Nahuel Guzmán, el portero que siempre da espectáculo, para bien o mal

Nahuel Guzmán en la final del futbol mexicano entre Tigres, su equipo, y el América. (Jaime López/Jam Media/Getty Images)
Nahuel Guzmán en la final del futbol mexicano entre Tigres, su equipo, y el América. (Jaime López/Jam Media/Getty Images)

Nahuel Guzmán no pudo relatar un final feliz anoche en el Estadio Azteca. La gloria se la llevó enteramente el América. Fue una reedición de la final perdida de Tigres en el Apertura 2014, el primer torneo de El Patón en México. Aquel partido acabó 3-0, igual que el de ayer. En ese encuentro fue expulsado. Lo mismo pasó en esta ocasión. Guzmán conoce de victorias y derrotas. Así se construye la radiografía de los futbolistas de culto: triunfan y fracasan, sin absolutos.

La noche presagiaba el vuelo del águila. Tigres iba por el aztecazo con el respaldo que les daba ser el campeón vigente. Los roles estaban claros. Todo lo que hiciera Tigres debía tener tinte heroico si querían salir con la corona. Y Guzmán se apuntó de inmediato para, por enésima ocasión, entrar en la historia. A su modo, como el portero estridente y decisivo que siempre ha sido. La final parecía atrapada por el miedo a perder (de ambos lados), pero no faltaron ocasiones de gol.

Cuando Diego Valdés se preparaba para prender el balón de volea, al pánico cundió en la atmósfera. Era un gol cantado. Con toda la pinta que adorna a las postales de colección. Pero ahí estaba él. Guzmán bloqueó el disparo oportunamente para ahogar el grito de gol del Azteca. Del otro lado hubo respuesta por parte de Luis Ángel Malagón, que atajó un cabezazo a Gignac (aunque la jugada fue más un error del francés). Además de la atajada de Guzmán, hubo otra dosis de fortuna de la que Tigres disfrutó, con ese remate de cabeza de Quiñones que pasó a un lado del arco.

Nahuel Guzmán derriba a Julián Quiñones fuera del área, en la jugada que le costó la expulsión. (Manuel Velásquez/Getty Images)
Nahuel Guzmán derriba a Julián Quiñones fuera del área, en la jugada que le costó la expulsión. (Manuel Velásquez/Getty Images)

La afición del América se metía todo el tiempo con Nahuel, sabedores de que suele convertirse en un imán de atención. Pero su sangre fría seguía estable al menos hasta el segundo tiempo. Hasta se dio el gusto de hacer una jugada de lujo con amague en una salida. El partido era de un gol. Y Guzmán lo evitó primero tapando un mano a mano contra Álvaro Fidalgo. La expulsión de Raymundo Fulgencio, que acababa de entrar al partido, dejó claro que Tigres debía esperar un milagro. Jugar a defender y, ni modo, añorar los penales, ese paraíso en el que cuentan con un experto.

Cuando el partido estaba por acabar en su tiempo regular, Guzmán volvió a frustrarle el gol a Valdés. Otra vez un balón franco de gol y de nuevo su figura imponente para acercarse al milagro. Parecía invencible. Pero Quiñones se dispuso a, por fin, derrocar al reinado de Nahuel (ya en tiempos extras) y, aunque el meta tuvo todavía una reacción para negar el gol en primera instancia, tras el rebote fue inevitable. Era el gol que abría el camino al título.

Guzmán en la final del Apertura 2014, la primera de las dos que ha perdido con el América en el Azteca. (Héctor Vivas/LatinContent via Getty Images)
Guzmán en la final del Apertura 2014, la primera de las dos que ha perdido con el América en el Azteca. (Héctor Vivas/LatinContent via Getty Images)

Tigres trató de responder y quedó desprotegido en defensa. Luego de un balón parado desperdiciado, América tuvo el contragolpe en los pies de Quiñones. Guzmán se la jugó por completo. Derribó al delantero americanista muy lejos de su área y Adonai Escobedo le mostró la tarjeta roja. No quedaba más para Tigres. Nueve jugadores, en desventaja y sin su seguro de vida. Fue cuestión de tiempo. Richard Sánchez y Jonathan Rodríguez acabaron con las esperanzas de Tigres y confirmaron lo que se veía venir: la catorce.

Pero Nahuel Guzmán dejó un último capítulo para los libros, entre cómico y antideportivo. Emulando a Tuca Ferretti en una ocasión en la que fue expulsado y se escondió detrás del banco de suplentes, Guzmán se refugió debajo de una lona publicitaria para intentar pasar desapercibido y no marcharse inmediatamente del campo. Incluso expulsado trataba de generar alguna ventaja o al menos de lanzar un salvavidas. De nada sirvió, pero quedó para el recuerdo. Los diccionarios deben añadir una fotografía de Nahuel Guzmán para ilustrar la palabra espectáculo.

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