Gonzalo Peillat ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos 2024 con la selección de Alemania
PARIS (Enviado especial).- Se mordió la camiseta, golpeó el palo contra una de sus piernas y masticó bronca. Estuvo cerca de quebrarse. La obra de Gonzalo Peillat quedó inconclusa. Pero una buena parte de los argentinos que sigue el deporte ya lo había juzgado de “traidor”. Le quedó el cartel después de que eliminara a los Leones del torneo olímpico de hockey sobre césped, vestido de negro y con el águila germana en el pecho. En cuartos de final anotó un lacerante gol de córner corto y lo gritó con el alma, haciendo el avioncito.
El sueño de ser bicampeón olímpico con dos selecciones distintas se le esfumó, se le escapó de sus manos. En la noche del jueves, se tuvo que conformar con la medalla plateada con Alemania, después de perder la final ante Países Bajos 3-1 por penales, en un partido electrizante que había terminado 1-1 en tiempo regular. Transcurrieron ocho años, de aquel chico de cara lozana que festejaba con sus compañeros albicelestes en Río 2016 a este otro, convertido físicamente en un Panzer y en la plenitud de su carrera a sus 31 años. Fue el eje de una novela con claroscuros a lo largo de los Juegos, que obligó a revisar el pasado.
El reglamento de la Federación Internacional de Hockey dice que para cambiar de nacionalidad, además de tener pasaporte del nuevo país, deben pasar tres años sin haber jugado en la selección nacional del país anterior. El plazo se cumplió a principios de 2020; fue cuando la Federación Alemana de Hockey pidió el cambio de nacionalidad y la FIH lo aprobó
Peillat tuvo intervenciones fragmentadas durante la final, como es costumbre para el lateral izquierdo: entró y salió repetidamente según las órdenes del técnico Henning. A falta de 5 minutos para el final del segundo cuarto llegó la primera ocasión de córner para Alemania, pero él había regresado al banco de suplentes. Y también estaba fuera de la cancha cuando llegó el gol del neerlandés Thierry Brinkman, en el comienzo del último cuarto.
Una vez que reingresó, salvó un impresionante remate sobre la línea del arco y lo festejó como si fuese un gol. Allí pudo haber quedado como el gran héroe. Un envión anímico impresionante para Alemania, que segundos después recolectó un córner. Las imágenes se sucedieron a toda velocidad: Peillat ejecutó de manera fallida y en la jugada posterior empató Thies Prinz. Era el 1-1, solo restaban 56 segundos y los neerlandeses desaprovecharon la última ocasión de córner.
Ya cuando llegó el turno de los penales, Peillat lo sufrió con el resto del grupo, desde detrás de la mitad de cancha. No fue elegido entre los cinco ejecutantes y penó por la falta de efectividad de sus compañeros, que apenas metieron uno. El gran clásico europeo quedó para los naranjas, que reventaron el estadio Yves-du-Manoir. Y el defensor formado en Mitre sintió el impacto de esa derrota como un golpe en el pecho. No pudo volver a bañarse de dorado. Y ya en el podio, saludó a la autoridad que le entregó la medalla plateada con un dejo de tristeza, el mismo ánimo que el resto de sus compañeros.
Una novela con cambio de bandera
Nunca miró hacia atrás después de dar el portazo. Y luego de apostar por una nueva vida con el Manheimmer HC junto con su mujer, la exLeona Florencia Habif, dejó varios apuntes controvertidos. En definitiva, desplegó su verdad. Dijo que ya no se habla con sus excompañeros de Argentina, que aquellos campeones en el estadio Deodoro “no pueden sentarse hoy en la misma mesa” y cuestionó la ineptitud de algunos dirigentes de la Confederación Argentina de Hockey, que en 2018 permitieron que un entrenador (Carlos Retegui) haya querido reasumir en una doble función de coach y director de selecciones naciones, luego de haber renunciado poco antes como DT.
Alzó la voz frente a las desprolijidades, aseguró que el resto del plantel de Argentina lo dejó solo frente a los reclamos y su historia con la celeste y blanca terminó con su foto exhibiendo sonriente el pasaporte alemán, en febrero de 2022. Un giro drástico de idiosincrasia, un cambio de cultura que cruzó el Atlántico. En el medio, la grave pelea con Germán Orozco, el técnico que finalmente asumió en lugar del Chapa. Las circunstancias nunca quedaron claras: se habló de una agresión física del jugador al conductor durante una gira con Los Leones. Allí se terminó su ciclo con Argentina, en los primeros compases de 2019.
Hay más silencios que certezas. Nadie quiere manchar el glorioso recuerdo de aquellos héroes que se colgaron la medalla dorada tras superar a Bélgica en la final, con Manuel Brunet y Agustín Mazzilli sentados en el arco contrario después del 4-2. Más de una vez, Retegui aseguró en charlas informales que jamás tuvo un problema con Peillat y está agradecido por su aporte en la cancha para alumbrar el oro en tierra brasileña. Y algún dirigente con cargo de peso en la mesa directiva de la CAH lo calificó como “un chico que junto con otros rebeldes de su camada destruyó al grupo por plata”. Un relato perdido en el tiempo de supuestos villanos, trazos de una novela de cortocircuitos y desamores.
Al final, la camiseta argentina de la final de Río y la medalla dorada están guardados en la casa de sus padres, Emilio y Laura Bertoni, que un día cualquiera lo llevaron al Club Mitre para que empezar a familiarizarse con un palito de hockey. Ese nene se convertiría con los años en una bestia competitiva, que entre 2011 y 2019 metió 176 goles en 153 partidos para Argentina, y cuando se comprometió a la causa alemana, festejó 34 goles en 55 encuentros (4 en París 2024). No es difícil imaginar que, de haberlo mantenido entre sus filas, hoy los Leones estarían más arriba en el ranking y, por qué no, con la chance de haber sido campeones olímpicos por segunda vez a partir de la furia de sus córners, siempre decisivos. No fue el único que entendió que lo mejor era irse: Joaquín Menini, otro de los campeones dorados, se sumó a la selección de España y finalizó 4° en París 2024 al perder el bronce ante la India. Aunque con él no hubo escándalo.
Marcelo Garraffo, la primera leyenda del hockey masculino argentino, fue testigo en Buenos Aires del incendio que se armó alrededor de Peillat en nuestro país después del doloroso gol a Los Leones. “Valoré siempre la decisión que tuvo de no ser más de lo mismo. Se reveló contra el poder; cosa que muy pocos han hecho. Se mostró consecuente con su pensamiento”, comentó a LA NACION el abanderado olímpico argentino en Barcelona ‘92. Y enfatizó: “Tuvo actitudes extremas y tomó esa postura como una bandera, hasta tal punto que decidió irse después de que lo tentaran y él rompiera en todo sentido con Argentina: jugadores, entrenadores y dirigentes”. Sin embargo, el ex técnico de las Leonas, que tuvo a un compañero de selección (Pedro Rothbart) que también pasó a las filas de Alemania en su época, marcó el costado negativo de “Acha”: “Sí me pareció desafortunada e indefendible esa frase maradoniana de ‘que la sigan chupando’. Formó parte de su extremismo”.
Así terminó el sinuoso paso de Peillat por París 2024: criticado en las redes desde la Argentina por lo que se consideró una traición, y frustrado porque le faltó el último trazo para ganar una nueva medalla de oro en el hockey sobre césped, ahora con Alemania. Lo único que está claro es que seguirá fiel a su camiseta con el águila en el pecho.