Gran Premio Jockey Club: en un desenlace con suspenso, Acento Final fue el potrillo estrella en la continuidad de la Triple Corona

Acento Final, con Kevin Banegas, se impuso sobre Honest Boy en el Gran Premio Jockey Club, en San Isidro
Acento Final, con Kevin Banegas, se impuso sobre Honest Boy en el Gran Premio Jockey Club, en San Isidro - Créditos: @LA NACION/Marcos Brindicci

Final con suspenso este sábado en el Gran Premio Jockey Club (G1-2000m), que se definió minutos después de que Acento Final ya había llegado adelante en el clásico con más historia del turf argentino. Su sesgo hacia afuera en el tramo final de la prueba llevó a que haya una protesta en su contra, que los jueces resolvieron rechazarla. Cuando Brian Enrique, jinete del escolta Honest Boy, levantó y abandonó la lucha terminó facilitando la decisión. Y el que celebró fue Kevin Banegas, en el mejor triunfo de su trayectoria.

En un año en el que estuvo cinco meses sin correr por una operación en el fémur de la pierna izquierda, el jockey recuperó el protagonismo y tuvo la tarde con la que soñó tantas veces. “Hizo todo perfecto. Lo trajo de menor a mayor, dominó temprano y ahí me gustó porque es un potrillo que sigue, que necesitaba que llegaran las carreras largas”, analizó el entrenador Nicolás Martín Ferro, tras el segundo de sus grandes éxitos en la jornada. Antes había festejado con Earth God, en el San Isidro. “Para mí no llega a molestarlo. Va pegando de derecha y no llega. Me tomé desquité de Enrique, que me ganó el año pasado”, agregó el cuidador, feliz por la acumulación de grandes resultados y porque sus niñas lo esperaban en casa con las copas.

El Gran Premio Jockey Club

Hubo algunos murmullos en las tribunas cuando se vio la repetición de frente. Brian dijo: “Si no me molestaba, no levantaba”. Le faltó algo de esa convicción en dar pelea hasta el último metro. Claro, ya los potrillos habían dado todo y no parecía capaz de cambiar la historia, aunque había llegado hasta la cincha del vencedor, el potrillo con mejores antecedentes en el césped. Y los hizo valer en el segundo paso de la Triple Corona. Eligió perfectamente la carta de todas las que tenía en el mazo. Y a un jinete que no estaba provisoriamente en actividad cuando Acento Final salió de perdedor en marzo pasado.

Tras vencer con Acento Final, el saludo del jockey Kevin Banegas, junto a su pareja Victoria y a su hija Renata
Tras vencer con Acento Final, el saludo del jockey Kevin Banegas, junto a su pareja Victoria y a su hija Renata - Créditos: @LA NACION/Marcos Brindicci

“Siempre supimos que teníamos un potrillo para correr en el césped y más allá de la milla. Por el pedigree, por el físico... Como ganó rápido, tuvo que correr varios clásicos enseguida. Lo hizo bien, pero sabíamos que lo mejor iba a darlo en la segunda parte del año”, contextualizó Nico sobre el representante del stud Macul criado en el haras Pozo de Luna. La madre del zaino, A Tu Salud, ya había dado un ganador clásico. Lo espera el Carlos Pellegrini, en diciembre, pasando por alto el Nacional del mes próximo.

Todos los premiados por el triunfo de Acento Final en el Gran Premio Jockey Club (G1), en San Isidro.
Todos los premiados por el triunfo de Acento Final en el Gran Premio Jockey Club (G1), en San Isidro. - Créditos: @LA NACION/Marcos Brindicci

El Suipacha (G1-1000m) entregó vértigo y suspenso en el primero de los cuatro grandes premios de la jornada. Ansia Clara, la única yegua del lote, insistió toda la recta detrás del puntero Coraje Gaucho hasta que a pasos del disco pudo torcer la historia y superarlo por media cabeza, en un emocionante final. Detrás de ellos quedó el favorito Labrado, que tenía la posibilidad de convertirse en el primer caballo en ganar tres veces este clásico, pero no tuvo la furia que se le reconoce. Igual, siempre sale en la foto.

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En cambio, la zaina criada en el haras El Paraíso y representante del stud Los Patrios, las sedas que identifican a la cabaña en las pistas, sí continuó con su paso ganador para llegar a las cinco victorias en fila y a las ocho en su campaña, siempre con Iván Monasterolo en su montura. En ese proceso, el único cambio fue el del cuidador: Guillermo Frenkel Santillán tomó la posta de los ejemplares de esa caballeriza en septiembre y aplicó su sistema de entrenamiento para que nada alterara la tranquilidad de la yegua que heredó los dotes de velocista de su padre, Angiolo. A Bebe, quien tiene decenas de grandes carreras ganadas, le cuesta recordar cuál fue el último gran ligero que preparó. Siempre apunta a las pruebas de mayores recorridos con sus caballos. Esta vez, le llegó una ya formada y con su estilo le diseñó el camino al triunfo con el que todos soñaban.

El San Isidro – Copa Melchor Posse (G-1600m) comenzó con zozobra, porque Mis Padres se fue encima de la empalizada y Leopoldo Armoha estuvo cerca de caerse. Tras el susto, todas las miradas se fueron con Earth God, el otro potrillo del grupo, que en su primer desafío ante los mayores recuperó la furia del primer semestre y dibujó una victoria memorable. Martín Valle, debutante en su silla, lo condujo como si lo conociera de toda la vida, con una decisión clave al ingresar en la recta final, cuando se filtró por los palos. Luego, controló el ataque de What a Man, que ofreció su mejor versión de regreso al pasto de San Isidro.

Earth God pudo ser uno de los animadores del Jockey Club, pero Nicolás Martín Ferro eligió alterar lo proyectado hasta hace poco más de un mes. “Al reaparecer en el Ensayo, en el barro se cansó. Había que elegir si subir en la distancia o volver a la milla y hoy es un gran millero, parece. Siempre tuvo mucha velocidad y explosión”, describió Nico, que encabeza el grupo de trabajo del representante el stud Grupo 4, familiarizados con los grandes éxitos por Subsanador, actualmente en los Estados Unidos y recientemente clasificado a la Breeders’ Cup.

Hubo un momento bisagra en el rumbo del potrillo. “Todavía me duele la derrota en las Estrellas. Porque perdió el invicto y porque ese día se jugaba el título de mejor 2 años. Pero hay que pensar que ese día tuvo una herida muy profunda cerca de un tendón en carrera y que en la veterinaria de San Isidro actuaron rápido, lo cosieron y gracias a eso a los 15 días ya pudo estar entrenando”, recuerda Martín Ferro. Su recuperación y su capacidad corredora están a la vista.

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El padre de Nicolás también levantó un trofeo de Grupo 1 en la tarde, la primera versión de la Copa Diamante, y Valle fue igualmente el socio perfecto. También en 1600 metros. Nanabush, la yegua preparada por Enrique Martín Ferro, fue a la punta desde la partida, manejó el ritmo y se hizo inalcanzable. Ninguna rival fue capaz de ponerse cerca en algún momento y Amiguita Gina, el escolta, cruzó a tres cuerpos.

Reservada del haras Santa Inés, la alazana aprovechó la reconversión de las Mil Guineas en este cotejo que une a las potrancas con las hembras mayores para capitalizar su mejor éxito. Y con un ADN que le marcaba el camino, ya que su hermana materna Nanda Dea había derrotado a los machos en el San Isidro el año pasado, cuando no existía la Copa Diamante y tuvo que salir de su zona de confort para buscar en Grupo 1. Lo logró. Y ahora, Nanga Parbat, la madre de ambas, tiene dos crías con medallas de ese nivel.