaña al darle a México su primera medalla olímpica en judo en la categoría de los 63 kg en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Nacida en Londres, Inglaterra, de madre mexicana y padre keniano, Prisca tomó la máxima de Chavela Vargas de que los mexicanos nacen donde se les da la gana y eligió competir por el país que la enamoró de niña, cuando su mamá la llevaba a León, Guanajuato.

Hoy tiene una medalla de plata tras caer en la final frente a la eslovena Andreja Leski, después de un tremendo combate de 2 minutos que parecieron eternos que tuvo a todo México al borde el asiento y los nervios de punta, que pese a ser una derrota sabe a completa victoria, porque esta mujer de 28 años inscribió al país en la lista de las leyendas del judo.

Prisca Awiti Alcaraz, de México, medalla de plata; Andreja Leski, de Eslovenia, medalla de oro; Clarisse Agbegnenou, de Francia, y Laura Fazliu de Kosovo, medalla de bronce. | Foto: JACK GUEZ/AFP via Getty Images
Prisca Awiti Alcaraz, de México, medalla de plata; Andreja Leski, de Eslovenia, medalla de oro; Clarisse Agbegnenou, de Francia, y Laura Fazliu de Kosovo, medalla de bronce. | Foto: JACK GUEZ/AFP via Getty Images

Quizás alguien mienta y niegue así que no se retorció en su asiento con cada movimiento de Prisca. Que quería arrojar contra el suelo lo que tuviera a la mano cada vez que tomaba el judogi de su contrincante. Que apretaba el puño hasta un grado de dolor al momento en que Leski quiso someterla.

Porque hay peleas ajenas que se toman como propias. Y esta fue una de ellas. Una en donde más de 130 millones de almas detuvo su día a día para silenciar el bullicio cotidiano de las grandes urbes de México, para que lo único que se escuchara fuera el latir del corazón.

Nunca en la historia México se había subido a ese podio. Hoy, gracias a Prisca Awiti, la bandera de México se eleva en todo lo alto. Y todos suben la mirada para verla, con más de una lágrima de por medio.

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