Marcelo Bielsa y Uruguay: por qué eligió a la Celeste, qué hará con los referentes y qué prevé para los amistosos de junio
Marcelo Bielsa, el Loco, da la vuelta al fútbol. Después de trabajar en tres de las cinco ligas más importantes del mundo, vuelve a un lugar conocido: una selección. Tras una auditoría personal que duró dos meses, en la que el rosarino de 67 años se mimetizó con el uruguayo de a pie, estampó su firma en un contrato de 39 meses, hasta el Mundial de 2026. De buzo negro, más flaco que durante su etapa en Leeds, de Inglaterra, recibió dos regalos de parte del presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Ignacio Alonso. Su nuevo jefe le entregó una pintura al óleo del estadio Centenario, su nueva casa. Y una camiseta con el apellido Bielsa en la espalda. Celeste. Su nuevo color.
Antes, el flamante entrenador había tenido una charla distendida con los dirigentes. Estaban Alonso y los otros integrantes del comité ejecutivo que fue a buscarlo cuando recién descubría la rambla montevideana. Cuando estaba en ese período de adaptación (o de enamoramiento, quizás) de la vecina orilla. “No lo dijo, pero casi se sintió como un uruguayo más. Mucho más afable, más cercano que lo que fue después en la conferencia”, contó a LA NACION un dirigente que estuvo en ese encuentro.
En cuanto el rosarino apareció en escena hubo aplausos. Así lo saludaron los casi 300 acreditados, un récord. Entre ellos, el presidente de la filial uruguaya de Newell’s, club cuyo estadio lleva el nombre del DT. El rosarino es un hombre de muchas palabras, pero no las suelta fácilmente. Hay que preguntar. Se puso a disposición. Había un lista de 25 periodistas para las consultas. La primera definición llegó al comienzo: “No tuvieron que convencerme. Casi diría que todo lo contrario”. Hay que buscar en la trayectoria del DT la razón: siempre eligió lugares en los que el hincha fuera muy pasional y muy lugareño. Ejemplos: no fue a Barcelona ni a Real Madrid, sino a Espanyol y Bilbao; no dirigió a PSG ni a Monaco, sino al Olympique de Marsella y a Lille; no fue entrenador de Chelsea, de los dos equipos de Manchester ni de Arsenal, sino que condujo a Leeds.
Uruguay tenía que superar ese filtro. Lo hizo, y Bielsa contó cómo: “Vine a pasar un fin de semana a Montevideo con mi esposa. Fuimos quedándonos... Nos quedamos dos meses. Y un día le dije que íbamos a pasar el día a Carrasco. «Volvamos en transporte público cuando la gente vuelve. Cuando se asoman el lunes y el malhumor». El transporte estaba repleto y el viaje duró 45 minutos. Se produjo un montón de episodios que pusieron a prueba la civilidad de los que iban en el micro. Nuestra conclusión fue de admiración por la generosidad con la que la gente interactuó. Me refiero al respeto por niños, mayores, mujeres. Entró una mujer a tickear los boletos. Acá se termina la civilidad. Hizo lo que tenía que hacer y todo funcionó”. Esa experiencia mundana fue la que decantó la balanza y conmovió al DT, que decidió volver a trabajar.
La explicación de Bielsa sobre su aceptación del cargo
Pero el rosarino aceptó porque sabía que tenía materia prima suficiente para que la Celeste interpretara de la mejor manera su idea. Sin ese talento habría sido imposible que el DT se embarcara en el proyecto que tiene al Mundial de Canadá, Estados Unidos y México en el horizonte. Lo admitió recién en la última respuesta: “Dirigir a un club es un trabajo de intervención constante. Y una selección es un trabajo de reunir rápidamente individualidades de gran nivel. Una de las cosas que consideré mucho es que no iba a tener en ningún club de los que a mí pueden ofrecerme un grupo de jugadores como los que Uruguay tiene en este momento”.
No es el mismo entrenador que asumió en Argentina a fines de los noventas. Uruguay es volver a empezar en una selección. Bielsa habló de los próximos amistosos y destiló minuciosidad, un gen que está en su ADN: “En estos meses, tentativamente, he generado tres o cuatro jugadores por posición. Dentro de ese grupo de 33-40 jugadores, siempre en esta primera experiencia elegiré a aquellos que menos conozca. Es necesaria la cercanía de un ciclo de entrenamientos. Utilizaré estos nueve días de junio para familiarizarme con los que menos conozco y menos he visto. Hay jugadores que aunque uno no los haya dirigido se disimula el mano a mano porque son tantas y tan frecuentes las veces en que se puede verlos jugar que la profundización del análisis es natural. Hay otros que son menos visibles. Y seguramente será eso lo que más determine la construcción de la próxima convocatoria. Luego, la de septiembre es a todo o nada”. Es claro: su primer Uruguay será de pruebas. El segundo, por los puntos, ya tendrá más de su impronta.
Parecía solemne, pero el rosarino se permitió bromear: ”Los resúmenes de tres minutos no son el fútbol ni muchísimo menos. Es como si uno viviera con la esposa sólo los sábados a la noche. ¡No hay matrimonio que fracase!”, postuló, y el auditorio respondió con risas. Y siguió con sus conceptos: “En fútbol, y siendo extranjero o connacional, la aceptación tiene un solo nombre: «victoria», «triunfo». Después, habrá más o menos paciencia si el que protagoniza la merece según el sentir popular o no. Entonces, por supuesto que el rechazo a lo que no es propio, a lo extranjero, es legítimo. Es un sentimiento que consolida la identificación de lo propio. Sobre todo, en un país que está futbolizado, que tiene jugadores y entrenadores prestigiosos”, opinó sobre ser apenas el segundo entrenador extranjero de Uruguay en su historia (el primero, también argentino: Daniel Passarella).
Habló de los referentes que tenían un signo de pregunta sobre su futuro en la selección. No los nombró, pero todo el mundo sabía que eran Edinson Cavani, Luis Suárez y Diego Godín, tres integrantes de la generación dorada que brilló en Sudáfrica 2010. “Creo que corresponde establecer un diálogo. Escuchar. Ser escuchado. Y luego, la inevitable tarea de decidir, si es que es necesario hacerlo. No tengo una posición previa establecida. En el caso de los jugadores que están claramente identificados por su edad, creo que hablar sin haber hablado con ellos no sería prudente”, dijo ante la primera consulta. Cuando el tema de los ídolos volvió, Bielsa fue más tajante: “Dije que cualquier decisión que involucre a algún jugador uruguayo con antecedentes históricos no puede ser tratada sin escucharlo. Soy muy respetuoso de los ídolos: son patrimonio de la gente. Son un metal precioso para los más pobres. Jamás haría conscientemente algo que pudirea dañar a un ídolo”.
🔥 𝐔𝐧𝐚 𝐥𝐨𝐜𝐮𝐫𝐚 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐝𝐚 𝐁𝐢𝐞𝐥𝐬𝐚
Ante más de 300 periodistas, Marcelo está dando su primera conferencia de prensa como técnico uruguayo.
📺 https://t.co/qVMBrYJR1J #ElEquipoQueNosUne pic.twitter.com/DADrn1eSnS— Selección Uruguaya (@Uruguay) May 17, 2023
El entrenador se hizo un tiempo para reflexionar sobre el fútbol actual, en una de sus respuestas más filosóficas. “El fútbol es la gente y los jugadores. Y después estamos quienes mediamos entre ambos. Somos los entrenadores, los periodistas y los dirigentes. Somos lo peor del fútbol, claramente. Eso se verifica. El fútbol tiene cada vez más adeptos y cada vez se parece menos a lo que permite que un hincha se enamore del juego. Al fútbol lo mantienen los hinchas. Hay que evitar destruir el fútbol. Creo que los entrenadores, dirigentes y periodistas hacemos todo lo posible para que el fútbol sea cada vez peor, y estamos consiguiéndolo. Cada vez hay menos jugadores que vale la pena ver. Nos damos cuenta por los valores exorbitantes que se paga por los que juegan bien. Ni aun los poderosos, como la liga inglesa, pueden mantener la tradición y no dejarse absorber por la moda”.
Y otra contestación XL sobrevino cuando lo consultaron sobre el título de campeón de Argentina en Qatar 2022. Los contactos del rosarino con la prensa son escasos y él no da entrevistas individuales (otro rasgo personal). En Uruguay, ante una gran mayoría de interlocutores de ese país, Bielsa sacó a relucir su argentinidad. “Estoy orgulloso de ser argentino. Me gusta. Amo el fútbol de mi país, como no puede ser de otro modo. Quería que Argentina saliera campeón del mundo de cualquier manera. Después analizaríamos. Por supuesto que la recompensa que Messi obtuvo es mucho más vinculada con su obstinación, su paciencia, su aguante, que con sus recursos, que obviamente son extraordinarios. Hubo dos cosas que me encantaron de la final. Antes del partido hice una comparación: puse cada jugador francés comparado con cada jugador argentino en su puesto. Mi conclusión es que había nueve jugadores franceses mejores que nueve argentinos. «P...», qué partido difícil. Y Argentina no solamente mereció el triunfo, sino que dominó 80 minutos de los 90. Ése fue el mejor elogio de todos para el entrenador y los jugadores. Demostraron ser mucho mejores que los rivales cuando el análisis previo mostraba lo contrario. También noté una cosa definitoria: por primera vez noté que el público iba a acompañar al equipo aunque no ganara. Eso no es propio del exitismo argentino. Es algo que el equipo se había ganado. El costo social que tiene la derrota en la Argentina hace que los jugadores se potencien. Los jugadores argentinos no quieren perder. El público fue distinto. Desde el primer momento el mensaje fue que iba a acompañarlos aunque no ganaran. Eso tuvo un efecto muy potenciador”.
Bielsa también elogió a Oscar Washington Tabárez, el Maestro, el hombre que marcó un hito al frente de la Celeste. Una suerte de Alex Ferguson del Río de la Plata. “No se puede competir con ni reproducir el legado de Tabárez. Haré lo máximo y después veremos”, señaló. Casi una hora y 25 preguntas después, Bielsa puso punto final. “Muchísimas gracias”, dijo.
Era momento de ponerse a trabajar con la mira puesta en Chile, el primer rival por la eliminatoria sudamericana. Justo Chile, el país que lo encumbró y al que hizo creer que ganar era posible. Uruguay es bicampeón del mundo. No necesita que lo convenzan de nada. Precisa volver a competir. Y ganar. Bielsa lo tiene clarísimo.