Mundial Sub 20: Jay Herdman, la introvertida figura de Nueva Zelanda de padre mundialista que se ilusiona con dar el golpe contra la selección argentina
SAN JUAN (Enviado especial).- Al momento de partir hacia San Juan, antes del partido que los va enfrentar el viernes a las 18 en el estadio Bicentenario, los planteles de la selección argentina y la de Nueva Zelanda se cruzaron en el aeropuerto Ángel de la Paz Aragonés, de Santiago del Estero. Los locales apenas pudieron frenar unos minutos para sacarse fotos con algunos hinchas que se encontraron ahí y embarcaron rápidamente, pero los oceánicos mataron el tiempo armando su propia “fiesta” en la pequeña sala de espera, con música en parlantes y un “picadito” que armaron con una pelota que compraron en la provincia. Pero mientras sus compañeros se divertían para hacer más amena la espera, la figura del equipo, Jay Herdman, aguardaba sentado, callado, con su capucha puesta, casi escondiéndose.
El número 10 del equipo se muestra muy tímido y callado fuera de la cancha, algo que parece ir en línea con su porte físico, mucho menos imponente que el de sus compañeros, pero una vez adentro es cuando demuestra al máximo su personalidad y desparpajo. Es la máxima carta ofensiva de un equipo que ha demostrado ser sumamente paciente para atacar en los momentos justos, y el actual jugador de Vancouver Whitecaps en la MLS le ha sacado el jugo a las oportunidades que tuvo. La mejor demostración de ello se dio en el partido contra Uzbekistán en el Madre de Ciudades, cuando convirtió uno de los mejores goles del Mundial Sub 20. El volante Fin Conchie robó en una salida y tocó rápido para él, que eludió a su marcador con un brillante giro y luego sacó un derechazo imposible para el arquero.
¡GOLAZO DE NUEVA ZELANDA! 🇳🇿 Herdman y un tremendo zapatazo al ángulo para poner el segundo de los oceánicos ante Uzbekistán 🇺🇿
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“No lo vi todavía, en el vestuario me voy a sentar a verlo, pero fue un lindo remate”, contó Herdman sobre su gol a LA NACION, después del encuentro. “Ojalá pueda hacer otro en el próximo partido”, se ilusiona. El número 10 ofrece esa sensación de introversión inicial al momento de empezar a hablar: comienza con un tono suave, mirando hacia abajo, pero con el tiempo se suelta y deja entrever su acento más “norteamericano”, producto de una curiosa historia de vida en el fútbol. Nació en el país que hoy representa, en la ciudad de Invercargill, pero su legado familiar poco tiene que ver con Nueva Zelanda, sino más con el trabajo de su padre, John Herdman. El nacido en Inglaterra es una figura central para el desarrollo del fútbol femenino en el país: entró a trabajar en la federación en 2003, y entre 2006 y 2011 fue el seleccionador que hizo que regresaran al Mundial tras 16 años, sin perderse ninguna edición desde entonces.
Su trabajo en Canadá, país al que emigró tras la Copa del Mundo de 2011, fue aún más sobresaliente. Con el equipo femenino obtuvo dos bronces olímpicos al hilo en 2012 y 2016, y dos años después se hizo cargo del equipo masculino, al que el año pasado llevó a su primer Mundial en 36 años guiado por la primera superestrella canadiense de la historia, Alphonso Davies. Jay tuvo la posibilidad de sumarse al equipo de su padre, que viene en alza, y de hecho jugó en el Sub 20 del conjunto norteamericano, pero luego se inclinó por el país donde nació: “Nueva Zelanda está en mi corazón. Es el lugar donde vivo desde que era chico, es especial. Y los chicos también lo son”, cuenta Herdman, que agrega que no hubo debate familiar para tomar su decisión: “Mi papá me dejó elegir, no tuvo incidencia en eso, y está bien”.
La postura de Jay fue de hacer su propio camino en el fútbol. A pesar de no haber debutado todavía en el primer equipo de Whitecaps, es un talento de gran consideración en el equipo canadiense y ya está generando interés en Europa, algo que alimentó con su gol contra Uzbekistán. Aquel tanto garantizó al conjunto “kiwi” una ventaja de 2-0 sobre el campeón asiático, pero los uzbekos asaltaron su área durante todo el segundo tiempo y se llevaron como recompensa un empate por 2-2 en tiempo de descuento, un resultado que, de todos modos, deja a los oceánicos en una posición muy cómoda en el grupo A: marcha segunda, detrás de Argentina (6 puntos), con 4 unidades.
El siguiente desafío será el más complicado de todos hasta ahora: su férrea defensa deberá medirse contra el seleccionado local, de gran poderío ofensivo. Pero Herdman tiene mucha confianza en que pueden dar la sorpresa: “Argentina es un buen equipo, pero vamos a ir al partido con confianza, en especial si seguimos defendiendo como lo venimos haciendo”, destacó, y luego explicó cómo cree que puede atacar al equipo de Javier Mascherano. “Si Uzbekistán le pudo convertir, creo que podemos generar chances con centros y pelotas al área, somos un equipo de jugadores altos. Si encontramos a la defensa desatendida, con jugadas como esas podemos probar”.
Claro está, Herdman y el resto de los Junior White Caps tendrán que hacerle frente a un fuerte factor que tuvo siempre a favor la albiceleste a lo largo de esta Copa del Mundo: la localía. En los dos partidos en Santiago del Estero, el Madre de Ciudades agotó sus localidades y más de 37 mil hinchas aportaron bombos, trompetas, aplausos, cánticos a viva voz y hasta silbidos para los rivales. Herdman acepta el desafío: “Creo que eso va a motivar a la mayoría de nosotros, va a ser una linda experiencia”, afirmó, argumentando que la concurrencia es mucho mayor de la que esperaban en el país: “12 mil personas vinieron a vernos solo a nosotros, además de los 37 mil que se quedaron para el partido de Argentina. Va a ser especial jugar frente a tanta gente, pero creo que vamos a estar a la altura”.
Para estos primeros dos encuentros, Jay contó nada menos que con la presencia de su padre John en el estadio, que fue testigo del golazo de su hijo contra el campeón asiático. Y en declaraciones al sitio oficial de la FIFA reveló un detalle que puede ayudar mucho a entender su posición para con el futuro de su hijo: “Tomé una decisión muy importante al principio de mi carrera como entrenador. Decidí no ser más que un padre para mi hijo y dejar que sus entrenadores lo entrenen. Si me pide consejo, le digo que sea él mismo, valiente, corajudo, y que disfrute del proceso”, aseguró. La respuesta del 10 kiwi estuvo a tono con su humildad y su introversión al reconocer también lo que hizo su padre: “Fue un orgullo verlo en el Mundial, y estoy seguro de que se debe sentir igual viéndome a mí”.