Junts per Catalunya rechaza la amnistía y muestra las grietas de la coalición de Pedro Sánchez

El partido separatista catalán argumentó que la amnistía tendría que ser aplicable a los casos actuales y más amplia para proteger contra cargos como terrorismo y traición.

La frágil coalición del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, mostró sus grietas profundas y potencialmente paralizantes el martes cuando un pequeño partido separatista catalán de línea dura con el que se ha aliado rechazó una medida de amnistía por considerarla insatisfactoria.

El partido, Junts per Catalunya, proporcionó el apoyo que le permitió a Sánchez formar gobierno el año pasado, con la condición de que le concediera una amnistía a los presuntos delitos relacionados con el intento fallido de independencia de 2017. El martes, el partido argumentó que el blindaje legislativo contra el procesamiento para el movimiento, y sus dirigentes, debía ser más amplio.

El rechazo de la medida en el Congreso de los Diputados, con 350 escaños, con 179 votos en contra y 171 a favor, es visto como un revés para Sánchez porque creó la probabilidad de pasar más semanas de arduas negociaciones. También planteó la perspectiva de que las conversaciones sobre el acuerdo de amnistía —el mismo que dio origen a su segundo mandato— podría hacer que el gobierno no pueda aprobar la legislación básica, incluidos los próximos presupuestos.

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“El problema es que este podría ser un gobierno zombi”, dijo Pablo Simón, politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid, quien añadió que, como Sánchez no tenía ningún incentivo para convocar elecciones anticipadas, el gobierno podría simplemente seguir adelante durante meses o años sin hacer nada si no deshacía el nudo de la amnistía.

“Esto revela que el apoyo de los partidos a este gobierno es realmente débil”, añadió.

Junts per Catalunya, un movimiento independentista, tiene la capacidad de retener a Sánchez y a su gobierno como rehenes en esta tema porque sus pocos votos son necesarios para aprobar la legislación en un Congreso profundamente dividido y polarizado.

El propio partido está dividido, lo que hace que las negociaciones sean más difíciles, pero busca una amnistía general para Carles Puigdemont, el expresidente regional de Cataluña que lideró el fallido movimiento secesionista en 2017 y que sigue viviendo en un exilio autoimpuesto en Bélgica.

El partido argumenta que la amnistía tiene que ser inmediatamente aplicable a los casos en curso y más amplia para proteger contra cargos como terrorismo y traición. Dice que esto es necesario para defender a los miembros del partido frente a un poder judicial que consideran que es hostil y que tiene motivaciones políticas.

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Un juez está investigando si Puigdemont ordenó bloquear el aeropuerto de Barcelona y si eso constituyó terrorismo. Otro juez está estudiando los posibles vínculos entre los principales asesores de Puigdemont y Rusia, sugiriendo que podría tratarse de traición.

Sánchez, quien formó su coalición con una mezcla de partidos parlamentarios a pesar de haber obtenido menos votos que el principal partido conservador del país en las elecciones del año pasado, había intentado hacer concesiones, pero no fueron suficientes. A él y a sus aliados les preocupa que una amnistía demasiado amplia pueda violar la Constitución española o el derecho de la Unión Europea.

Los conservadores advirtieron que el acuerdo de amnistía que devolvió al poder a Sánchez equivalía a un pacto con el diablo porque haría que Puigdemont tuviera influencia sobre todo el gobierno.

El proyecto de ley de amnistía era políticamente necesario para Sánchez, pero públicamente impopular. Las encuestas mostraban que una gran mayoría de los votantes españoles se oponía a ella. En los últimos meses, la oposición conservadora ha organizado manifestaciones multitudinarias, a las que han asistido cientos de miles de personas para protestar por lo que consideraban como un error judicial profundamente cínico.

Los analistas esperaban que la fragmentación de la coalición gobernante cause problemas en los grandes temas legislativos, como el próximo presupuesto o las cuestiones de autonomía e impuestos para las regiones del norte. Pero la fragmentación se está produciendo antes, y es más aguda de lo esperado.

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Sin embargo, la derrota de la medida de amnistía puede ser temporal. Ahora regresará a una comisión para que elabore una nueva propuesta, con posibles nuevas enmiendas, y se votará de nuevo en un plazo máximo de un mes.

Pero Sánchez y sus socialistas parecen más débiles por la derrota inicial.

“Este gobierno tiene problemas desde el principio: va a ser difícil gobernar”, dijo Simón, el politólogo. Y añadió que al gobierno y a sus aliados les preocupa que esto “vaya a ocurrir en cada votación”.

Jason Horowitz es el jefe del buró en Roma; cubre Italia, Grecia y otros sitios del sur de Europa.

c. 2024 The New York Times Company