Mundial de rugby Francia 2023: una ceremonia sencilla y emotiva como preludio para el gran triunfo de la selección local ante los All Blacks
PARIS (Francia).– La Copa Webb Ellis reluce en la punta de la Torre Eiffel en el centro de la cancha del Stade de France. Es tan sólo una representación que ni siquiera pretende ser real, pero que conlleva un peso simbólico muy grande. Unos 300 artistas vestidos con trajes típicos de toda Francia, bailan y cantan a su alrededor. En las tribunas, 78.690 espectadores les siguen el juego y se genera un ambiente único. Francia 2023 comenzó signada por la alegría y el jolgorio.
Una ceremonia tan sencilla como festiva marcó el inicio del Mundial, con la intención de que la tónica se mantenga hasta el 28 de octubre, día en que la copa volverá a aparecer y tendrá un nuevo dueño. El actor Jean Dujardin, ganador del Oscar por su actuación en la comedia musical The Artist, fue el coreógrafo y actor principal de la ceremonia, un tributo al rugby y la identidad del pueblo francés.
“El Mundial de Francia 2023 queda oficialmente inaugurado”, dijo el presidente Emmanuel Macron y despertó una ovación que tapó los fuertes silbidos con que inició su discurso. Antes, la Marsellesa eclipsó las palabras de Bill Beaumont, el presidente de World Rugby. “La espera terminó”, sentenció el inglés. El público quería ver rugby.
Desde muy temprano, la línea B del RER que conduce al estadio situado en Saint Denis, en las adyacencias de París, estuvo desbordada. No importó el excesivo calor que azota por estos días a la capital mundial del arte. Por más apretados que estuvieran, el clima era de total algarabía. Alrededor del estadio, los bares estaban atestados de hinchas con la camiseta azul, o también la blanca, ya que es la que utilizaron ayer para que no se confunda con la de los All Blacks. Algunos disfrazados de gallo, de Asterix y Obelix o con el típico traje folklórico, boina incluida. El denominador común era la cerveza y la algarabía. “Allez les Bleus, allez les bleus”, sonaba a cada momento. Si no, la Marsellesa. Así todo el tiempo, primero afuera y luego adentro de la cancha. Los neozelandeses también se hicieron notar. “Good game”, les decían los franceses cuando pasaban a su lado. En tercer lugar, diseminados por el estadio, un buen número de argentinos.
“Vinimos ayer, mañana vamos a ver los Pumas a Marsella, después a visitar unos primos a Barcelona y por último el partido con Chile”, cuenta Héctor, productor agropecuario de Villa María, Córdoba, que vino con su mujer y su hijo, los tres con la celeste y blanca.
El primer duelo del día fue el de los himnos. Primero, la Marsellesa. Un coro de niños se encargó de ponerle voz, pero no hizo falta. El estruendo de la gente fue todavía más conmovedor. Sobre todo en esa parte que dice “Aux armes, citoyens / Formez vos bataillons”. Y después, el haka, en versión del kapa o pango, la más guerrera de las dos.
El try tempranero de los All Blacks aplacó un poco al público, que de tanto en tanto se despertaba. Recién cuando Mark Telea marcó su segundo try, se encendieron: primero contra el árbitro sudafricano Jaco Peyper reclamando un pass-forward; luego, festejando la decisión de ir al line-out en un penal, explotando finalmente con el try de Damian Penaud. El try del final desató la fiesta de los 78.690 espectadores que terminaron saltando y bailando.
Los festejos se prolongaron por las calles de París. La tarde que había empezado con cerveza, siguió con más cerveza. El Mundial empezó de la mejor manera para Francia. El objetivo: volver a este estadio dentro de siete semanas y quedarse con la copa verdadera y subirla, ellos mismos, a lo alto de la verdadera Torre Eiffel.