Mar del Plata: cómo es el nuevo perfil de turismo premium que se consolida y cuál es el imán que lo atrae
MAR DEL PLATA.– Cuentan que un fin de semana, sobre el final del último enero, el aeropuerto local se revolucionó con un pico de pedidos de aterrizaje de más de una decena de vuelos privados. De cabotaje, muchos también desde países vecinos, todos con la misma escala y sus pasajeros, con destino calcado: una fiesta electrónica en las playas próximas al faro marplatense, donde tocaría un DJ europeo de élite.
Ese segmento de jóvenes y no tan jóvenes, entre los 20 y los 40 años, en muchos casos extranjeros que descubren la ciudad en gira por los senderos internacionales de la música que los apasiona, vuelve a marcar presencia en estas arenas, donde la grilla de este verano es garantía de madrugadas multitudinarias y un público que no se fija tanto en el bolsillo, sino en quién estará al comando de la música hasta el amanecer.
Un segmento y perfil de turismo que además impacta en la hotelería de mayor categoría. “Ya sé cuándo toca un DJ de los mejores porque lo primero que se completan son las habitaciones de mayor costo”, confió a LA NACION una empresaria del rubro que aprendió a leer en su negocio estas olas, movidas por un circuito de shows que encontraron en Mar del Plata y el arranque de cada año un escenario a su medida.
Se mueven en principio de día, cuando se templan con los sets que se extienden hasta la noche. Y luego ya bien entrada la madrugada, donde el artista de turno subirá a escena cuando falte muy poquito para reencontrarse con el sol. “En Buenos Aires comienza el armado de estos viajes que son de vacaciones, pero siempre decididas luego de ver qué fiestas y qué DJ hay en esa fecha”, cuenta Romina, que durante la tarde anda por el parador Mute, en una suerte de previa que coincide con las pruebas de sonido del show que llegará –y que ella disfrutará– después de medianoche.
Este balneario se consolidó como epicentro de los principales eventos de música electrónica y algunas otras fiestas que, en una noche y sobre la pista que es en su mayoría de arena, pueden reunir a casi 20.000 personas. Allí aseguran que el récord fue una presentación de Maluma, con casi 23.000 espectadores.
Este año, tras los contratiempos que impuso la pandemia hace dos años y algunos cuidados que impactaron sobre el intento de normalización de la última temporada, lograron armar una grilla que tiene nombres fuertes y fechas agregadas.
“Estamos esta temporada con una apuesta fuerte para agregar un DJ importante los jueves y así llevar a que el fin de semana se estire a cuatro días”, explicó a LA NACION Sebastián Zabala, miembro del equipo de comunicación de Mute.
Solo en este espacio se programaron once presentaciones, sin contar las que se dan durante las tardes, que en muchos casos son gratuitas. Anoche, en la celebración de Año Nuevo recibieron más de 8000 personas que disfrutaron de The Martinez Brothers y Layla Benitez.
Los golpes fuertes de la grilla se dan en cada fin de semana. El próximo sábado será el turno de Artbat; el 14, Loco Dice y Cuartero; una semana después subirá Wade y el 28, el momento más esperado, el bosnio Solomun, que tiene aquí antecedentes de shows soberbios frente al mar.
“Es probable que para esa fecha Aerolíneas Argentinas sume alguna frecuencia por la alta demanda de pasajes que hay”, destaca Zabala y así perfila el nivel de turismo que se mueve en torno de esta movida musical, en la que se pagan desde $6000 hasta casi $15.000 pesos por un ticket.
Sobre el nivel de fanatismo que existe alrededor de estos artistas, remarcó que, por ejemplo para la fecha de presentación de Solomun, recibieron consultas desde 42 países distintos.
Consultados algunos de quienes son parte de este circuito, cuando recién arranca la temporada, detallan a LA NACION que una jornada con show de primer nivel –entre ticket, estacionamiento, los tragos que consuma más la previa en la playa– puede demandar un desembolso per cápita a partir de 25.000 pesos. La cifra se puede disparar según tipo, etiqueta y cantidad de la bebida que se elija. El escenario es imponente y a cada lado del artista hay espacios VIP.
“En general vamos detrás de determinados artistas y por supuesto se disfruta de la playa, que es donde vas conociendo gente que luego te encontrarás o con la que compartís el show”, describe Robert, que también llegó con un grupo de amigos, y matiza la espera entre sol y tragos junto al mar.
Desde el año pasado, Mar del Plata ganó un nuevo espacio en el que la música empezó a dejar su huella. El predio Silos Arena, frente a la Manzana de los Circos, en cercanías del puerto, encontró un ámbito cómodo, amplio, urbano y con sus sonidos potentes casi sin impacto sobre vecinos cercanos. Pasó la prueba de fuego con Nick Warren.
Esta temporada viene más cargada de rock, cachengue, reggae y mucho color. Habrá Fiesta Bresh el próximo sábado y pasarán por allí Don Osvaldo, liderado por el ex Callejeros Patricio Fontanet, mientras otra noche la compartirán por Non Palidece y Los Cafres.
“Mar del Plata es el gran lugar que hoy tenemos para ver a las grandes figuras de la electrónica durante el verano”, reconoce Damián, que es de San Isidro y llegó con un grupo de cuatro amigos solo para pasar las fiestas de fin de año bailando en la playa. “Volveremos los últimos dos fines de semana de enero y para Carnaval”, dice a LA NACION.