PERFIL-Schumacher es un grande, si no el más grande de la Fórmula Uno
LONDRES (Reuters) - Michael Schumacher disfrutó de más victorias, más títulos y más éxitos que cualquier otro piloto en la historia de la Fórmula Uno, pero cuál es su lugar en el panteón de los grandes se debatirá en las próximas décadas. Para los seguidores del siete veces campeón del mundo siempre será simplemente el mejor - un gigante cuya fama trasciende el deporte y cuyo nombre es familiar incluso para aquellos con poca pasión por el automovilismo. "Schumi", "Schuey", "El Barón Rojo", "Der Weltmeister" (campeón mundial): El alemán ganó una cifra sin precedentes de 91 carreras y estableció récord tras récord incluyendo cinco títulos consecutivos con el equipo de Ferrari entre 2000 y 2004. En 2002, Schumacher terminó todas las carreras en el podio y estadísticamente, se sitúa en una categoría aparte. Las oraciones y la marea de mensajes de buena voluntad recibidos en momentos en que el deportista de 44 años de edad se encuentra en estado crítico en un hospital de Grenoble después de un accidente de esquí en los Alpes franceses dan testimonio de su condición y la estima en el deporte y más allá. Parece casi una grosería en un momento como este señalar un punto de vista alternativo, que su grandeza estaba viciada por un favoritismo sobre sus compañeros de equipo y un sentido cuestionable de juego limpio con demasiadas controversias. El fallecido triple campeón Ayrton Senna sigue siendo venerado, a pesar del propio comportamiento sospechoso del brasileño en la pista, y fue llorado como ningún otro piloto después de su muerte en el GP de San Marino en 1994. El pentacampeón argentino Juan Manuel Fangio y el británico Jim Clark fueron muy populares, admirados por igual por compañeros y rivales, mientras que los fans de Ferrari adoraban al canadiense Gilles Villeneuve. Aunque la popularidad de Schumacher en su Alemania natal siempre fue indiscutible, atrayendo a los fans en masa incluso en los años de su regreso con Mercedes, estaba lejos de ser universal. "Creo que es el mejor piloto de carreras de este siglo", dijo su exdirector del equipo Mercedes, Ross Brawn, cuando el alemán anunció su retirada definitiva el año pasado, un elogio que evadió elegantemente los primeros 50 años de este deporte. Incluso esta evaluación podría ser cuestionada antes que lo previsto, después de que su compatriota Sebastian Vettel anotó este año su cuarto título consecutivo para convertirse en el campeón cuádruple más joven de la historia de la Fórmula Uno. Con Ferrari en 2004, Schumacher había apuntado un récord de 13 victorias, incluyendo siete consecutivas. Vettel, con 26 años, alcanzó ese total este año y también acumuló nueve victorias consecutivas. DOS PARTES En verdad, la carrera de Schumacher se erige como un drama en dos actos con un intermedio de tres años. El Schumacher II conducía un Mercedes reluciente plateado, pero seguía siendo una sombra del modelo brillante Schumacher I, que dominó las pistas de carreras de todo el mundo con los colores de Benetton y Ferrari. En 2006, cuando dijo al mundo en una conferencia de prensa del Gran Premio italiano que había decidido retirarse como piloto de Ferrari, parecía ser el final de una era. En cierto modo lo fue. Su reaparición con Mercedes produjo sólo un regreso al podio, incluso si se veía tan en forma como siempre, con buena salud y mucho más relajado en su actitud. Cuando se retiró definitivamente en Japón el año pasado, con ganas de empezar una nueva vida con su esposa y dos hijos en Suiza, hubo una sensación de alivio de que iba a salir intacto. El mundo de la Fórmula Uno ya había cambiado. "He tenido mis dudas durante bastante tiempo", reconoció. "Es hora de ser libre de nuevo", agregó. Las dudas nunca fueron una gran parte del viejo Michael Schumacher, incluso desde los primeros días, cuando su padre albañil Rolf lo llevó a la pista de Kart Kerpen, cerca de Colonia, donde su madre Elisabeth trabajaba en la cantina. Entró en la Fórmula Uno en 1991 con el equipo Jordan como un reemplazo de último momento para el belga Bertrand Gachot, que había sido encarcelado. Schumacher sólo había montado en el circuito de Spa en una bicicleta pero su debut hizo que todos se sentaran y tomaran nota cuando se clasificó séptimo. Fue fichado inmediatamente por Benetton y el resto es historia. A finales de 1994 ya era un campeón. Schumacher II era más dócil, más dispuesto a admitir errores. Se hizo mucho más accesible que en los días de Ferrari cuando su vida parecía dividida en compartimentos y nada podía distraer su atención. Incluso practicó su italiano - algo que rara vez hizo cuando era parte de Ferrari, cuyos leales "tifosi" adoraban su éxito, pero a menudo deseaban que fuera un poco menos alemán. "En mi primera carrera, cuando entré en la Fórmula Uno (con Jordan en 1991), inmediatamente tuve un montón de atención en mí. Así que había una demanda constante y la presión sobre mí que era difícil hacer frente a lo largo de los años", dijo el año pasado. "En esa ausencia (del 2007 al 2010), fui más libre y me recargué (...) cuando volví, me di cuenta de que es posible ser libre, disfrutar, pero no perder el enfoque. Y eso es algo que no estaba haciendo en la primera parte", agregó. PASADO POLÉMICO Las controversias del pasado siguen pesando sobre su reputación como las brumas que envuelven su circuito favorito de Spa en los bosques belgas y siempre lo harán. Ente ellas se encuentra la colisión con Damon Hill en el momento decisivo del título 1994, el intento notorio en 1997 por sacar a Jacques Villeneuve de la vía y el desprecio y la indignación mundial que siguió a Austria 2002 cuando Ferrari ordenó el brasileño Rubens Barrichello darle una victoria inmerecida. En su día, y sobre todo en la pista, era impresionante. Su gestión y su capacidad para unificar un equipo alrededor suyo y ofrecer una retroalimentación rápida e incisiva lo diferencian del resto. Pero sus logros se vieron contrarrestados por la sensación de que se benefició de los mejores coches y de compañeros de equipo subordinados durante sus años con Ferrari, aunque otros sostienen que sólo ocurrió porque él era el mejor. Durante el Gran Premio de Mónaco de 2006 recibió acusaciones de hacer trampa después de un descarado intento de bloquear a sus rivales en las eliminatorias al detener su coche en la penúltima curva en los últimos segundos. "Me sentí muy privilegiado de trabajar con Michael desde el principio", dijo Brawn el año pasado. "Hemos tenido algunos momentos fantásticos, momentos difíciles, pero también momentos de gran éxito". /Por Alan Baldwin/