Preolímpico: una selección argentina enredada, que ilusiona, desesperanza y se jugará todo frente a Brasil
Un gol agónico para reanimar las esperanzas, un festejo en el sexto minuto de descuento que señala las múltiples sensaciones que envolvió a la Argentina en el empate 3 a 3 con Paraguay, por la 2ª fecha del cuadrangular final del torneo Preolímpico de Venezuela, clasificatorio para los Juegos Olímpicos de París 2024. Una definición rocambolesca de Federico Redondo le ofreció oxígeno a la selección, un equipo que no muestra una identidad de juego, que sufre cuando retrocede o la atacan, aunque exhibe poder de fuego en los momentos críticos, y esa fortaleza le permite mantener la ilusión. Las dos plazas de los representantes de la Conmebol para la cita parisina se dirimirán el domingo en el estadio Brígido Iriarte: la Argentina está obligada a derrotar a Brasil, que le ganó a Venezuela (2-1) y también recuperó sus chances.
Un rival reconocido como incómodo. Paraguay resultó el primer escollo en el torneo y la Argentina logró empatar con polémica y en el descuento, mediante Luciano Gondou, en aquella jornada en Valencia. Cambió la sede, porque la definición se desarrolla en Caracas, pero el escenario se mantiene: de un inicio arrollador, en la primera jugada, a los diez segundos, el equipo enseñó ferocidad y vivacidad para lastimar, a un desenlace en el que la frustración por una derrota alimentó la reacción para rescatar la igualdad. “Un partido bastante extraño. Los primeros diez minutos fuimos claramente superiores, generamos tres o cuatro situaciones de gol y pudimos ampliar el marcador. Después empezamos a cometer el error de llevar el partido de ida y vuelta. Claramente es una faceta del juego que no nos conviene y eso hizo que empezáramos a cometer faltas”, señaló el director técnico Javier Mascherano en la rueda de prensa.
El agónico empate de la Argentina con Paraguay
No falló en el análisis el seleccionador, porque con juego elaborado y repentizaciones para atacar, piezas que no tenían lustre empezaron a relucir en un campo pesado por la lluvia y la Argentina exponía otra actitud en el comienzo. La conexión entre Cristian Medina y Solari provocó la chispa que iluminó el pasaje en el que la Argentina fue dominadora: el volante xeneize asistió al atacante millonario, que definió con un remate cruzado ante la salida del arquero Ángel González.
La rápida ventaja disimuló las ausencias obligadas de Valentín Barco y de Gonzalo Luján, expulsados ante Venezuela y que recibieron una fecha de suspensión –estarán a disposición ante Brasil–, pero también observar movimientos que ensayó el entrenador. El regreso de Marcos Di Césare a la formación –jugó en el estreno con Paraguay y medio partido con Perú– demostró que el ahora zaguero de Racing no está en plenitud, tras la lesión.
La irrupción de Redondo por Juan Sforza ofreció momentos de lucidez a la ofensiva, aunque el equipo perdió equilibrio; el gol resultó un desborde de felicidad y la tarjeta amarilla que le impedirá jugar el domingo quedó como el costado oscuro del futbolista de Argentinos. La posición de Juan Nardoni, un volante reconvertido en lateral, fue la zona que los paraguayos explotaron para generar riesgo, con Marcelo Fernández como principal figura para desequilibrar.
La Argentina fue superior cuando juntó pases, en los pasajes en que Medina y Redondo se acoplaron a Thiago Almada y Solari con movilidad desconcertaba a la defensa. Los fallos en las definiciones resultan un déficit que se repite en el recorrido: no solo impidieron asegurar el resultado, sino que oxigenaron a un rival que en los primeros compases no se reconocía y que descubrió en un tiro libre la oportunidad de irse al descanso emparejados en el marcador: Diego Gómez –compañero de Lionel Messi en Inter Miami- remató y la pelota se desvió en Santiago Castro, descolocando al arquero Leandro Brey.
“Las situaciones que tuvieron ellos fueron por errores nuestros”, apuntó el capitán Almada, que olvidó la marca del lateral Alan Núñez para el 2-1 de los guaraníes, y de una mala entrega suya Paraguay armó una rápida jugada para el 3-2, que anotó con una definición ajustada Enso González.
“Nos pasó con Venezuela, nos pasa ahora. Un foul, por más que sea liviano, siempre nos los cobran, pero tenemos que estar lejos de eso y sacarnos de la cabeza ese tipo de cosas y a los árbitros. Tenemos que jugar, porque si sacamos una diferencia no vamos a depender de ningún árbitro ni de nadie”, expresó Solari, acerca de cómo la Argentina se enreda con factores externos, que en oportunidades la favorecen y en otras la perjudican.
El polémico penal sancionado a favor de Venezuela en la jornada pasada repercute en el grupo y el discutido cobro del árbitro uruguayo Gustavo Tejera, que en principio marcó falta fuera del área en el foul sobre Gondou que derivó en el penal del transitorio 2-2, irrita a los de adentro y también a los de afuera.
“Más allá del análisis del partido valoro muchísimo el equipo, las ganas de los jugadores. Acepto la crítica. Tal vez tengan suerte [los críticos] y me quede solo un partido. No puedo estar pensando en lo que dicen de mi”, apuntó en la charla con los medios Mascherano. Un clásico con Brasil, que como premio mayor tendrá la clasificación para los Juegos de París. El otro lado de la moneda será una eliminación muy dolorosa.