Gustavo Fernández, el valor de superar graves problemas de salud y la ilusión de competir por una medalla en sus cuartos Juegos Paralímpicos
“Cuando caí en el pozo y toqué fondo, tuve muchas manos de las que agarrarme”. Quien lo dice es el tenista argentino Gustavo Fernández , una referencia mundial del deporte adaptado, que tuvo sumamente comprometida su salud en 2023 y, ahora, mientras disputa los Juegos Paralímpicos de París 2024 , en los courts de polvo de ladrillo de Roland Garros, se siente “pleno”.
El paratleta de 30 años, en la elite del tenis en silla de ruedas desde hace más de una década y actualmente N° 4 del ranking ITF (Federación Internacional de Tenis), busca en París su primera medalla paralímpica en su cuarta participación . Un infarto medular con un año y medio de vida lo dejó paralítico de la cintura para abajo, pero eso no le impidió seguir los pasos de su padre, el basquetbolista Gustavo “Lobo” Fernández, ni de su hermano Juan Manuel Fernández (también basquetbolista), y convertirse en un deportista profesional de elite, llegando a ser abanderado paralímpico argentino en Río de Janeiro 2016.
″Quedaría lindo llenar el álbum de figuritas, como le pasó a Djokovic (en los recientes Juegos Olímpicos de París). Pero si no pasa, creo que el enfoque que estamos tomando últimamente va de la mano de lograr disfrutarme a mí adentro de una cancha”, declaró el cordobés de la ciudad de Río Tercero, a la agencia AFP, durante su actuación en la cita paralímpica (ya se encuentra en los cuartos de final, tras vencer en la tercera ronda al chileno Alexander Cataldo por 6-0 y 6-1; su próximo rival será el británico Gordon Reid, número 5 del ranking).
Los últimos años han sido “de mucho aprendizaje, de muchos desafíos duros”, pero “cuando vos ves que todos los caminos te llevan a un lugar, es cuestión de seguir transitándolo”, agregó Fernández. El argentino salió de un momento oscuro de su vida, tanto profesional como personal. O como él lo define, “un par de años bravos”. En 2023 sufrió una hemorragia interna a partir de una operación de amígdalas que estuvo cerca de costarle la vida (”Se salvó porque es joven y el corazón bombeó, pero estuvo al límite”) y que lo llevó, a finales de ese año, a sufrir ataques de pánico y padecer un severo trastorno de ansiedad generalizado.
“Hubo que reagruparse mucho”, resumió el Lobito, ganador de ocho Grand Slam: dos Abiertos de Australia, tres títulos en Roland Garros (uno de ellos en dobles) y otros tres en Wimbledon (dos de ellos en dobles). El primer paso fue “sobrepasar el miedo”, el trastorno de ansiedad por la salud, y después tratar este último padecimiento, que “cualquier persona que ha vivido eso sabe lo duro y lo tedioso que es”. Pese a lo traumática que fue la situación, Fernández hizo prueba de una positividad inquebrantable, prefiriendo acordarse de la lección vital que le brindó. ”Para mí fue una enseñanza enorme y me trajo a este lugar que estoy ahora. Realmente no me arrepiento de que haya pasado”, confesó el atleta argentino, que durante estas horas, en París, se reencontró con un viejo amigo y rival, el japonés Shingo Kunieda, el mejor tenista adaptado de todos los tiempos, retirado en 2023.
El camino fue largo, pero el tenista destaca -ante todo- la ayuda de todos los que lo rodean, que lo sacaron del “pozo”, siguiendo en todo momento sus tiempos y sus decisiones. ”Fue todo paso a paso, respetándome, respetando lo que hago, lo que tenía que vivir, lo que me tocara, el tiempo que tocara”, explicó el exnúmero 1 del mundo, agradecido, desvelando que en esa época no tenía claro si llegaría a los Juegos Paralímpicos o, incluso, a los torneos de marzo del ITF Tour.
Es a su mujer, Florencia Tagliaferro, a la primera que nombra al acordarse de todo lo que vivió. ”Se quedaba conmigo a las tres de la mañana poniéndome meditaciones para que yo pudiera dormir, porque me despertaba con pánico del miedo y sin poder respirar”, explicó Fernández. Regresó, incluso, a la casa de sus padres, Nancy Fiandrino y Gustavo, “como cuando tenía 15 años”. “Me fui a dormir a mi habitación, acobijado por mis padres”. ”Fue duro, porque nosotros siempre lo vemos tan fuerte. Siempre se creyó que era un superhéroe y se dio cuenta de que es humano”, explicó la mamá de Gusti, después de que su hijo avanzara de ronda en París.
Gusti y el japonés Shingo Kunieda, el mejor tenista adaptado de todos los tiempos
Sus padres y su esposa, además de uno de sus amigos más cercanos, lo acompañan en los Juegos Paralímpicos, en los que se siente “muy pleno y con mucha motivación”. A pesar de admitir que sus 15 años de carrera le pasan factura, se siente “jugando el mejor tenis” de su vida. “Me siento mentalmente con una claridad y una madurez y un desarrollo espectacular”. Fernández, que llegó a la cima por primera vez en 2017, solo desea “aprovechar, disfrutarlo” y seguir haciendo lo que mejor sabe. El tenis “es donde he logrado expandir mi alma al máximo posible”, afirmó. Y donde piensa seguir haciéndolo, por ahora en los emblemáticos courts de Roland Garros, donde sigue soñando con una medalla.