Gustavo Petro hace su primer guiño a Nicolás Maduro y promete abrir las fronteras entre Colombia y Venezuela
BOGOTÁ.- Nicolás Maduro ya “avizoró” el domingo por la noche “nuevos tiempos para este hermano país”. Dicho y hecho. Gustavo Petro, flamante presidente electo colombiano, dijo este miércoles que se había puesto en contacto con el gobierno chavista “para abrir las fronteras y restablecer el pleno ejercicio de los derechos humanos en la frontera”.
Sorpresa no tanto por la conversación y sí por la celeridad del diálogo, cuando todavía faltan 50 días para su toma de posesión. Y también por parte del contenido, aquel que concierne a los derechos humanos, conculcados a diario por los militares chavistas y por los guerrilleros colombianos aliados de Caracas que roban y extorsionan a los emigrantes criollos en territorio venezolano.
Incluso Juan Tarazona, presidente de la ong FundaRedes, que durante años denunció los abusos en la frontera, va a cumplir un año en la cárcel como represalia gubernamental ante las informaciones que delataban la alianza de Maduro con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y con Segunda Marquetalia de las FARC, dirigidas por el excanciller guerrillero Iván Márquez. Human Rights Watch (HRW) desveló que las fuerzas militares venezolanos patrullaban de forma conjunta con los guerrilleros colombianos.
“Llamativa la cautela de Petro sobre Venezuela. Evita nombrar a Maduro, se enfoca en la frontera e invoca los derechos humanos. Lo más probable es que haya un restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Colombia y el gobierno de Maduro, pero dudo si todo será coser y cantar”, reflexiona el internacionalista Mariano de Alba, quien aventura que el caudillo bolivariano agradecería muchísimo el reconocimiento de Petro a su gobierno, “uno de sus principales intereses en el manejo de las relaciones internacionales”.
Cautela que no guardó Maduro al informar sobre su conversación con el exalcalde de Bogotá, a quien felicitó en “nombre del pueblo de Venezuela”: “Dialogamos sobre la disposición de restaurar la normalidad en las fronteras, diversos temas sobre la paz y el futuro próspero de ambos pueblos”.
Queda por dilucidar si Petro, quien durante la campaña usó de forma estratégica las críticas a Maduro mientras acusaba a Iván Duque de ser peor que el jerarca chavista, enfrentará las violaciones diarias de los derechos humanos con la misma determinación que emplea el chileno Gabriel Boric con Venezuela y Nicaragua.
La presión social y económica en ambos lados de la frontera era tan fuerte que todos los candidatos colombianos habían adelantado su intención de reabrir las fronteras al comercio. En Cúcuta, capital fronteriza, se cuentan por cientos de millones de dólares las pérdidas ocasionadas por el bloqueo de una frontera que ha sido intermitente.
Cierre de fronteras
Los problemas comenzaron en 2015, cuando el “hijo de Chávez” ordenó la expulsión de ciudadanos colombianos de su país, bajo la acusación de ser paramilitares, contrabandistas, incluso prostitutas. Eran otros tiempos, cuando todavía el expresidente Juan Manuel Santos mantenía ciertas relaciones con Caracas tras los acuerdos de paz con la guerrilla, en los que Cuba y Chávez tuvieron una intervención fundamental.
Durante la crisis de 2019, el Puente Simón Bolívar, entre San Antonio de Táchira y Cúcuta, abarrotado por el cruce de venezolanos (Schneyder Mendoza/)
Después llegó el famoso conflicto de la ayuda humanitaria en 2019, en medio del desafío de Juan Guaidó contra Maduro. Entonces se volvieron a cerrar y bloquear los puentes fronterizos con gigantescos trailers llenos de arena. La pandemia, un año después, obstaculizó aún más el paso de las personas, que no obstante no han dejado de circular entre ambos países a través de las trochas clandestinas.
La realidad es que desde hace un año la frontera ya vive una suerte de cierta normalidad, con el paso de las personas de un lado a otro. Por esos mismos puentes han circulado buena parte de los más de seis millones de venezolanos que han huido del derrumbe bolivariano.
Lo que no funciona todavía es el paso legal de mercancías, lo que ha generado un nuevo contrabando ilegal que tiene a la nafta como principal protagonista, pero al revés: ahora es el combustible colombiano, más barato que la escasa nafta dolarizada de Venezuela, el que viaja al otro lado.
Quienes sufren esta incertidumbre al máximo son los dos millones de venezolanos que viven actualmente en Colombia, temerosos de que el histórico aliado de Chávez repita no sólo parecidos pecados políticos, sino que arremeta contra ellos por venganza. Un temor que se multiplica entre los perseguidos políticos refugiados en Bogotá y otras ciudades cafeteras.
La noticia también significa un baño de realidad para Guaidó, presidente encargado que mantiene como principal aliado a Estados Unidos, pero que pierde a su mayor defensor en la región, el colombiano Iván Duque. Precisamente este miércoles Joe Biden recibió en la Casa Blanca a su mujer, Fabiana Rosales, sólo horas después de la conversación entre el propio Biden y Petro.
La otra gran incógnita es quién acudirá a la toma de posesión de agosto en Bogotá. En la oposición venezolana se dan por no invitados, pero hay dudas de que Maduro vaya a estar entre ellos, como ya sucediera en Lima y en Santiago de Chile.
“No esperamos que vaya uno, sino muchos representantes”, se jactó Diosdado Cabello, número dos de la revolución. Caracas no ha ocultado ni en 2018 ni ahora que Petro era su ficha política favorita en las elecciones colombianas.