‘Intensa mente’: cómo una película de Pixar está cambiando la terapia

(Kezia Gabriella/The New York Times)
(Kezia Gabriella/The New York Times)

En 2012, cuando Olivia Carter comenzaba su carrera como orientadora escolar, empleaba todo tipo de estrategias para ayudar a sus alumnos de primaria a entender y comunicar sus sentimientos: dibujos, charadas, asociación de colores, juegos de rol. Después de 2015, sin embargo, iniciar esas conversaciones se hizo mucho más fácil, contó. Solo hacía falta una pregunta: “¿Quién ha visto la película Intensa mente?”.

Ese éxito de Pixar, sobre emociones básicas como la alegría y la tristeza, y la taquillera secuela de este verano, que se centra en la ansiedad, ha sido acogido por educadores, consejeros, terapeutas y cuidadores como una herramienta sin igual para ayudar a las personas a entenderse a sí mismas. La historia de los estados de ánimo que dirigen el “panel de control” en la cabeza de una niña llamada Riley ha sido transformadora, según muchos expertos, en los tratamientos que brindan a diario, en las escuelas e incluso en casa, donde las películas han dado a los padres una nueva perspectiva sobre cómo gestionar la turbulencia del crecimiento.

“Como práctica terapéutica, se ha convertido en un recurso imprescindible”, dijo David Langer, presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología Clínica Infantil y Adolescente. También en su casa: “Tengo gemelos de 9 años y hablamos de la película a menudo”, dijo Langer, quien también es profesor de psicología en la Universidad de Suffolk. Los títeres de dedo de Intensa mente fueron frecuentes cuando sus hijos eran pequeños, como una forma lúdica de examinar la dinámica familiar. “El arte de Intensa mente nos ayuda explícitamente a comprender nuestro mundo interior”, dijo Langer.

Y no solo se aplica a los escolares. “He estado robando frases de la película y citándolas a adultos, sin decirles que las estoy citando”, dijo Regine Galanti, psicóloga y escritora que ejerce en Long Island, refiriéndose a la nueva entrega de Pixar.

El público acogió el estreno con gran entusiasmo: Intensa mente 2 ya ha recaudado más de 1,500 millones de dólares en todo el mundo, batiendo récords de taquilla en el género de animación.

Su influencia es visible en las pizarras de anuncios temáticos que salpican los pasillos de los colegios, en los planes de clases basados en los personajes y en los numerosos proyectos de manualidades de los profesores. También está la popular exposición itinerante Emotions at Play, (“Emociones en juego”) desarrollada por el Museo Infantil de Pittsburgh, en colaboración con Pixar; desde 2021 invita a los visitantes a crear “esferas de recuerdo” brillantes o a mantener el “tren del pensamiento” en marcha. (Core memory, opensamiento central” en español, es una frase que la primera película ayudó a introducir en la generación TikTok).

Para Carter, consejera escolar nacional del año por su trabajo en una secundaria de Cape Girardeau, Misuri, Intensa mente le proporcionó un lenguaje compartido y una iconografía visual que hace concretos los conceptos abstractos. “Tengo las figuritas de cada sentimiento para que los alumnos me enseñen quién está en el panel de control”, explicó. Al igual que Mister Rogers, Plaza Sésamo y Daniel Tigre, la película ofrece un punto de referencia común para las familias.

Y el hecho de que la segunda parte se centre en la ansiedad, que ha alcanzado proporciones de crisis entre los adolescentes, normaliza experiencias que para los jóvenes podrían parecer aislantes o abrumadoras, y las hace más cercanas.

“Casi todos los días hay un alumno que está luchando con algo o sufre un ataque de pánico”, explicó Carter. “Esta película es algo en lo que podría apoyarme durante mucho tiempo”.

Fotograma de 'Intensa mente 2', vía EFE.
Fotograma de 'Intensa mente 2', vía EFE.

NADA DE ESTO FUE intencional cuando los cineastas se propusieron hace unos 15 años hacer una película con “las emociones como personajes, como nuestra propia versión de los siete enanitos”, dijo Pete Docter, el director creativo jefe de Pixar y uno de los directores de la primera Intensa mente, en una reciente entrevista de video. En aquel momento, añadió, “solo pensaba en animación que me emocionara”.

Pero poco después de nacer la idea, Docter estaba bloqueado, no sabía qué emociones incluir; resulta que los psicólogos ni siquiera tienen un consenso sobre cuántas hay. “Algunos investigadores dicen que hay cinco emociones; otros, 14”, explicó Docter. Dacher Keltner, profesor de la Universidad de California en Berkeley, quien trabajó como consultor en las películas, sostiene que hay 27 categorías, con límites difusos.

Docter decidió abordar el problema primero como artista. “Me dije: bueno, voy a pasarme el fin de semana dibujando cada emoción y pensando, como animador, cómo puedo hacer que esa emoción sea divertida y clara”, recordó haber decidido. Al final, escogió la alegría (una hadita amarilla resplandeciente), la ira (un bloque rojo), la tristeza (de piel azul y con un suéter), el miedo (morado pálido) y el asco (verde sentencioso). También ayudaron los gráficos de colores desarrollados por investigadores, como la “rueda de las emociones” del psicólogo Robert Plutchik.

El equipo de Pixar se puso manos a la obra, utilizando, como siempre, sus propias experiencias. Hablando con expertos, su comprensión de lo que significan las emociones cambió. “Siempre he pensado que la ira es algo de lo que me arrepiento más tarde, que me mete en problemas, como la rabia al volante o lo que sea”, dijo Docter. “Y entonces te das cuenta de que no, de que se trata de justicia”.

Y Meg LeFauve, quien coescribió ambas películas, dijo: “Recuerdo que de pequeña me enseñaron a no tener celos. Pero la verdad es que los celos y la envidia te dicen lo que quieres. Y eso es increíblemente importante tenerlo en cuenta, especialmente para las mujeres”.

Todo ello les ayudó a conceptualizar una cosa que a los profesionales de la salud mental les encanta de las películas: que no convierten ningún sentimiento en el villano.

En la primera película, la líder, Alegría (voz de Amy Poehler), encuentra espacio para Tristeza (Phyllis Smith), mientras Riley, de 11 años, se adapta a la mudanza de su familia de Minnesota a San Francisco. En Intensa mente 2, Riley acaba de convertirse en adolescente y nuevas emociones como Vergüenza, Envidia y Aburrimiento inundan su organismo. Ansiedad (Maya Hawke), naranja y despeinada, reajusta la percepción que Riley tiene de sí misma.

Las películas “trataron esas emociones incómodas como ajustes de fábrica que son necesarios para la salud en general”, dijo Lisa Damour, una destacada psicóloga de adolescentes, autora y conferencista que trabajó como asesora en la segunda película y que ha escrito para The New York Times.

Que Ansiedad puede ser protectora —que es útil y tiene buenas intenciones, aunque a veces se pase de la raya— es una lección clave que nos enseña la secuela. Y va en contra de la idea predominante de que debemos llevar una vida sin preocupaciones, dijo Damour, y añadió: “No puedo explicar lo habitual que es que los niños o los padres vengan a mí diciendo, con voz temerosa: ‘creo que tengo ansiedad’, y con qué frecuencia tengo que decirles: pues claro que la tienes, así es como has sobrevivido hasta este punto”.

“La angustia psicológica, por sí sola, no es motivo de preocupación”, añadió. “Lo que nos preocupa mucho más es la manera en la que se afronta”.

DAR FORMA A ESO en una historia que fuera entretenida y no una sesión de terapia fue el reto de los cineastas, sobre todo después de que la primera película resonara de un modo que no esperaban.

LeFauve, quien junto con sus coguionistas fue nominada a un Oscar, recuerda que una psiquiatra de Los Ángeles se le acercó en una entrega de premios tras la primera película. Su trabajo consistía en ayudar a los niños a procesar sucesos traumáticos la noche en que los vivieron, y le dijo a LeFauve: “Me has facilitado mucho el trabajo”.

“Se me hizo un nudo en la garganta”, dijo LeFauve. “¿Quién necesita un Oscar? Sinceramente, crear algo en el mundo que pueda servir para los niños en un momento de trauma es increíble”.

Pero todos los cineastas dijeron que, aunque eran conscientes de lo que estaba en juego en el mundo real para la secuela, intentaron no centrarse en ello. (Los asesores de salud mental de las películas no leyeron los guiones; dieron su opinión sobre los clips una vez que la animación estaba en proceso). Uno “no quiere tropezar con la ciencia y no contar la historia”, dijo Dave Holstein, uno de los guionistas.

En su primera incursión en una película de Pixar, se guio por algo que le dijo Joey Mazzarino, guionista jefe de Plaza Sésamo, cuando trabajaron juntos en Kidding, una serie de Holstein: “Todo dolor necesita un nombre”.

Visualizar un problema como un personaje hace que sea “mucho más fácil para un niño hablar directamente de su dolor”, dijo Holstein.

Esas técnicas también surgieron de las propias profundidades de los guionistas. Cuando, hacia el final de la película, Ansiedad es exiliada a una silla y se le ordena que se preocupe por un examen de español, en lugar de por todo un futuro desconocido, esa es una especialidad de LeFauve. “Llevo haciendo eso toda mi vida”, dijo. “Cuando entro en una reunión, digo: gracias, ansiedad, sé que estás intentando salvarme; te escucho, pero por favor, siéntate. No me voy a morir; no pasa nada. Y luego le asigno una tarea”.

Una escena destacada se da cuando Riley, tras una mala jugada en el campo de hockey sobre hielo, sufre un ataque de pánico, algo poco típico en una película de Disney, pero habitual, incluso en niños pequeños, según los expertos. Mientras Ansiedad se descontrola y se congela, llorando, en su cabeza, Riley sale de la espiral. La luz del sol entra en la pista de patinaje y se oye el golpe de un palo sobre un disco.

“Sabemos que los ataques de pánico suelen tener una cresta y luego una caída”, explicó Galanti, la terapeuta. “Una técnica consiste en prestar atención a las cosas que te rodean”, la percepción de imágenes, sonidos y demás que ayuda a las personas a volver a centrarse. Eso es lo que hace Riley. Y, Galanti observó con aprobación, ella volvió al hielo después, demostrando que sus nervios no estaban a cargo, y que todavía podía hacer las cosas que amaba.

“La motivación se convierte en una pieza tan importante, porque ¿por qué querría alguien hacer las cosas que le producen ansiedad?”, dijo Galanti, quien se especializa en ansiedad adolescente. “Así que cualquier cosa que ayude con la motivación es enorme”.

La secuela se benefició de una nueva apertura a la hora de abordar la salud mental y el bienestar emocional que la primera película ayudó a forjar. Cuando en la película original Riley les dice a sus padres “‘quieren que sea feliz, pero no lo soy’, eso era lo que yo quería decirles a mis padres cuando tenía 11 años, pero no tuve el valor”, dijo LeFauve, quien se describió a sí misma como una niña malhumorada. “Pero te diré que en el estreno de esa película, mi hijo de 12 años se inclinó y dijo: ‘Bueno, de seguro sé de lo que está hablando’”.

INTENSA MENTE LLEGÓ en un momento en el que los profesores y cuidadores estaban prestando más atención a lo que se conoce como aprendizaje socioemocional, priorizando las habilidades de conexión y comunicación, y reconociendo, no reprimiendo, las sensibilidades de los niños como parte de su autorregulación.

Se trata de un enorme cambio generacional en la educación. “Tengo 35 años; creo que nunca antes hemos dedicado tiempo a sentir nuestras emociones”, dijo Carter, la orientadora, y eso se refleja y se incentiva en Intensa mente: un bucle de retroalimentación cultural.

Para el primer guion, LeFauve sacó un momento directamente del preescolar de sus hijos, cuando una profesora imitaba la melancolía de un alumno (“te sientes triste”), poniendo su mano sobre la de él con compasión. En la película, Tristeza hace lo mismo con el amigo imaginario de Riley.

Reconocer los sentimientos “es como algo mágico”, dijo Damour. “Si una persona dice: ‘Me siento triste’, de repente se siente menos triste”.

Que Intensa mente ayude a las familias a mantener esas conversaciones amplifica uno de sus mensajes: aceptar nuestras personalidades en todos sus matices y sombras.

Anne Fullenkamp, directora de experiencias creativas del Museo Infantil de Pittsburgh, fue testigo de ello, porque su exposición —como las películas— atrae tanto a niños como a mayores. Se ponían junto frente el panel de control, sopesando cómo equilibrar sus sentimientos. “Ves a padres y cuidadores emocionarse mucho”, explicó. “Están entrando en contacto con cosas en las que no habían pensado en mucho tiempo y sus hijos les ayudan a navegarlas y llegar allí”.

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Melena Ryzik es una reportera cultural itinerante en el Times, que cubre las personalidades, proyectos e ideas que impulsan el mundo creativo. Más de Melena Ryzik

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