CORRECCIÓN: Lupe Serrano, una bailarina enérgica y apasionada, fallece a los 92 años
Lupe Serrano, una antigua primera bailarina del American Ballet Theater quien bailó con Rudolf Nureyev y entrenó a generaciones de bailarines, falleció el lunes en Syosset, Nueva York. Tenía 92 años.
La causa fueron complicaciones causadas por la enfermedad de Alzheimer, según dijo su yerno Robert Chasanoff.
Pequeña y potente, Serrano deslumbró al público con su virtuosismo técnico, su fuerza indomable y su exuberante personalidad escénica. Destacó en coreografía clásica y moderna durante sus 18 años en la compañía neoyorquina, a la que se incorporó como bailarina principal en 1953.
En aquella época, el ballet estadounidense aún no había alcanzado el nivel técnico de las bailarinas de Cuba, Rusia y otros países europeos (Serrano se formó en Chile y Ciudad de México), y el público de Estados Unidos pocas veces había visto a una bailarina realizar los saltos de altura, el ágil movimiento de pies y los raudos giros que Serrano ejecutaba con garbo.
“Fue parte de una generación que definió el ballet en Estados Unidos”, explicó Kevin McKenzie, el antiguo director artístico del American Ballet Theater, en una entrevista para este obituario el año pasado.
Raymond Lukens, profesor de la Escuela Jacqueline Kennedy Onassis de la compañía, que vio actuar a Serrano y más tarde se formó con ella, la comparó con una de las bailarinas más afamadas de hoy en día. “Era la Natalia Osipova de su época”, expresó en una entrevista, refiriéndose a la bailarina rusa cuyos saltos y vueltas electrizantes han llevado la técnica del ballet a niveles cada vez más exigentes. “Yo la admiraba”.
Los críticos de danza de su época estaban verdaderamente impresionados. En 1960, John Martin, de The New York Times, escribió en su reseña de “Fall River Legend”, de Agnes de Mille: “La señorita Serrano baila como una casa en llamas”. Y en 1968, para el estreno de “El lago de los cisnes” del Ballet Theater, en el que Serrano interpretó el protagónico doble del vulnerable cisne blanco, Odette, y el siniestro cisne negro, Odile, Clive Barnes escribió en el Times que la Odile de ella era “fulgurante y malévola: explota en una luminosidad nerviosa y muy apasionante”.
Las giras frecuentes de la compañía convirtieron a Serrano en una estrella internacional, cautivando incluso a las exigentes bailarinas rusas. En 1960, durante una función en San Petersburgo (entonces Leningrado), Rusia, el público quedó tan fascinado con su actuación que insistió en que repitiera su solo en lugar de hacer la reverencia.
Aquella actuación llamó la atención de Nureyev y, tras su deserción a Occidente al año siguiente, invitó a Serrano a bailar con él. Su colaboración breve pero vibrante incluyó el baile a dúo de “Le Corsaire” en el programa de televisión “The Bell Telephone Hour” en 1962.
Guadalupe Martínez Desfassiaux Serrano nació el 7 de diciembre de 1930 en Santiago de Chile, cuando su padre, Luis Martínez Serrano, galardonado pianista y director de orquesta de Barcelona, España, estaba de gira por ese país. Su madre, Luciana Desfassiaux, era de ascendencia francesa. El único hermano de Serrano fue Carlos Martínez Desfassiaux.
La familia permaneció en Chile varios años mientras Luis Martínez Serrano se recuperaba de una enfermedad, y allí Lupe Serrano comenzó a estudiar danza. Cuando la familia regresó a Ciudad de México (su padre había vivido allí en la década de 1920), se formó con la exbailarina del Ballet de la Ópera de París Nelsy Dambré y a los 13 años ingresó al Ballet de la Ciudad de México. A los 17, ya era una estrella en ese país, pero su talento superaba con creces las oportunidades que allí se ofrecían.
Una gira por México en 1948 que realizó el Ballet Alicia Alonso, una compañía pequeña dirigida por la célebre bailarina cubana Alicia Alonso, le abrió a Serrano las puertas a una formación de élite y a una carrera internacional. Asistió a las clases de ballet de la compañía e inmediatamente la invitaron a que los acompañara en la gira por Sudamérica.
Durante los tres meses que pasó con la compañía, estudió de cerca el arte y la puesta en escena de Alonso: “Detalles, como una perspectiva diferente respecto a cómo utilizar las zapatillas”, contó en un video en homenaje a Alonso en 2020.
Años más tarde, Alonso y Serrano retomaron sus papeles de mentora y discípula cuando Alonso bailó el papel principal de “Giselle” con el American Ballet Theater y Serrano debutó en ese papel más adelante esa misma temporada. “Iba a interpretar a mi primera Giselle”, recordó Serrano. “Vino a desearme suerte. Me dijo: ‘No te preocupes por nada, tú puedes’. Le agradecí mucho su confianza”.
Serrano regresó a Ciudad de México después de la gira sudamericana, pero, recordó: “Todo el mundo me decía: ‘Tienes que ir a Nueva York’. Y eso hice”. Ese traslado, en 1951, la llevó a irse un año de gira con el Ballet Russe de Montecarlo y luego al American Ballet Theater.
Allí su repertorio incluyó los principales ballets y dúos clásicos, así como obras de George Balanchine, Jerome Robbins, Antony Tudor, William Dollar y De Mille. Formó una famosa pareja escénica con su colega primer bailarín Royes Fernandez.
Con apariciones en televisión y otros medios de comunicación, Serrano alcanzó una especie de fama generalizada, pues incluso fue la celebridad que participó en la campaña benéfica Christmas Seals de 1962.
Su matrimonio en 1957 con el compositor y director musical del American Ballet Theater Kenneth Schermerhorn terminó en divorcio. Le sobreviven sus hijas, Erica Ancona y la exbailarina de ballet Veronica Lynn, y cinco nietos. Serrano, que falleció en un hospital, había vivido en Long Island durante las últimas décadas.
Serrano aún bailaba cuando comenzó su carrera como docente en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee en 1968, a razón de que Schermerhorn aceptara un trabajo en la Sinfónica de Milwaukee. Tras retirarse de los escenarios, desempeñó varios cargos administrativos antes de dedicarse exclusivamente a la enseñanza: fue subdirectora de la Academia Nacional de las Artes de Illinois; directora asociada, jefa del programa de aprendices y directora de la escuela del Ballet de Pensilvania; y asociada artística del Ballet de Washington.
La enseñanza le sentó tan bien como lo hizo la interpretación alguna vez. “Fue fantástico tener todos estos cuerpos con los que trabajar en lugar de solo el mío”, declaró Serrano a la revista Dance Teacher en 2011. “Tratar de ponerme en otro cuerpo y entender cómo funciona en contraposición a cómo funciona el mío... es muy esclarecedor”.
Serrano formó a tantos jóvenes bailarines y profesionales que sus cinco décadas de docencia con el tiempo llegaron a eclipsar el recuerdo de su célebre carrera como bailarina. “Lupe es tan conocida como profesora que la gente olvida que fue una de nuestras mayores estrellas”, afirmó McKenzie a Dance Teacher.
Pero quienes la vieron actuar nunca la olvidaron. En 1991, más de 30 años después de la célebre gira soviética, el director del Ballet Kirov, ahora Mariinsky, Oleg Vinogradov, seguía impresionado. “Cuando la conocí en Washington hace un año”, declaró entonces a The Washington Post, “me puse de rodillas”.
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