El VAR y las campanadas

Soccer Football - Copa Libertadores - Quarter final - First Leg - River Plate v Nacional - Estadio Libertadores de America, Buenos Aires, Argentina - December 10, 2020 Referee Andres Rojas refers to VAR Pool via REUTERS/Marcelo Endelli
Las uvas, siempre, en La 1. (Foto: Reuters/Marcelo Endelli)

Gerard López es una de las musas de esta modesta columna semanal. Este domingo comentó en Movistar+ el Barcelona-Levante y, tras una posible mano de Vezo, nos avanzó: “Se va a revisar, seguro”. Conociendo los antecedentes, tan firme aseveración hacía presagiar un “Sigan, sigan” de manual y… bingo. De Burgos Bengoetxea ordenó que se reanudara el juego.

Los participantes en la retransmisión (el propio Gerard, José Sanchis, Andoni Zubizarreta y Ricardo Rosety) comenzaron entonces a hablar sobre el protocolo del VAR. Alguien me dijo en Twitter que esto empieza a ser ya como lo del carrillón y los cuartos, que cada Nochevieja te lo explican como si fuera la primera vez. El protocolo de las campanadas quedó más o menos claro tras la pifia histórica de Marisa Naranjo en Televisión Española, pero para el del VAR no acaban de dar con la tecla. Dos temporadas y media llevamos ya atragantándonos con estas uvas.

El VAR es la mayor novedad introducida en el fútbol en las últimas décadas. Afecta a la justicia en el juego y era fundamental que los medios de comunicación lo explicaran de forma clara y transparente. No ha sido así, porque para contar algo primero hay que conocerlo y, sobre todo, tener interés por conocerlo y por contarlo. Llama la atención que los árbitros sepan explicarlo mejor que los profesionales de la comunicación, y no lo digo ya por el partido del domingo. Cuando decenas de periodistas fuimos invitados por LaLiga a sesiones formativas, el instructor de turno (Velasco Carballo o Clos Gómez) empleaba dos verbos distintos: chequear y revisar. Chequear es lo que se hace en el VOR (mal llamado “sala VOR”, pues ‘VAR Operations Room’ ya incluye la palabra ‘sala’) y revisar es lo que hace el árbitro en la pantalla a pie de césped. Todas las jugadas conflictivas se chequean pero sólo unas pocas se revisan.

Bastaría conjugar dos verbos, sólo dos, para no liar al personal, pero dos años y medio después seguimos con “A ver si esa caída en el área se revisa”, con “Todas las jugadas se revisan” y sobre todo con “Es que no sabemos qué se revisa”. Esta última tiene un pase en boca de un jugador, de un directivo o de un entrenador que necesiten justificar un mal resultado, pero un periodista debería saber qué se chequea o qué se revisa y por qué. Sólo así podrá criticar a los árbitros en las numerosas ocasiones en que se lo merezcan y guardar un prudente silencio en el resto. Sí, claro, esto del periodismo deportivo no consiste en hablar con el freno de mano echado sino más bien en alborotar, pero más de uno se hará un favor a sí mismo si deja de ponerse en evidencia con quejas como “Si el árbitro tiene dudas, ¿por qué no va al monitor?”. Como si el VAR entrara en jugadas dudosas. Como si el árbitro pudiera ir al monitor. Como si el VAR fuera a solucionarlo todo. Como si siempre fuera a darnos la razón.

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