Jannik Sinner, abran paso

Redacción deportes, 29 ene (EFE).- El giro generacional en el circuito que advirtió en su día el español Carlos Alcaraz con la conquista del Abierto de Estados Unidos primero y con el éxito en Wimbledon, el pasado año, ante Novak Djokovic en la final, agrandó su argumento con la irrupción y la consolidación del italiano Jannik Sinner, erigido a lo grande en dominador del Abierto de Australia.

Alcanzó la madurez que se esperaba en el Melbourne Park este diestro de 22 años, nacido en San Cándido, acomodado en el cuarto lugar del ránking, con un sinnúmero de éxitos a sus espaldas que dinamitó el primer major del curso 2024 para aventurarse en una amenaza para cualquiera en la carrera hacia la cima del circuito.

El estirón dado por Sinner promete un panorama nuevo en el circuito. Había mantenido el tipo hasta ahora el 'Big Three', especialmente Novak Djokovic y también Rafael Nadal, y antes Roger Federer, ante la aparición de cualquier prometedor y talentoso jugador, ante la oleada de raquetas nuevas cargadas de razones con argumentos para derribar el absolutismo impuesto por estos legendarios tipos.

No fue suficiente, por una razón u otra. El aire fresco generado por tenistas como el alemán Alexander Zverev, el austríaco Dominik Thiem, los rusos Daniil Medvedev y Andrei Rublev o el griego Stefanos Tsitsipas no terminaba de asentarse, de apartar de la élite a cualquiera de los tres genios. Podían irrumpir en la final de cualquier Grand Slam. Ganar alguno, como fue el caso de Medvedev o de Thiem. Pero ninguno fue capaz de cuestionar el dominio de los veteranos.

Sin Federer, ya retirado, y con Nadal en un lado, en pleno rodaje de vuelta, ninguno de esta camada intermedia apuesta decididamente por el asalto al trono del circuito. Ninguno pudo con Djokovic, aún vigente, incontestable, dominador.

El tiempo pasa y también las ocasiones para esta generación que prometía y no cumple. Medvedev, el más solvente, agranda su leyenda de perdedor de finales de Grand Slam. La nueva ola, la que lideran Alcaraz y Sinner, y a la que no termina de sumarse el danés Holger Rune, invade el espacio de estos, que parecía reservado.

Algo cambió en el tramo final del 2023 para Jannik Sinner un jugador plagado de condiciones, un talento en bruto que no terminaba de explotar, que reducía su potencial en los grandes momentos, que empequeñecía su tenis ante tipos con más reputación, con más nombre. De hecho, el transalpino nunca había conseguido vencer en un Grand Slam a un top 5. En Australia, sin embargo, superó a Andrey Rublev, número cinco, al serbio Novak Djokovic, número uno, en semifinales y a Daniil Medvedev, número tres, en la final.

El todavía cuarto jugador del ránking ATP, con once trofeos ya en su historial, con un Grand slam en la mochila, dio un salto de calidad en la recta final del 2023, cuando cogió la medida de Djokovic. El transalpino, que nunca había podido con el ganador de veinticuatro grandes, le venció dos veces en dos semanas. Le ganó por primera vez en las Finales ATP, en la fase de grupos, aunque después perdió con el serbio en el partido por el título. Y después, en la Copa Davis.

En Melbourne, un terreno que parecía acotado para el jugador de Belgrado que ha levantado diez veces la copa en el centro de la cancha del Melbourne Park, el italiano dio una nueva exhibición y volvió a ganar. El cambio de mentalidad era un hecho. Sinner se lo creyó. Sinner se lo cree.

La final fue otro ejercicio de madurez de este tipo virtuoso del deporte que dejó de lado el esquí, donde sobresalía, y optó por la raqueta. No le va mal. No se equivocó.

El crecimiento de Jannik Sinner se mide por los cara a cara contra adversarios que forman parte de uno de los cinco primeros puestos de la clasificación mundial. Y de los once más recientes ha ganado diez. Solo la derrota con Djokovic en las Finales ATP evitó el pleno. Pudo con Carlos Alcaraz, segundo del circuito, cuatro veces con Medvedev, dos contra Rublev, y las tres citas ante el serbio, número uno.

El tercer tenista italiano campeón de un Grand Slam tras Nicola Pietrangeli, que logró Roland Garros dos veces (1959 y 1960), Adriano Panatta (Roland Garros en 1976) es un serio aviso para Alcaraz en el futuro. A la espera de lo que dure la energía de Djokovic, ganador de tres grandes el pasado ejercicio, veinticuatro en total, da la sensación de que el devenir es cuestión del español y del transalpino a la espera del desarrollo de otros adolescentes prometedores aún pendientes de explotar.

Sinner y Alcaraz son dos entrometidos en el dominio tradicional del Big Three. De hecho, en los grandes eventos de los tres lustros recientes, el de San Cándido y el murciano son dos de los ocho tenistas que en este tiempo han sido capaces de arrebatar alguna corona en un evento mayor.

Desde que el argentino Juan Martín del Potro se impuso a Roger Federer en la final del Abierto de Estados Unidos del 2009, solo Medvedev, Thiem, Marin Cilic, Stanislas Wawrinka y Murray, además de Alcaraz y ahora Sinner, han arrebatado un logro de enjundia a Nadal, Federer o Djokovic.

El jugador más joven en ganar el Abierto de Australia desde Novak Djokovic en el 2008, cuando ganó con 20 años y 250 días, culminó una estupenda remontada en la final ante el moscovita en un mano a mano que se alargó tres horas y 46 minutos y tuvo que resolverse en cinco sets. El transalpino, en la primera final sin ningún miembro del Big Three en 19 años en Melbourne, desde el que protagonizaron en el 2005 Lleyton Hewitt y el ruso Marat Safin, perdió los dos primeros sets por 6-3 y ganó los dos siguientes por 6-4. En el quinto, se impuso por 6-3.

Es ya tradición que alguno de los componentes del Big Three acapare protagonismo en la final. En Roland Garros la historia se alarga desde que en el 2004 Gastón Gaudio y Guillermo Coria pujaron por la corona; en Wimbledon, sin embargo, Murray ganó en el 2016 una final al canadiense Milos Raonic y acabó con la presencia de uno de los tres grandes desde el 2002, con Hewitt y David Nalbandián. La alternancia es más frecuente en el Abierto de Estados unidos. En el 2022, Alcaraz ganó el trofeo al noruego Casper Ruud y antes, en el 2020, Thiem tumbó a Zverev.

Sinner frustró las ansias de completar el Grand Slam de Novak Djokovic y también el 'golden slam', con los Juegos Olímpicos a la vista. No será una campaña perfecta para el serbio, relegado en semifinales. Y también para Medvedev, consolidado como perdedor. De seis finales de Grand Slam que ha disputado, solo en una salió triunfador. Fue ante Djokovic, en el Abierto de Estados Unidos del 2021.

Santiago Aparicio

(c) Agencia EFE