Lionel Messi quedó atrapado en el enjambre que Marcelo Bielsa dispuso para frenar al campeón del mundo
Estuvo incómodo, lo hicieron enojar, lo buscaron desde el arranque del partido. La Bombonera estalló de furia porque pudo darse cuenta que las cosas no iban a ser sencillas. El mensaje quedó claro en apenas un puñado de minutos, porque en la primera pelota que quedó en sus pies fue Darwin Núñez el que retrocedió para hacerle sentir el rigor. Y estaba claro que si Uruguay tenía antes del partido un discurso en el que decían no saber la fórmula para detener a Lionel Messi, lo concreto es que eligió la intensidad y el roce para sacarlo de su enfoque. Lejos de sentirse amedrentado, el capitán de la selección argentina determinó asumir la batalla, pero quedó atrapado entre tanta intensidad rival.
Fue Mathías Olivera el que salió con la misión de no darle respiro, pero entendió Messi que iba a ser una jornada en la que todo iba ser agotador, por eso cada pelota la cuidó cómo nunca, puso el cuerpo en cada caso y sacó pecho cuando fue necesario, porque la temperatura se elevó como en los viejos clásicos rioplatenses. No suele meterse en el ruido de los partidos, pero desde hace un tiempo, la mecha para el rosarino está más corta y se mezcla en los empujones, no le gusta que intenten avasallar a sus compañeros; discute, desafía, no se calla.
Leyó que el equipo necesitó por momentos que sea él quien debía asumir el protagonismo porque el enjambre uruguayo salió dispuesto a aguijonear el orgullo del campeón del mundo y lo consiguió. Por eso tomó las riendas Messi, en el primer tiempo, se hamacó ante Ugarte y lo dejó lejos de su alcance, pidió todas y cada una de las pelotas, cuando crecía la vehemencia característica de Uruguay y se imponía la estrategia de Marcelo Bielsa para no dejar que el capitán argentino pudiera hacerle daño a su equipo.
No se quedó quieto. No puede hacerlo. Buscó soluciones siempre. Cuando parece que está desconectado, sólo hace falta ver cómo está evaluando dónde está la fisura que le pueda otorgar una posibilidad de sacudir la lógica de su rival. Que le permita desbaratar tanta cabeza aplicada al juego cuando se trata de romper y no entrar en ese entramado propone un viejo conocido.
Fue de un lado hacia el otro. Esperó paciente que le quedase alguna pelota para poder quebrar la oposición rival, pero sufrió porque sus mejores laderos, Rodrigo De Paul, Alexis Mac Allister y Enzo Fernández estuvieron bastante lejos de su mejor versión. No lograron imponerse, no pudieron someter desde su dominio y Messi estuvo tan sólo que fue fácil para Uruguay encontrar pequeñas dosis que evitasen que el capitán argentino fuese letal.
Se recostó sobre el costado para intentar asociarse con Di María, su compañero de mil noches complicadas, pero no pudo conectar, no encontró esa sintonía que hizo temblar a una infinidad de oposiciones. Se sintió frustrado, caminó mirando el césped sin poder descifrar dónde estaba la falla, en qué espacio podía encontrar respuestas, dónde podía haber un error en la planificación de Uruguay. Pero nada.
Miró una y cien veces hacia atrás, porque cada vez que tocó la pelota Cáceres estuvo dispuesto a perseguirlo, estudió dónde podía alejarse de la rudeza de Olivera, buscó cómo salir del radar de Ugarte, intentó que Valverde no estuviese cerca. Pero no resultó, porque la batalla táctica en la que quedó anudado el capitán de la selección argentina lo aturdió. Tanto que, empecinado en superar el paredón que por momentos levantó el equipo uruguayo para evitar que el campeón del mundo pudiese llegar al 1-1, no pudo imponerse y el rival le dio la estocada final con Darwin Núñez.
No fue un final más para el capitán, porque estaba molesto, no quiso saber nada cuando Cáceres se le acercó a pedirle la camiseta, Messi casi que lo ignoró. Hizo saber públicamente que Bielsa le puso su sello a esta victoria por 2-0 de Uruguay.
Dejó un mensaje para los jóvenes uruguayos porque sintió que fueron irrespetuosos en algunos pasajes del juego “Es normal. Esta clase de partidos, Eliminatorias... Contra Uruguay siempre es así. Prefiero no decir lo que pienso. La gente joven tiene que aprender de los mayores a respetar. Este clásico siempre fue intenso, duro, pero siempre con mucho respeto. Tiene que aprender un poquito”.
Y reconoció que la selección argentina no fue el equipo que supo coronarse en Qatar y que en el arranque de las eliminatorias se lució. Por eso fue él quien tomó la palabra, así como cuando Argentina cayó en el arranque de la Copa del Mundo ante Arabia Saudita. Por eso necesitó también hacerse escuchar para que su voz se multiplique y vuelva a tener aquel efecto.
“PREFIERO NO DECIR LO QUE PIENSO, PERO ESTA GENTE JOVEN TIENE QUE APRENDER DE LOS MAYORES A RESPETAR”
🎙️ De Messi para Ugarte pic.twitter.com/koHuUokxS6— 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐩𝐨𝐫𝐭𝐢𝐧𝐠 𝐍𝐞𝐰𝐬 Argentina 🇦🇷 (@sportingnewsar) November 17, 2023
“Nos costó, son intensos, juegan mano a mano, son físicos y rápidos en la mitad de la cancha. Nos costó encontrar nuestro juego. Nunca nos sentimos cómodos. El juego de ellos de hacer que nos aceleremos y nos contagiemos de ese ritmo, no nos permitió hacer nuestro juego. Esto podía pasar, ahora tenemos que levantarnos contra Brasil”. Y si Messi lo dice, cómo no confiar en la palabra del capitán, porque cuando él predijo que este equipo no lo iba a dejar tirado al pueblo argentino, el 18 de diciembre de 2022 se subió a la gloria.