En partes remotas de Puerto Rico, el huracán Fiona hizo que la vida fuera aún más difícil
UTUADO, Puerto Rico — Maritza Collazo Torres se trasladó a las montañas del centro de Puerto Rico en 2020 para huir de una serie de terremotos que sacudían otras partes de la isla.
Dos años y medio después, la casa de madera de una sola habitación de Collazo Torres en la localidad de Utuado está a punto de derrumbarse, no por un terremoto, sino por un huracán.
El diluvio del huracán Fiona en septiembre dejó la casa a un metro de un escarpado acantilado recién formado justo delante de la ventana de su habitación. Un inspector de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias le advirtió hace poco que, un día, el terreno se desplazaría aún más, y ella y su marido podrían despertarse al pie del acantilado.
“‘Si eres capaz de abrir los ojos, lo harás ahí abajo’”, Collazo Torres, de 57 años, recordó que le dijo el inspector.
Fiona dejó en Puerto Rico importantes inundaciones y un apagón generalizado. Más de un mes después, el impacto sigue siendo más evidente en comunidades remotas como Utuado, que durante años han sufrido de manera desproporcionada los desastres naturales, la inestabilidad económica y el abandono del gobierno. Muchas no se habían recuperado del todo del huracán María, que arrasó la isla en 2017, cuando llegó Fiona con sus lluvias extremas.
“Vivir aquí es un poco complicado”, comentó Collazo Torres con el tipo de eufemismo que los puertorriqueños despliegan con frecuencia. “Una vez que te acostumbras, sigues adelante”.
En la comunidad Parcelas Riera de Utuado, donde vive Collazo Torres, las casas unifamiliares están dispersas a lo largo de la carretera 605, una vía sinuosa a la que no se puede acceder totalmente en auto. Es la única carretera de entrada y salida, y algunos tramos han sido golpeados por tantas inundaciones y aludes que parecen un tobogán de lodo. Después de Fiona, Collazo Torres y su familia tuvieron que abrirse paso con una pala a través del barro para reabrir un camino hasta la puerta de su casa.
Aun así, Collazo Torres, que permanece en su casa en la misma parcela que sus hijas y su familia extendida, aseguró que ella y su marido, José Francisco Cruz López, de 67 años, un profesor de Matemáticas que sueña con jubilarse, están mejor que muchos de los que perdieron sus casas o pertenencias durante Fiona.
“Estamos vivos, y gozamos de buena salud”, afirmó.
Collazo Torres, quien creció en Utuado, señaló que la carretera 605, que conduce al pueblo, ha tenido poco mantenimiento desde hace al menos dos décadas. Es un símbolo de la precariedad que se ha arraigado en Puerto Rico, y de la incapacidad de la isla, en medio de una crisis fiscal y de deuda, de repetidos desastres y de la pandemia de coronavirus, de proporcionar servicios públicos a los necesitados.
Utuado, a casi 64 kilómetros al oeste de San Juan, es una ciudad rural en expansión con una población de 28.000 habitantes. Según el censo, el 54 por ciento de sus habitantes viven por debajo del nivel de pobreza. El alcalde Jorge Pérez Heredia, de 50 años, dice que su pueblo se enfrenta a muchos retos, algunos creados por el huracán María, otros derivados de la larga crisis financiera de la isla.
Dijo que “casi todas las comunidades de las montañas” de Utuado están en la misma condición que la de Collazo Torres, y añadió que el limitado presupuesto del pueblo es un obstáculo para comprar materiales de construcción, contratar nuevos trabajadores para reparar carreteras y puentes, u ofrecer servicios como transporte público. “Aquí arriba, en las montañas, todo es más caro, no importa el tipo de servicio que necesites”.
De los 65 puentes de Utuado, 44 necesitan ser reparados, precisó el alcalde.
Desde que Pérez Heredia asumió el cargo en 2021, los recortes al presupuesto municipal ordenados por la junta fiscal que el Congreso creó para supervisar las finanzas de Puerto Rico han llevado al gobierno de la isla a recortar las asignaciones a Utuado en alrededor de un millón de dólares al año. Aun así, los fondos federales designados para proyectos de recuperación de desastres tras el huracán María han permitido a Utuado aumentar su presupuesto a algo más de 10 millones de dólares en 2022 en comparación con los 8 millones del año fiscal 2020.
“Cuando se acabe esta lluvia de dinero federal”, opinó Pérez Heredia, “la mayoría de los municipios de Puerto Rico no podrán operar”.
Pérez Heredia conocía las malas condiciones de la carretera 605 antes de ser alcalde. Como trabajador de la compañía eléctrica, solía ir a Parcelas Riera a reparar líneas eléctricas. En 2020, para promocionar su candidatura a la alcaldía, subió a algunas de las zonas más altas de esta comunidad con su mujer, que se había comprado recientemente un vehículo nuevo todoterreno.
“Ella me preguntaba a dónde íbamos”, relató. “Tenía miedo de que su nuevo Jeep se estropeara”.
Eso es exactamente lo que ocurrió con los nueve autos y vehículos todoterrenos que Miguel Montalvo Colón, de 70 años, había comprado a lo largo de los años en la cima de una de las colinas más altas de Parcelas Riera, alrededor de la casa de hormigón que compartía con su mujer. Dos semanas después del huracán María, murió a los 62 años mientras lo daban de alta en el tercer hospital al que había acudido, donde le habían diagnosticado una infección del tracto urinario.
El huracán Fiona arrojó más de 58 centímetros de lluvia sobre Utuado y empeoró la carretera de por sí peligrosa que conduce a la casa de Montalvo Colón. Desde que Fiona tocó tierra el 18 de septiembre, el agricultor jubilado ha estado viviendo con una de sus hijas en una parte del pueblo que está a más de media hora en auto de Parcelas Riera. Montalvo Colón ya no puede conducir hacia su remota casa o desde ahí.
Los amigos, conscientes de su lucha de décadas por llegar a la casa donde creció y crio a sus hijos, le preguntan por qué no la vende y utiliza el dinero para comprar un nuevo lugar en el centro del pueblo de Utuado.
“No quiero”, aclaró Montalvo Colón. “Aquí es donde mi padre tenía su finca, donde vivo en paz y tranquilidad. Allá en el pueblo hay demasiado ruido, y ya tengo mi casita donde me siento como en mi hogar”.
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