Bajo la piel de Jamie Lee Curtis
SANTA MÓNICA, California — “¡AMIGO!”, exclamó Jamie Lee Curtis descalza entre los contenedores de reciclaje. Solo había pasado un minuto desde que nos habíamos conocido en la acera afuera de su casa, pero Curtis ya estaba dirigiendo sus manos hacia las mías, considerándome un espíritu hermano o, al menos, alguien a quien podía contarle una historia graciosa de mascotas.
“Me da vergüenza, pero voy a contarla de todos modos”, comentó la actriz de 63 años.
Curtis estaba a punto de emprender un largo viaje para promocionar “Halloween: La noche final”, su última película en la larga franquicia de terror, al tiempo que realiza la campaña de premios de “Todo en todas partes al mismo tiempo”, la película independiente que coprotagonizó y que resultó ser un éxito el pasado mes de marzo, y el enorme itinerario la preocupaba: ¿qué significarían todas esas semanas de ausencia para su perro rescatado, un terrier-poodle de carácter tierno llamado Runi?
Si alguna vez has hecho la maleta y has visto cómo se le caía la cola a tu perro, entenderás por qué el día antes de nuestra entrevista, Curtis había hecho todo lo posible por ocultar su próximo viaje.
“Fue una auténtica locura”, aseguró. “Tenía que hacer las maletas, así que metí a Runi en su corral en mi habitación, encendí el aire acondicionado, puse Boston —a todo volumen— y cerré la puerta para que no oyera los cierres de las maletas en la otra habitación”. Hizo una pausa para que surtiera efecto: “¡Estaba obsesionada COMPLETAMENTE!”.
Aunque no cumple las normas de estilo de The New York Times, Jamie Lee Curtis tiene tendencia a expresarse con mayúsculas. Un tuit que publicó a principios de este mes ordenaba: “¡NO ERES CONTENIDO! ERES UN SER HUMANO!”, y en Instagram, sus pies de foto van desde: “VEAN NADA MÁS” (sobre un reconfortante reencuentro entre el actor de “Todo en todas partes al mismo tiempo”, Ke Huy Quan, y su coprotagonista de “Indiana Jones y el templo de la perdición” Harrison Ford), a: “UNA VIDA DE SERVICIO” (sobre una foto de la difunta reina Isabel) y “¡QUÉ RICO!” (una hamburguesa con queso). En persona, Curtis es contundente y apasionada de una manera que resulta entrañable, algo así como la manifestación humana de las muestras de afecto de Elaine de “Seinfeld”.
“Yo puedo ser un comunicador muy pasivo, así que la admiro”, afirmó Daniel Scheinert, que codirigió “Todo en todas partes al mismo tiempo” con Daniel Kwan. “Pero a Curtis le molesta cuando Dan dice que todavía se siente intimidado por ella y responde algo como: ‘¿Por qué? ¡Soy tan agradable!’. Y le decimos: ‘Lo sabemos, ¡pero sigues siendo Jamie Lee Curtis!’”.
La actriz ha sido una estrella desde hace 44 años, pero ejerce ese poder de una manera contundente: mientras otras actrices pueden ser cautelosas, ella es franca, tanto si el tema es el envejecimiento (dejó de teñirse el pelo cano hace años), la adicción (Curtis habla abiertamente de una década de adicción al Vicodin que superó en 1999) o la cirugía plástica (después de experimentar con el Botox y la liposucción, desde entonces ha rechazado los procedimientos cosméticos). Con su don para contar anécdotas y su capacidad para establecer una conexión inmediata con la persona que tiene delante, podría haber sido una política formidable o, al menos, haber interpretado a una de ellas en una serie de “Los juegos del hambre”.
Como hija de los actores Tony Curtis y Janet Leigh, Curtis pertenece a la realeza de Hollywood, y como su marido Christopher Guest procede de una familia británica con título de nobleza, eso la convierte técnicamente en una baronesa, aunque ella nunca usaría ese título. (Además, los otros títulos de Guest —dirigió “El experto” y “El perro ganador”— son mucho más impresionantes).
Curtis nunca tuvo intenciones de ser el rostro del terror. Odia sentir miedo, no le gusta ver películas violentas y, a pesar de sus firmes opiniones, intenta no discutir nunca. “Mi marido y yo hemos tenido probablemente dos o tres peleas en 38 años”, señaló. “Me gustan las cosas agradables, aromáticas y tranquilas. Me gusta acariciar a mi perro suave y tierno, ¿me entiendes?” (Runi, ahora bajo los pies, parecía estar de acuerdo).
Pero cuando tenía 19 años, Curtis fue elegida para interpretar a Laurie Strode, la niñera amenazada en el clásico de 1978 de John Carpenter, “Halloween”, lo que abrió el camino de su carrera. Ese fue un género al que volvería una y otra vez, incluso cuando se desvió hacia el drama (“Eternamente joven”, “Mi primer beso”), la acción (“Mentiras verdaderas”) y la comedia (“De mendigo a millonario”, “Los enredos de Wanda”, “Un viernes de locos”).
En sus primeras películas, como “La niebla” y “Noche de graduación”, Curtis amplió su reputación de actriz de terror; más tarde, en la serie de Ryan Murphy “Scream Queens”, la parodió. Por el camino, volvió a encarnar a Laurie varias veces más, aunque su intento de poner fin definitivamente a la serie con “Halloween H20 - veinte años después”, de 1998, se vino abajo por la interferencia de los productores. “Hubo una incapacidad contractual para terminar realmente”, explicó Curtis, que aun así aceptó protagonizarla si podía morir al principio de su secuela de 2002, “Halloween: Resurrección”, y cobrar un buen sueldo por su cameo de diez minutos.
Curtis pensó que había terminado con “Halloween” después de eso, pero una buena franquicia de terror nunca deja que su heroína se escape tan fácilmente. En 2017, después de que una nueva serie de películas de “Halloween”, iniciada por una versión de Rob Zombie, no llegó a su conclusión, el director David Gordon Green le propuso a Curtis un regreso a la serie que descartaría a todas las películas realizadas después de la original de 1978. En esta ocasión, Laurie era una sobreviviente que bebía mucho y sufría de estrés postraumático y que había pasado décadas preparándose para la revancha con el villano que la aterrorizó hace tanto tiempo. Curtis aceptó participar, y la película de 2018, que volvía a lo elemental de la historia, batió los récords de taquilla de las películas del subgénero de asesinos, pues recaudó más de 255 millones de dólares en todo el mundo.
Esa película se hizo pura, dijo, sin intención de acomodar las cosas para una trilogía. Pero en la víspera de su estreno, Green se sentó con Curtis y le propuso dos secuelas que finalmente le permitirían salir del proyecto en sus propios términos. La siguiente, “Halloween Kills: La noche aún no termina”, del año pasado, trata de la respuesta colectiva del pueblo a Michael Myers y de cómo la violencia colectiva puede surgir de sus miedos compartidos. Y la tercera película, “Halloween: La noche final”, subvierte las expectativas al ser más como un drama trágico que una película de asesinatos: incluso antes de su inevitable enfrentamiento final con Michael, Laurie tiene que esforzarse por curar las heridas que ha tenido por mucho tiempo.
Curtis estaba ansiosa por sumergirse en todo ese contexto adicional. “Estoy segura de que han visto ese meme en el que digo la palabra ‘trauma’ una y otra vez”, comentó, refiriéndose a una edición de internet en la que decía en repetidas ocasiones a los periodistas que, en realidad, la nueva trilogía de “Halloween” trataba del “TRAUMA”, una palabra que pronunció con efectos dramáticos. “¿Pero quieren saber de dónde salió eso?”, preguntó Curtis. Me señaló una aparición que hizo en la Comic-Con de 2018, cuando un miembro de la audiencia dijo que había logrado sobrevivir un allanamiento de morada preguntándose qué haría Laurie en esa situación. “Estoy aquí hoy por la forma en que retrataste a Laurie Strode”, le dijo a Curtis. “Hoy soy vencedor en lugar de ser víctima”.
En su brazo se nota. Tiene la piel de gallina. “No me gustan esas películas, pero se trata de algo mucho más grande que yo”, aseguró. “Y no estoy tratando de describirlo como un arte más elevado de lo que es, pero algo le pasa a la gente cuando la ve, y entonces yo recibo eso de ellos. Es una locura y algo muy emotivo”.
La primavera pasada, Curtis leyó un texto de mercadotecnia de “Halloween: La noche final” que decía: “El terror nos permite enfrentarnos a lo que no podemos controlar”, una idea que resonó aún más en una mujer a la que le gusta que todo esté ordenado de manera precisa. “Quizá me verás decirlo en televisión nacional un par de veces”, predijo Curtis. “Empezaré a hablar mucho del TRAUMA”. Aun así, no está de más que puedas enfrentar el horror y controlarlo: cuando Curtis vio “Halloween: La noche final” por primera vez en un cine privado en Creative Artists Agency, su asiento venía con un interruptor de volumen que le permitía silenciar la película cuando las cosas se volvían demasiado viscerales. “Ciertamente, dejó en silencio la mitad de la película, si no dos tercios”, relató. “Lo silencié tan rápido que te haría girar la cabeza como la niña de ‘El exorcista’”.
Pero en medio de todo ese caos, sintió cierto tipo de paz en la sangrienta resolución de la película. Filmar la película había sido muy emotivo, pero decidió que todo lo que le había pasado a Laurie y todo lo que Curtis había soportado junto a ella había valido la pena al final.
“Se pueden hacer tantas películas de ‘Halloween’ como quieran ahora y crear una narrativa completamente nueva”, dijo Curtis. “Pero nuestras cuatro películas se pueden reproducir como un cuádruple perfecto, estas tres películas y la de 1978, y me siento muy bien por haberlas completado”.
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