Las múltiples caras que enseñó River las maquilló Rondón con el tiro del final

El venezolano Salomón Rondón anotó el gol de la victoria de River sobre Atlético Tucumán: sexto festejo del delantero con la camiseta de los millonarios
El venezolano Salomón Rondón anotó el gol de la victoria de River sobre Atlético Tucumán: sexto festejo del delantero con la camiseta de los millonarios - Créditos: @LA NACION/Mauro Alfieri

Una explosión, un desahogo. De todo River, que soportó en los últimos días turbulencias internas y en el cabezazo agónico de Salomón Rondón descubrió la llave para superar por 1-0 a Atlético Tucumán. Un triunfo que alivia, expulsa tensiones, estira la serie invicta en el Monumental y hace trepar al equipo a ocupar una de las cuatro plazas para pulsear por el título de la Copa de la Liga. Una victoria que enseñó las múltiples caras que puede ofrecer el conjunto que conduce Martín Demichelis en una noche que finalizó agitada con el festejo y a los empujones, con Miguel Borja en el centro de la escena frente a los futbolistas rivales.

Ganar tenía su premio: saltar a los puestos de clasificación para pulsear por el título de la Copa de la Liga. La repetición de los futbolistas elegidos, después de la victoria sobre Arsenal –la que desactivó un frente interno que se generó el propio River–, una señal de confianza y de conformidad por las piezas que disiparon lo que se ofrecía como una tormenta. No se alejó del plan que lo devolvió al éxito, aunque el rival tuviera otras características y cargara en su mochila un invicto de diez partidos: pases cortos y amplitud con los laterales, la receta primaria que diseñó el entrenador Demichelis. Y logró ejercer un dominio a partir de un movimiento compartido que ensayaron las cuatro usinas futbolísticas que dispuso el técnico.

Salomón Rondón y el festejo con Pablo Solari, que asistió con un pase medido al artillero venezolano para que quebrara la resistencia del arquero Tomás Marchiori
Salomón Rondón y el festejo con Pablo Solari, que asistió con un pase medido al artillero venezolano para que quebrara la resistencia del arquero Tomás Marchiori - Créditos: @LA NACION/Mauro Alfieri

Con la movilidad de Nacho Fernández, que le ganaba la espalda al Bebe Acosta, los millonarios desajustaron a los tucumanos, que tenían inferioridad numérica de entre sus volantes de contención: Lanzini, Barco y De la Cruz, las tres piezas restantes que componían la línea de gestación sin posiciones fijas con las que River dominaba. Con un remate del colombiano Borja y otro de cabeza de Nacho Fernández –pelotas que controló el arquero Marchiori–, River pisó el área y alertó sobre la intención de ser punzante, agresivo, además de ser el que marcaba el pulso del juego.

Nicolás De la Cruz y Matías Orihuela en el duelo por la pelota; el uruguayo no tuvo el brillo de otras jornadas y fue reemplazado por Agustín Palavecino
Nicolás De la Cruz y Matías Orihuela en el duelo por la pelota; el uruguayo no tuvo el brillo de otras jornadas y fue reemplazado por Agustín Palavecino - Créditos: @LA NACION/Mauro Alfieri

Las situaciones de riesgo no desaparecieron, aunque el plano se modificó: Funes Mori falló en ataque y el alivio provocó también una reacción de los tucumanos. Un tiro de esquina venenoso de Pereyra, un disparo de Maestro Puch y una doble aparición ofensiva –en la misma acción– del zaguero Romero, alarmas que se encendieron en River, que pasó de controlador a controlado en un suspiro y aquella circulación y movimientos atractivos se convirtió en intrascendencia: Pereyra corrigió su posición y aunque cedió protagonismo ofensivo, ayudó a monitorear la zona en donde River se imponía para lanzar las ofensivas. Ese detalle que descubrió la dupla técnica Gómez-Orsi confundió a los millonarios, que con Barco y Lanzini se duplicaban en un espacio y la gravitación no era la del comienzo.

El agónico triunfo de River

Alerta, siempre agazapado y cercano al área por su incesante búsqueda, en un fallo del defensor Romero descubrió una oportunidad que desbarató Marchiori: el zaguero se cayó en el despeje y Barco habilitó a De la Cruz, que exigió al guardavalla. Los minutos del primer tiempo se consumían y River, sin perder la paciencia, aunque también sin el repiqueteo del inicio, dejó de martillar y en la última acción del primer tiempo desató un movimiento lento pero efectivo que dejó al chileno Paulo Díaz de frente al arco: el defensor convirtió, tras una pifia de Bruno Bianchi, aunque el árbitro Dóvalo, tras el llamado del VAR –Lamolina- anuló la conquista, por posición adelantada en el comienzo de la jugada. El defensor millonario sacó ventaja, porque el rival no ensayó un rechazo deliberado, sino un desvío, según interpretó el árbitro.

Miguel Borja ataca a Hernán De la Fuente: el colombiano marcó, pero la conquista fue anulada por posición adelantada; tras el pitazo final se enredó en una disputa verbal con varios futbolistas rivales
Miguel Borja ataca a Hernán De la Fuente: el colombiano marcó, pero la conquista fue anulada por posición adelantada; tras el pitazo final se enredó en una disputa verbal con varios futbolistas rivales - Créditos: @LA NACION/Mauro Alfieri

Para cambiar el marcador, los dos acusaron reemplazos. Kranevitter tomó el lugar del capitán Enzo Pérez -con una pequeña molestia muscular- y el Decano replicó con dos movimientos: Tomás Castro Ponce –cuyo pase pertenece a River– y Tesuri saltaron al campo para desplazar a Giani y Acosta. Desde fuera del área llegaron las primeras agitaciones: De la Cruz por explotó el balón en el pecho del arquero y Carrera no le acertó al marco, aunque hizo estirarse a Armani.

El capitán Enzo Pérez disputó solo el primer tiempo ante Atlético Tucumán; el volante fue reemplazado por una molestia física
El capitán Enzo Pérez disputó solo el primer tiempo ante Atlético Tucumán; el volante fue reemplazado por una molestia física - Créditos: @LA NACION/Mauro Alfieri

Borja, que en el primer tiempo jugó más de espalda que perfilado hacia el arco rival, estaba marcado para salir, recibió de Barco y anotó, aunque esta vez el VAR validó la posición adelantada que señaló el asistente Ezequiel Brailovsky. Fue su última intervención, porque Rondón tomó la posta, aunque el venezolano tuvo la compañía de Colidio –ingresó por Lanzini– como ladero ofensivo, mientras que el colombiano nunca tuvo un acompañante natural. Rondón tuvo en minutos su situación –pase largo de Díaz–, pero Marchiori era una muralla. Respondió Atlético Tucumán con Orihuela, como advirtiendo que tenía cuerda para explotar los espacios que empezaba a ofrecer en el retroceso River; en el siguiente ataque, Coronel estrelló el balón en el palo izquierdo, después de correr con la pelota desde la mitad del campo.

El público se dividía entre empujar al equipo y la impaciencia por un juego que se esfumaba sin quebrar el rival. Solari, la última pieza de recambio que utilizó Demichelis, acertó en su cuarto centro desde la derecha, y Rondón usó la cabeza para desatar el nudo y doblegar a un duro rival que no caía desde junio. Gol, desahogo, éxtasis, luego de gatillar en 25 oportunidades sobre un arquero que parecía imbatible. Ganó River, por intenso y no desanimarse en la búsqueda, después de enseñar múltiples caras en un mismo juego.