El infiltrado: cómo la FIFA condujo la Copa del Mundo hacia Arabia Saudita

En el otoño de 2020, mientras el mundo se tambaleaba debido a la crisis del coronavirus, el presidente del órgano rector del fútbol mundial, Gianni Infantino, fue a Roma para entrevistarse con el primer ministro de Italia.

Con mascarillas y chocando los codos, Infantino, el presidente de la FIFA, y el primer ministro, Giuseppe Conte, se saludaron frente a periodistas antes de desaparecer con el presidente de la federación italiana de fútbol en uno de los floridos salones del palacio Chigi del siglo XVI, la residencia oficial del líder italiano.

El príncipe de Arabia Saudita Mohammed bin Salman con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el ministro de deportes Abdul Aziz bin Turki Al-Faisal /Saudi Press Agency/Handout via REUTERS
El príncipe de Arabia Saudita Mohammed bin Salman con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el ministro de deportes Abdul Aziz bin Turki Al-Faisal /Saudi Press Agency/Handout via REUTERS

Infantino explicó después que habían hablado sobre el camino hacia la recuperación del fútbol frente a los confinamientos pandémicos, pero no mencionó el otro tema apremiante que había ido a tratar.

Lejos de las cámaras de televisión, Infantino sorprendió a los italianos al revelarse como el promotor de una iniciativa de Arabia Saudita para organizar el principal campeonato de fútbol, la Copa Mundial. El presidente de la FIFA les explicó a los directivos italianos que Arabia Saudita ya había garantizado el apoyo de Egipto y ahora buscaba un socio europeo para lo que sería un torneo único, celebrado en tres continentes en 2030. Infantino sugirió que Italia podría ser ese socio.

Conte escuchó con amabilidad, pero sabía que una asociación de ese tipo era imposible a nivel político: Italia tenía relaciones tensas con Egipto a causa del brutal asesinato de un estudiante de posgrado italiano en El Cairo en 2016 y en toda Europa persistía el malestar por el papel de los sauditas en el asesinato del columnista Jamal Khashoggi de The Washington Post en 2018.

Al principio, la reacción italiana ante la propuesta de Infantino fue “prudente, y a las pocas horas negativa”, comentó Pietro Benassi, quien fue el principal asesor diplomático del primer ministro. El país dijo que no.

Tres años más tarde, Arabia Saudita obtuvo su premio de todos modos. El 31 de octubre, tras un proceso acelerado que tomó por sorpresa a sus propios miembros, la FIFA confirmó que Arabia Saudita era el único candidato para la Copa Mundial de 2034. En cuestión de horas, Infantino dio a entender en una publicación en redes sociales que su estatus de país sede era un hecho y otros gobernantes del Golfo aclamaron el hecho como una “victoria árabe”, aunque faltaba casi un año para la votación oficial.

Para muchas personas en el mundo del fútbol, no era nada nuevo el apoyo de Infantino hacia Arabia Saudita. En los años que pasaron desde su visita a Roma, también propuso a Grecia la idea de que los sauditas fueran coanfitriones, promovió inversiones multimillonarias de Arabia Saudita en el fútbol y ayudó a orientar cambios a las reglas que casi garantizaban que el reino terminaría por organizar la Copa Mundial.

Gianni Infantino, presidente de la FIFA sostiene una pelota en la sala de conferencia de la FIFA el 15 de marzo de 2019 (AP /Luis M. Alvarez, File)
Gianni Infantino, presidente de la FIFA sostiene una pelota en la sala de conferencia de la FIFA el 15 de marzo de 2019 (AP /Luis M. Alvarez, File)

Sus iniciativas no fueron para nada clandestinas. Sin embargo, causaron la preocupación de mucha gente del mundo del fútbol, por las motivaciones de Infantino, y generaron cuestionamientos respecto a si está utilizando su posición para priorizar los intereses de la FIFA o los de un socio amigo que ha utilizado su riqueza para ejercer influencia en el deporte.

“¿Cómo podemos controlar que el crecimiento y los valores del juego marquen el camino y no las relaciones personales?”, cuestionó Lise Klaveness, presidenta de la federación noruega de fútbol y una detractora de la gestión de la FIFA.

Por medio de un vocero, la FIFA respondió en nombre del presidente a las preguntas sobre las acciones de Infantino y señaló que no se había hecho nada indebido para que el Mundial se le adjudicara a un candidato favorito. “La selección de las sedes de la Copa del Mundo de la FIFA se lleva a cabo mediante un proceso de licitación abierto y transparente”, comentó el vocero, quien agregó que Infantino no había “desencadenado ni iniciado” pláticas sobre la candidatura de Arabia Saudita con socios potenciales.

Ola de críticas

No obstante, la rapidez y el secretismo con los que la FIFA ha manejado los derechos para organizar los torneos de 2030 y 2034 han generado nuevas críticas respecto a la manera en que se rige el fútbol y cómo ahora un pequeño grupo de altos ejecutivos, con Infantino a la cabeza, toma las decisiones más importantes de la organización y estas luego son aprobadas por un consejo de administración dócil.

“Lo increíble es que esta es la nueva FIFA”, opinó Miguel Maduro, el primer jefe de gobierno que designó Infantino en medio de promesas de transparencia y reformas éticas. “Sin embargo, en esencia siguen recurriendo a los mismos métodos de siempre para otorgar los Mundiales”.

Arabia Saudita nunca ocultó su deseo por albergar uno. Bajo el mandato del príncipe heredero Mohamed bin Salmán, el Estado saudita le ha dado un papel destacado al deporte en las labores para proyectar una nueva imagen del país: vibrante, moderno y abierto. Se han gastado miles de millones en combates de boxeo, carreras de coches de Fórmula 1, la gira LIV Golf y, lo más reciente, atraer a algunas de las estrellas de fútbol más famosas del mundo a la liga nacional de Arabia Saudita.

No obstante, el premio mayor siempre fue la Copa Mundial. Y Arabia Saudita encontró un aliado entusiasta en Infantino. En muchos sentidos, las ambiciones del reino coincidían con las suyas, pues Infantino buscaba crear nuevos eventos y proyectos que definieran su legado, lo cual requeriría grandes inyecciones de capital nuevo.

Por ejemplo, en 2018, Infantino sorprendió a los miembros del consejo de la FIFA al exigir un permiso para cerrar un acuerdo para nuevas competiciones con inversionistas cuya identidad se negó a revelar. (Después de que el acuerdo colapsó, salió a la luz que el grupo detrás de la oferta, SoftBank, contaba con Arabia Saudita entre sus principales patrocinadores). Tres años después, Infantino enfureció a mucha gente en el mundo del fútbol cuando declaró que la FIFA iba a estudiar una propuesta —que ofreció la federación de Arabia Saudita— para celebrar el Mundial cada dos años. (El concepto impopular fue archivado después de una reacción feroz).

A pesar de esos fracasos, la relación entre Infantino y Arabia Saudita tan solo se ha fortalecido. Infantino ha promocionado con frecuencia los eventos del reino en redes sociales y en 2021 protagonizó un video que publicó su ministerio de Deportes. En agosto de 2022, Infantino y el príncipe heredero Mohamed compartieron una “suite” en un combate de boxeo en Yeda. Meses después, el presidente de la FIFA le devolvió el favor en el partido inaugural del Mundial de Catar. El mes pasado, ambos fueron fotografiados juntos en otro evento en Riad.

“Es para enviar un mensaje”, afirmó Minky Worden, directora de iniciativas globales de Human Rights Watch, un grupo de defensa de los derechos humanos. “Es como un símbolo visual de poner el pulgar en la balanza”.

Al mismo tiempo, Infantino ejercía una diplomacia privada que beneficiaba las ambiciones de Arabia Saudita para la Copa Mundial.

Después de que Italia renunció a asociarse en una candidatura mundialista, Arabia Saudita se acercó a Grecia con la oferta e Infantino estudió la idea con el primer ministro griego al margen de una reunión de la ONU en septiembre de 2021. Sin embargo, se desestimó esa idea después de que Marruecos unió fuerzas con España y Portugal en una candidatura que podía ser imbatible para el Mundial de 2030.

ARCHIVO - Foto del 14 de junio del 2018, el Príncipe Mohammed bin Salman, el presidente de la FIFA Gianni Infantino y el presidente ruso Vladimir Putin observan el juego entre Rusia y Arabia Saudí de la Copa Mundial 2018 en Moscú. (Alexei Druzhinin, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP, Archivo)
ARCHIVO - Foto del 14 de junio del 2018, el Príncipe Mohammed bin Salman, el presidente de la FIFA Gianni Infantino y el presidente ruso Vladimir Putin observan el juego entre Rusia y Arabia Saudí de la Copa Mundial 2018 en Moscú. (Alexei Druzhinin, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP, Archivo)

En cambio, Arabia Saudita cambió su objetivo. Al darse cuenta de que la propuesta de Portugal, España y Marruecos tenía el potencial de triunfar sobre una improbable oferta de cuatro naciones de Sudamérica, los sauditas se percataron de que podían beneficiarse de las reglas de la FIFA que impedían una postulación de países de Europa y África para el torneo de 2034 cuando comenzara ese proceso de candidatura.

Luego, la FIFA tomó otras dos decisiones curiosas.

De repente, anunció que los tres primeros partidos del Mundial de 2030 se jugarían en Uruguay, Argentina y Paraguay para celebrar el centenario de la Copa del Mundo. (El primer torneo de este tipo se jugó en Uruguay en 1930). De este modo, Sudamérica se unía a la candidatura de Portugal, España y Marruecos… y se eliminaba otro continente más de los posibles candidatos para 2034.

No obstante, una vez que se eligieron las sedes de 2030, de improvisto la FIFA anunció que iba a adelantar al menos tres años el proceso de candidatura para el torneo de 2034, lo cual limitaba los países que podían optar a él en favor de la candidatura saudita, y que planeaba completarlo en un plazo que para la mayoría de los países era imposible: las naciones interesadas tan solo tuvieron 25 días para expresar su interés y unas pocas semanas más para presentar sus candidaturas oficiales, las cuales suelen requerir un importante respaldo gubernamental.

Según Infantino, se había realizado una “amplia consulta” sobre la decisión. Sin embargo, Klaveness, la presidenta de la federación noruega, dijo que tan solo se enteró cuando se emitió el comunicado oficial y el director ejecutivo del fútbol australiano dijo que los cambios “nos tomaron un poco por sorpresa.”

¿Entre los no sorprendidos? Arabia Saudita. En minutos, publicó un comunicado, atribuido al príncipe heredero Mohamed, en el que señaló que presentaría su candidatura para 2034. Unas horas más tarde, el director del fútbol asiático declaró que la iniciativa saudita iba a tener el apoyo total de todos sus miembros.

Días después, Infantino no dejó lugar a dudas sobre el resultado que prefería. En una cumbre de dirigentes del fútbol asiático en Tashkent, Uzbekistán, y de nuevo durante una reunión en línea con muchos de los mismos líderes una semana más tarde, el presidente de la FIFA instó a la confederación asiática —la cual incluye a Australia— “a estar unida para la Copa del Mundo de 2034”. El mensaje no era explícito. Pero se entendió.

Indonesia, país que apenas una semana antes había hablado de presentar una oferta, abandonó su plan. Australia, el único licitador potencial que quedaba, se retiró horas antes de que finalizara el plazo. Su máxima autoridad, James Johnson, declaró después que su país había llegado a la conclusión de que ninguna propuesta tenía una oportunidad frente a un rival con un apoyo público tan poderoso. “Los números están en nuestra contra”, admitió.

c.2023 The New York Times Company

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