Opinión: La UNRWA pide: ‘Detengan la violenta campaña de Israel contra nosotros’

EL COMISIONADO DE LA UNRWA HACE UN LLAMADO PARA QUE ACABEN LOS ATAQUES DE ISRAEL, TANTO FÍSICOS COMO VERBALES, EN CONTRA DE SU PERSONAL Y LOS EDIFICIOS.

La guerra en Gaza ha producido un flagrante desprecio por la misión de las Naciones Unidas, incluidos ataques indignantes contra los empleados, las instalaciones y las operaciones de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por su sigla en inglés).

Estos ataques deben parar y el mundo debe actuar para que los responsables rindan cuentas.

Mientras escribo esto, nuestra agencia ha verificado que al menos 192 empleados de la UNRWA han sido asesinados en Gaza. Más de 170 locales de la UNRWA han sido dañados o destruidos. Las escuelas gestionadas por la UNRWA han sido demolidas; alrededor de 450 personas desplazadas han muerto mientras estaban refugiadas dentro de escuelas y otras estructuras de la UNRWA. Desde el 7 de octubre, las fuerzas de seguridad israelíes han agredido a personal de la UNRWA en Gaza, que ha denunciado torturas y malos tratos durante su detención en la Franja y en Israel.

Al personal de la UNRWA se le acosa y humilla con regularidad en los puntos de revisión israelíes en Cisjordania, incluido Jerusalén Este. Las instalaciones de la agencia son utilizadas por las fuerzas de seguridad israelíes, Hamás y otros grupos armados palestinos con fines militares.

La UNRWA no es la única agencia de las Naciones Unidas que corre peligro. En abril, vehículos del Programa Mundial de Alimentos y de UNICEF recibieron disparos, al parecer sin proponérselo, pero a pesar de la coordinación con las autoridades israelíes.

El ataque a la UNRWA se ha extendido a Jerusalén Este, donde un miembro del municipio de Jerusalén ha ayudado a incitar protestas contra la UNRWA. Las manifestaciones se están volviendo cada vez más peligrosas, pues han incluido al menos dos ataques en los que se provocaron incendios en nuestro complejo de la UNRWA, así como a una multitud en la que había niños israelíes reunida frente a nuestras instalaciones que gritaba: “Que arda la ONU”. En otras ocasiones, los manifestantes arrojaron piedras.

Los funcionarios israelíes no solo amenazan el trabajo de nuestro personal y misión, también deslegitiman a la UNRWA al afirmar que en la práctica es una organización terrorista que fomenta el extremismo y tachar a los líderes de la ONU de terroristas que confabulan con Hamás. Al hacer esto, crean un peligroso precedente de ataques rutinarios contra el personal y las instalaciones de las Naciones Unidas.

¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Dónde está la indignación internacional? Su ausencia es una licencia para despreciar a las Naciones Unidas y abre la puerta a la impunidad y al caos. Si toleramos este tipo de ataques en el contexto de Israel y los territorios palestinos ocupados, no podremos defender los principios humanitarios en otros conflictos en todo el mundo. Este ataque a las Naciones Unidas disminuirá aún más nuestras herramientas para la paz y la defensa contra la inhumanidad en todo el mundo. No debe convertirse en la nueva norma.

Aunque durante mucho tiempo Israel ha sido hostil hacia la UNRWA, a raíz de los horrendos ataques del 7 de octubre desató una campaña para equiparar a la UNRWA con Hamás y describir a la agencia como promotora del extremismo. En una nueva dimensión de esta campaña, el gobierno israelí hizo graves acusaciones de que el personal de la UNRWA estuvo involucrado en el ataque de Hamás.

No hay duda de que los individuos acusados de actos criminales, incluido el deplorable ataque a Israel, deben ser investigados. Esto es justo lo que está haciendo Naciones Unidas. Esos individuos deben rendir cuentas mediante un proceso penal y, si son declarados culpables, deben ser castigados.

La Oficina de Servicios de Supervisión Interna, el máximo órgano de investigación del sistema de la ONU, está supervisando esta indagación. Investiga las acusaciones contra 19 de los 13.000 miembros del personal de la UNRWA en Gaza. Hasta la fecha, un caso se cerró porque no había pruebas. Cuatro casos fueron suspendidos porque la información era insuficiente para proceder. Otros 14 casos siguen bajo investigación.

Pero debemos hacer distinciones entre el comportamiento de los individuos y el mandato de la agencia de servir a los refugiados palestinos. Es injusto y deshonesto atacar la misión de la UNRWA con base en estas acusaciones.

Además de estos casos, ha habido más acusaciones de colusión con Hamás, que considero que han convertido a los trabajadores y bienes humanitarios de la ONU en objetivos legítimos para algunos. Eso es un peligro para los trabajadores de la ONU en todas partes. El mundo debe actuar con decisión contra los ataques ilegítimos a las Naciones Unidas, no solo por Gaza y los palestinos, sino por todas las naciones. La adopción la semana pasada de la Resolución 2730 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la protección del personal humanitario es un avance bienvenido.

La comunidad internacional dispone de medios para hacer frente a la perpetración de crímenes internacionales, como la Corte Penal Internacional. Sin embargo, la escala y el alcance de los ataques contra el personal y las instalaciones de las Naciones Unidas en los territorios palestinos ocupados en los últimos siete meses merecen el establecimiento urgente de un organismo de investigación dedicado e independiente, a través de una resolución del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General de las Naciones Unidas, para esclarecer los hechos e identificar a los responsables de los ataques contra sus agencias. Este organismo de investigación puede garantizar la rendición de cuentas y, sobre todo, contribuir a reafirmar la inviolabilidad del derecho internacional.

Debemos defender con firmeza a las instituciones de la ONU y los valores que representan ante la destrucción simbólica de la carta constitutiva de las Naciones Unidas. Esto solo puede lograrse mediante una acción basada en principios por parte de las naciones del mundo y un compromiso de todos con la paz y la justicia.

Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

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