Lionel Messi y Marcelo Bielsa: un viaje de más de 20 años, del VHS hasta la Bombonera
Había que volver a la escena del crimen, otra vez había que viajar a Japón. Después del derrumbe mundialista, el primer amistoso que había pactado la AFA era… en Japón. En octubre del 2002, Marcelo Bielsa organizó una gira por Europa para explicarles a los jugadores, cara a cara, por qué había decidido continuar como entrenador de la selección. Barcelona proponía una parada: Mauricio Pochettino jugaba en Espanyol y Roberto Bonano atajaba en Barcelona. Acompañado por Claudio Vivas, el técnico se alojó en el hotel Princesa Sofía. Un mediodía, Bielsa salió a caminar por La Rambla cuando sonó el teléfono de la habitación de Vivas, que estaba trabajando en un informe sobre el defensor Facundo Quiroga. Un señor, rosarino y leproso, de nombre Jorge, estaba en el lobby. Quería hablar con Vivas. ¿Por qué? Por un tal Messi, un pibe de 15 años.
‘Jorge’ no era Jorge Messi, lo asegura cada fuente consultada. Nadie recuerda el apellido ni qué fue de él. Casi un fantasma, que, si el relato es verídico, su acción podría graficarse como patriótica. Se trataba de un argentino, empleado de Josep María Minguella, un influyente representante, entonces muy vinculado con el club condal. Él abrió las puertas del mundo blaugrana. A Bielsa y su cuerpo de colaboradores nunca le agradaron los empresarios, siempre buscaron tomar distancia. Vivas, probablemente, haya respondido a la inquietud del desconocido por su origen rojinegro. No fue casual la referencia, apeló a los sentimientos.
‘Jorge’ no se presentó para proponer un negocio. Nada de eso. El suyo, cuenta la reconstrucción, fue algo así como un llamado de atención. Una advertencia: “Aquí hay un chavalito extraordinario que es rosarino y España lo persigue para nacionalizarlo”. Messi. A Vivas no lo sorprendió el apellido, conocía a la familia. Recordaba a Rodrigo Messi, un delantero de Newell’s de la categoría ‘80 que había estado cerca de dirigir en la escuelita leprosa que había fundado su padre, José Vivas. Y especialmente el nombre de Lionel lo había escuchado en varias oportunidades en boca de su amigo Gabriel Digerolamos, técnico de la ‘87. Sí, la categoría de Lionel.
‘Jorge’ llevaba un video editado del tal Messi, un compacto de 12 minutos en cinta VHS. Vivas le aclaró que sólo verían un partido completo, aunque el chico tocase la pelota cada diez minutos. Al día siguiente, ‘Jorge’ cumplió con la condición. Cinco partidos le llevó e insistió sobre un amenazante peligro: la Real Federación Española de Fútbol ya se había comunicado con el pibe. Lógicamente, Vivas le había contado a Bielsa el episodio. Y cuando tuvo el material, le propuso a su jefe que lo vieran. “Póngalo, Claudio”, fue la indicación. Vivas lo hizo.
De inmediato, Bielsa golpeó las palmas de sus manos contra las piernas en señal de fastidio:
–¡Pero póngalo en velocidad normal Claudio, así no se puede ver!
–Está en velocidad normal, Marcelo.
–…¡Pero este chico es un fenómeno!
Octubre de 2002, Messi revelado ante los ojos de Bielsa. Noviembre de 2023, Bielsa y su fascinación por Messi. “A todos los entrenadores, antes de jugar contra Messi, les preguntan qué hacer para controlarlo. Si usted ve las respuestas se dará cuenta que ninguna fue efectiva. No hay un método o una fórmula infalible para marcar al mejor jugador del mundo. Alguna vez habrá que preguntarle a él que sería lo conveniente para evitar que juegue bien. Los entrenadores no pudimos, y es mejor que así sea por el bien del fútbol”, explicó el entrenador hace unos días, en la antesala del clásico rioplatense que la Argentina y Uruguay jugarán esta noche, desde las 21 en la Bombonera, por las eliminatorias camino a la Copa de 2026.
Bielsa y Vivas siguieron su gira europea. Luego, fueron a Japón, la Argentina ganó 2-0 y a finales de noviembre regresaron al país. El ayudante de campo no se demoró en entregarle los videos a Hugo Tocalli y hasta se atrevió a sugerirle la conveniencia de llamar al chico argentino del Barcelona. Tocalli conducía al Sub 17, que en agosto de 2003 jugaría su Mundial en Finlandia. Hugo prefirió esperar. No introducir una pieza nueva en el plantel que traía desde el Sub 15. Y seguir los pasos del chavalito catalán... del que le siguieron hablando en el Mundial Sub 20 de Emiratos 2003 y, por supuesto también en la Copa Sub 17 de ese año en Finlandia. Es más, el campeón fue España, con Cesc Fábregas… compañero de Messi en la Masía.
El resto, se sabe: Messi siguió rechazando las tentaciones de España, y finalmente el 29 de junio de 2004 llegó el amistoso relámpago contra Paraguay, en la cancha de Argentinos, para blindar al pibe. El histórico empleado de la AFA Omar Souto resultó clave para agilizar la búsqueda y tender los puentes, pero de noviembre de 2002 a junio de 2004 la AFA corrió peligro. Bielsa y su staff lo advirtieron. El corazón de Messi se ocupó del resto.
Cuando Messi entró por primera vez al predio de Ezeiza, el 25 de junio de 2004, un día después de cumplir 17 años, Bielsa estaba en Nueva York. La selección disputó un par de amistosos y luego bajó directamente a la ciudad de Chiclayo, en Perú, donde perdería la final de la Copa América. Al mes siguiente, Bielsa se dirigió a Atenas para conquistar el oro en los Juegos Olímpicos. Nunca se cruzaron. Y en septiembre de aquel año, con el ‘recorte de energía’, Bielsa se marcharía de la AFA.
Esta noche serán rivales. Ya lo han sido, por cierto. Y vaya si Bielsa lo ha padecido. Los antecedentes registran siete cruces, con cuatro victorias de Messi, dos empates y un triunfo para el entrenador. Las primeras huellas, allá por 2007 y 2008, también por eliminatorias y con Bielsa como DT de Chile: 2-0 para la Argentina y 1-0 para la Roja. Los otros cinco duelos, con Barcelona y Athletic de Bilbao como marco. Por las Ligas de España 2011/12 y 2012/13, con dos éxitos culé, 2 a 0 y 5 a 1, y dos empates 2-2. Y el historial se completa con la final de la Copa del Rey 11/12: arrolló Barcelona 3-0. ¿Si Messi convirtió en estos siete cruces? Claro: seis tantos.
Por entonces, el entrenador debía acostumbrarse a las consultas sobre el otro rosarino: “Messi es un jugador superior, distinto, absolutamente verificado. Y ustedes saben qué hacemos los argentinos con las personas que admiramos. Las sometemos a una cantidad de pruebas que nadie termina por pasarlas, a no ser que seas campeón del mundo, como Maradona, y que ese campeonato se obtenga en base a su genialidad”. ¿Un presagio?
Como todos ante Messi, en definitiva, a Bielsa más veces le ha tocado perder… y disfrutar de cerca de sus genialidades. El entrenador siempre ha mostrado toda su admiración. Y hasta ha liberado lo que ha sufrido por Messi. Cuando la Argentina conquistó la Copa América de Brasil 2021, expresó: “Sentí una alegría enorme por todos, por él [Messi], que perseveró, luchó, aguantó, esperó y triunfó, lo que es un mensaje contracultural. Porque vivimos en la cultura de lo inmediato y Messi, por no haber ganado, sufrió todo tipo de ataques”, señaló. Y un año después, tras Qatar, volvió a distinguir y a arropar a Messi: “La recompensa que obtuvo está vinculada a su obstinación, paciencia, aguante y a sus recursos que son extraordinarios”.
Se han saludado con aprecio alguna vez en público. Messi supo acercarle su respeto y admiración, y cierto día alcanzó a decir: “Bielsa respira fútbol por la piel, es un gran técnico. Este no es un ambiente sencillo, pero no encontré a ningún jugador que me hablara mal de él”. Paradójicamente, el fútbol nunca los ubicó en el mismo lugar, ni siquiera en su amor compartido por Newell’s: Bielsa se marchó como entrenador del Parque en 1992, y Messi llegó a las divisiones infantiles del club en 1994. Bielsa vivió en Barcelona brevemente en 1998… y la mudanza de los Messi ocurrió en 2000. Sin coincidencias aparentes, un video en VHS los acercó un día cualquiera hace más de 20 años. Quizás no haya sido casualidad.