Independiente venció a Argentinos por un gol del chico Ignacio Maestro Puch, cuando Carlos Tevez ya empezaba a ser mirado con sospecha

Ignacio Maestro Puch celebra su decisivo gol contra Argentinos Juniors con fotos de personas significativas en sus canilleras; Independiente calmó las aguas luego de la derrota contra Racing por la Copa de la Liga Profesional.
Ignacio Maestro Puch celebra su decisivo gol contra Argentinos Juniors con fotos de personas significativas en sus canilleras; Independiente calmó las aguas luego de la derrota contra Racing por la Copa de la Liga Profesional. - Créditos: @LA NACION/Manuel Cortina

Independiente superó un examen de enorme dificultad en un encuentro durante el cual pasó por todos los estados anímicos y futbolísticos posibles. El 2 a 1 sobre Argentinos Juniors por la octava fecha de la Copa de la Liga Profesional puede explicarse en que si bien fue menos que su rival en el juego, fue más en fortaleza de carácter y, sobre todo, en las áreas, que es donde se definen los partidos.

La prueba pintaba difícil desde antes del inicio. Para el Rojo, y especialmente para Carlos Tevez, que empezaba a ser mirado con sospecha. La derrota en el clásico contra Racing dejó su huella en forma de críticas, respecto al planteo táctico y al rendimiento individual y colectivo del equipo. No mermaron la asistencia ni el despliegue pirotécnico en el recibimiento, pero la inmediata exigencia se hizo canto: “Hoy hay que ganar”, anticipó que había una sola ruta posible para no convertir el apoyo en silbidos.

Para la ocasión, el director técnico volvió a poner en marcha el carrusel de cambios que parecía haber abandonado en las últimas fechas; algunos, muy sorprendentes. Por ejemplo, dejó fuera al chico Alex Luna, que con sus gambetas había sido el único faro de peligro frente a la Academia, y al solvente Juan Manuel Fedorco, para darle lugar al dubitativo Felipe Aguilar. Por otro lado, devolvió el puesto de defensor lateral izquierdo a Ayrton Costa y recuperó a Lucas “Saltita” González, cuya ausencia había dejado un hueco imposible de cubrir siete días atrás.

Gastón Verón y Ayrton Costa llegan bien arriba en un disputa; el primero marcó el tanto de Argentinos, y el segundo propicio el del empate transitorio.
Gastón Verón y Ayrton Costa llegan bien arriba en un disputa; el primero marcó el tanto de Argentinos, y el segundo propicio el del empate transitorio. - Créditos: @LA NACION/Manuel Cortina

Las modificaciones le dieron respuestas como para todos los gustos. Aguilar se equivocó en unas cuantas y despejó mal en el golazo de Gastón Verón que abrió la cuenta; Saltita fue, con diferencia, el mejor de los suyos, y además armó la jugada con la que Costa propició el 1 a 1, ayudado por un desvío crucial en Tobías Palacio. Ignacio Maestro Puch, el otro “nuevo”, puso en evidencia su mezcla de voluntad y atolondramiento, que esta vez le alcanzó para irse del campo bañado en aplausos luego de conseguir el tanto del triunfo y de construir una acción con coraje y gambeta, que finalizó con un taco a González y un remate que Román Vega salvó en la raya.

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Argentinos llegó a Avellaneda con muchas menos presiones y jugó suelto desde que sacó del medio. Apoyado en una dinámica constante de sus volantes, el conjunto dirigido por Pablo Guede se hizo incontenible en el centro del campo. La agilidad de una línea media veinteañera, la habilidad de Alan Lescano, el retroceso de Verón y las proyecciones de Vega (un defensor lateral muy interesante) fueron las fichas que movieron los de La Paternal para establecer una superioridad notable en la fluidez de la circulación y por lo tanto, en el dominio del juego.

Le faltó al visitante transformar su andar en un mayor volumen de llegadas, como también definir las que tuvo. A los 27 y a los 36 minutos, las piernas de Rodrigo Rey taparon dos “goles hechos” de Luciano Gondou y Emiliano Viveros. Y tampoco acompañó la fortuna al Bicho. La sonrisa por el gol de Verón a los 28 le duró apenas tres minutos. Saltita González rompió en velocidad, el arquero Diego Rodríguez rechazó el disparo y Costa le dio como venía al rebote. La pelota se iba fuera, pero se desvió en Palacio y estalló en la red.

El joven Ignacio Maestro Puch jugó en Tucumán, se incorporó hace poco a Independiente y puede resolverle al Rojo parte de la improductividad de su ataque.
El joven Ignacio Maestro Puch jugó en Tucumán, se incorporó hace poco a Independiente y puede resolverle al Rojo parte de la improductividad de su ataque. - Créditos: @LA NACION/Manuel Cortina

El segundo tiempo fue otra cosa, bien distinta. Alguien tomó la moneda del partido y la revoleó al aire, y ésta no cayó hasta el final. El carrusel comenzó a los 4 minutos, cuando Gabriel Ávalos se “inventó” un penal tras sentir un roce de Palacio y continuó su racha de espalda al gol lanzando el balón por arriba del travesaño.

Lo que siguió fue un frenesí desordenado que elevó la adrenalina a niveles superlativos. Independiente sintió el golpe y durante un rato largo pareció encaminarse a una nueva frustración. Pero una vez más, Argentinos careció de punch, y agregó otra debilidad que había insinuado en la mitad inicial: las flojas respuestas de su zaga central para frenar los envíos que cruzaban el área.

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El local, que se movía por la cancha como esos boxeadores que buscan con desesperación las sogas para superar el mal momento, en lugar del gong encontró el gol salvador. A los 13, Federico Mancuello despachó un centro desde la izquierda, ganó una vez más Ávalos en el cuerpo a cuerpo y bajó la pelota, y Maestro Puch la encontró a disposición para el 2-1.

Compacto de Independiente 2 vs. Argentinos Juniors 1

No cejaría Argentinos en pos de la igualdad. La tuvieron a mano Verón (otra vez una pierna de Rey), Palacio y Gondou. Montó una línea de 5 defensores Tevez para sostener la victoria y casi la amplió, pero Luna y Fedorco, finalmente ingresados, fallaron ocasiones de las que no se explican.

Superó la prueba el Rojo, respiró aliviado Tevez. Se sacudió la mufa del clásico Independiente, mostró carácter y lo ayudó la suerte en los momentos críticos. Se subió otra vez a la cima de la tabla y festejó su gente en una noche llena de vaivenes y emociones.