NBA: Jimmy Butler sobrecumplió el anhelo de un chico argentino que lo tiene por ídolo y estaba triste
“Querido Jimmy: viajamos más de 4405 millas para verte jugar. ¿Podemos tener una foto o un café Big Face?”. Un niño sostenía la pancarta, sonriente, parado en las plateas del Miami Dade Arena. “Jimmy” era Butler, la figura mayor de Miami Heat. Y el equipo de la pelota y el haz de fuego, que también estaban en el cartel –nada precario– del chico, estaba por recibir a Boston Celtics, el líder de la NBA. Cuando se hermana, que tenía una bandera argentina, se enteró de que aquél a quien habían ido a ver no jugaría y le avisó, el pequeño hincha casi colapsó.
Felipe Velázquez se quedó inmóvil por un segundo, dejó caer la cartulina, se tomó la cabeza. El traslado de 4405 millas (algo más de 7000 kilómetros) entre Buenos Aires y Miami pareció perder todo sentido. El niño es muy admirador de la estrella de peinados llamativos, un jugador espectacular, muy hecho a la medida de la mejor liga del mundo: Big Face es una marca de café de Jimmy Butler, y no cualquiera la conoce en Argentina. Pero el final de la historia no fue lo triste que parecía a esa altura. Ni siquiera poco triste, en realidad.
La pequeña historia que empezó mal y tuvo un final feliz
Sin su número 22, Miami bajó al histórico equipo verde con un 98-95, y se afianzó en el sexto puesto del Este, de clasificación directa para los playoffs. Un consuelo para los dos hermanos argentinos. Más consuelo tuvieron cuando recibieron de regalo una pelota y una camiseta blanca de Miami con el 22: la imagen de la desazón de ambos no había pasado de largo para la franquicia. Pero hubo más.
Enfermo, Butler no sólo no pudo jugar el partido: ni siquiera estuvo de civil entre los suplentes. De hecho, miró el triunfo por televisión. Y no fue indiferente al golpe emocional del muchachito que había viajado tanto por él. Averiguó cómo podía contactarse con el pequeño y al tiempo le regaló una sorpresa: lo recibió en el propio parquet del estadio vacío, anduvo por los pasillos junto a Felipe y Zoe y se tomó la foto que el cartel le pedía. Varias, con los dos hermanos y hasta con familiares de ellos.
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— 🏁 Jamal Crawford (@JCrossover) January 25, 2023
El alero de 33 años, de quien hay elogios tanto por lo que hace en la cancha como fuera de ella, sobrecumplió el anhelo de su pequeño fanático. Y tampoco él se quedó con las manos vacías: el niño y su hermana le retribuyeron con su pabellón celeste y blanco y una dedicatoria hecha con marcador. “Para Jimmy, de Zoe y Felipe”, empezó diciendo el mensaje. Los jovencitos conocieron a su basquetbolista favorito, y el superprofesional se quedó con una bandera argentina. Win-win, dirían en los negocios.
Para los hermanos Velázquez no hubo mal que por bien no viniera. Su ídolo deportivo es también ahora un ídolo humano. Un gesto puede hacer que un chico sonría por mucho tiempo. Y guardar una anécdota linda por toda la vida.