Narraciones latinoamericanas: la joya que cautiva a los europeos por su pasión, un sentimiento único

Narraciones que acompañan goles míticos, como el de Mattia Zaccagni con el que Italia obtuvo su boleto a Octavos en la Euro. (Harry Langer/DeFodi Images via Getty Images)
Narraciones que acompañan goles míticos, como el de Mattia Zaccagni con el que Italia obtuvo su boleto a Octavos en la Euro. (Harry Langer/DeFodi Images via Getty Images)

Las narraciones son sustanciales para disfrutar de un partido de futbol por televisión. No hay nadie que lo pueda negar: el cronista tiene el poder de elevar al máximo la emoción de un gol. Pero, desde luego, también juega con dinamita, porque si su relato no es apasionante, aburrirá a los espectadores. Y ahí no hay consuelo que valga: aburrido el partido y aburrida la narración. Y ni hablar de aquellos narradores que no se esmeran ni siquiera cuando hay motivos para relatar con toda la adrenalina posible.

Este fenómeno se ha visto con especial énfasis en las últimas semanas. La Euro y la Copa América se están disputando al mismo tiempo. Ese empate ha provocado cientos de análisis futbolísticos, la mayoría de ellos (por no decir que todos) favorables a la Euro, pues es ahí adonde se encuentra un mayor nivel futbolístico. Pero no todo es malo para el continente americano. Si algo despierta elogios, son los narradores de futbol con los que cuenta América.

Así se vio, por ejemplo, con el gol de Zaccagni, que le dio una dramática calificación a Italia a los Octavos de Final de la Euro. Los aficionados italianos recurrieron a la red para encontrar, y disfrutar, de la narración de Mariano Closs, un célebre relator argentino, que se caracteriza por la emoción que imprime en su trabajo. Si un gol importante fue anotado, hay que buscar cómo lo narró Closs para vivir la experiencia completa. ¿Por qué hasta de Italia lo busca?

A nadie le cabe duda: los narradores latinoamericanos tienen una capacidad única para remover todas las emociones de sus espectadores. Y en estos días, aunque el futbol de calidad les acompaña, los europeos padecen de sus propias narraciones. Les pasa a los españoles, que se han quejado amargamente de los relatos de Juan Carlos Rivero, relator que, como muestra, cambió el nombre a Ferrán Torres en el partido de España ante Albania: le dijo Ferrán Martínez (y otra serie de confusiones que, por ahora, son cómicas y no causan tantos enojos, pues España va imparable y todo son risas).

Y es que cuando se ve la pasión y precisión con la que se cantan los goles, o jugadas clave, en Latinoamérica, la comparación queda desfasada: es claro quiénes le imprimen el sello emocional que debe tener un partido de futbol. Aunque también hay preferencias y asteriscos: ayer, en el partido entre México y Venezuela, muchos aficionados de la Vinotinto manifestaron que les gustaba mucho ver el encuentro con los relatos argentinos, ya que ahí no había el favoritismo esperado cuando se consulta una narración mexicana. Y viene la parte inversa: las quejas, cuando juega Argentina, como el martes ante Chile, de que sus relatores sean parciales. Vaya, que quieran que todas las jugadas sean para su selección, incapaces de ocultar su predilección.

Los gustos pueden ser amplios, pero una buena narración goza de un poder a prueba de barreras: cuando la escuchas, te das cuenta de que algo diferente hay en ella, aunque ni siquiera entiendas el idioma en el que ha sido construida. La residencia del gol es la portería, pero para que la celebración valga la pena de verdad debe haber un grito del alma que trastoque todos los sentimientos que conforman al futbol, porque un gol puede celebrarse con euforia y también con llanto.

En vista de esas condiciones, no cabe duda de que buscar narraciones de otros países seguirá siendo una gran opción para quien pretenda entender cómo se vivió lo que causó tanta pasión en terreno propio. Es una de las ventajas que brinda el mundo virtual de la actualidad. Así, si una narración no es del gusto, todo es tan sencillo como poner el modo silencio y, unas cuantas horas después, ir a buscar el relato que de verdad genere emoción.

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