Gervonta Davis, el peleador que no ha enfrentado a los mejores y quiere ser la cara del boxeo
Gervonta Davis necesitó siete rounds para añadir el nombre de Ryan García a su récord: 29 victorias, 27 de ellas por nocaut. Sus números con escalofriantes y no se puede dudar de su talento. Tank es un peleador especial, una rara pero emocionante combinación de técnica con explosión. Sabe defenderse: se quita golpes de encima con una habilidad desquiciante y no tiene pena en recurrir a los abrazos cuando el rival empieza a hacerle daño. Pero no necesita de muchos artificios para hacer lo suyo: lanzar un puñetazo que liquide al rival.
Eso basta. Un aguijonazo destructor. El sábado en Las Vegas, cuando parecía que Ryan García podía ser un laberinto difícil de caminar, Davis lo resolvió todo con un volado de izquierda que mandó al King a la lona en el segundo round. No hubo vuelta atrás. Toda la pelea fue un monólogo de Gervonta: siempre con el dominio y cazando la menor oportunidad para detener el combate. Y eso pasó en el séptimo asalto con un letal gancho al hígado que, con el efecto retardado que caracteriza a este golpe, puso de rodillas a García, inhabilitado para sortear la cuenta de protección.
Esta pelea tenía que hacerse. El boxeo la clamaba porque habría de demostrar que a los fans se les puede dar lo que quieren ver: un combate entre dos estrellas jóvenes y mediáticas. Pero una vez superada esa fiebre necesaria, es indispensable enmarcar en dónde se encuentra el vencedor —el vencido tiene futuro, pero ya no apunta a ser una megaestrella arriba del ring—. Davis está encaminado ser la nueva cara del boxeo y, de hecho, hay quienes desde ya le han dado ese estatus.
No se pueden apresurar las cosas. Davis ostenta desde hace tres años el campeonato mundial "regular" de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) de peso ligero (135 libras). Ese titulo regular es, en términos reales, un campeonato de plástico. No es el campeón real. El campeón legítimo es considerado campeón a secas, nada de regular. Y ese cinturón real está en poder de Devin Haney, que además ostenta los otros tres campeonatos mundiales de las 135 libras (CMB, OMB y FIB). Haney enfrentará el 20 de mayo a Vasyl Lomachenko por todas las fajas de la división.
Esa pelea, aunque es grande, no tendrá las luces del Davis-García, pero enfrenta al uno y al dos: el campeón indiscutible y el mejor boxeador de la categoría en los últimos años. Lo normal sería que Davis enfrentara al ganador. Pero otra vez lo mismo de siempre: son diferentes empresas. Davis están por Premier Boxing Champions, y Haney y Lomachenko con Top Rank. La pelea con García, de Golden Boy, fue una excepción, no una norma. Cada empresa cuida a sus talentos.
Davis, en un mundo ideal, debió enfrentar a Lomachenko hace, por lo menos, tres años, cuando el ucraniano estaba en su mejor momento. Pero no pasó porque Mayweather siempre ha dicho que su peleador no hace funciones fuera de PBC —tampoco la pelea contra García lo fue, porque aunque se compartieron los derechos de transmisión con DAZN, PBC tuvo la organización y gozó de mayor protagonismo en la promoción del combate—.
Títulos que no ayudan a alguien que quiere la gloria completa
Son cinco los títulos del mundo que, en el papel, ha ganado Gervonta Davis: tres en superpluma (FIB, AMB y AMB regular), uno en ligero (regular, el que tiene actualmente) y uno en superligero (regular), contra Mario Barrios, buen peleador pero muy lejano al nivel del escocés Josh Taylor, que llegó a ser campeón indiscutido. En realidad, en esos cinco títulos, Gervonta apenas le ha ganado a un campeón en toda regla: José Pedraza en 2017, cuando le arrebató el FIB Superpluma.
Todos los demás tienen diferentes asteriscos: tomó dos títulos vacantes , el AMB Superpluma y AMB Regular Ligero: venció a Jesús Cuellar y Yuriorkis Gamboa, respectivamente. En 2020 le ganó al mexicano Leo Santa Cruz el título AMB Superpluma en un extraño pacto: ambos eran campeones —Davis puso en juego su cinturón regular ligero— y el ganador lo tomaba todo. Davis venció con un portentoso nocaut, pero Santa Cruz peleó por encima de su división, por lo que iba en desventaja. Y el citado campeonato ligero regular que en 2021 le quitó a Barrios.
Hay dos conclusiones cuando se habla de Gervonta Davis: es un prodigio, pero nunca ha enfrentado a quien debería enfrentar. Hoy lo normal, si quiere ser el mejor del mundo y la nueva cara del boxeo, sería que peleara con el vencedor de Haney-Lomachenko y que, en caso de ganar, se midiera con Shakur Stevenson, un peleador más alto que él, más joven y que le representaría todo un reto por su estilo defensivo, ágil y contragolpeador. Haney o Loma son dos retos menos duros: el primero porque tiene técnica y astucia, pero no pegada; el segundo porque ya no está en su mejor momento.
Davis ha coqueteado con darle la revancha a Isaac Pitbull Cruz, y también su entrenador habló de esa posibilidad. Pero aunque se diera, Cruz no es la prueba que Davis debe superar en su ascenso a la cima del boxeo. Esa pelea serviría para demostrar que si no lo venció contundentemente en su primera pelea (victoria por puntos en diciembre de 2021) fue porque, como dijo desde el principio, se lastimó la mano y debió practicar un boxeo elusivo, que de todas formas le fue suficiente para ganar.
Es cierto que las principales figuras del boxeo actual apuntan al ocaso: Saúl Álvarez, Tyson Fury, Naoya Inoue, Errol Spence, Crawford, Usyk. Todos siguen siendo presente, pero difícilmente van a ofrecer algo que no se haya visto ya. Y Gervonta Davis puede ocupar el trono absoluto por condiciones, rentabilidad y atractivo comercial. Pero eso no pasará si no pelea con los leones. Una cosa fue hacer el combate con Ryan García, deleite a nivel mediático, y otra dejar claro que no hay nadie mejor que él. Eso no está demostrado y no lo estará si su camino sigue siendo el mismo que hasta ahora.
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