Ganó San Lorenzo: el alivio de la mano de los hinchas y los insultos para el presidente Moretti y la dirigencia
Ni siquiera el primer triunfo como local en cinco meses impidió que los hinchas de San Lorenzo expongan su malestar generalizado con la dirigencia del club, liderada por Marcelo Moretti desde hace apenas ocho meses. Mientras el aliento y el apoyo para el equipo fueron ensordecedores durante los 90 minutos, antes, durante y después del partido los fanáticos expresaron con contundencia su distanciamiento de la Comisión Directiva.
“¡Ni Laudelina mintió tanto! ¡Andate Moretti!”, se leyó en unos panfletos sin firma que sobrevolaron la platea cubierta del estadio Pedro Bidegain en la previa del encuentro frente a Talleres de Córdoba, por la fecha 12 de la Liga Profesional. En tiempos de crisis y de cimbronazos dirigenciales, la ironía y el humor ácido es lo que los hinchas eligen para reírse y llevar al extremo la comparación del directivo con la tía de Loan, el niño correntino de cinco años del que no se conoce su paradero desde el 13 de junio.
Otro ejemplo: cuando el árbitro Nazareno Arasa pitó el final del primer tiempo, los jugadores locales se fueron al vestuario 1 a 0 en ventaja y bajo una lluvia de aplausos. Pero inmediatamente después todo el estadio cantó: “Dirigentes, la c... de su madre, a ver si se dan cuenta, que no los quiere nadie”. Con esa misma melodía continuaron con otra letra: “De los socios, el club es de los socios…”, seguido por algo más directo: “Moretti hijo de p...”. La tribuna dio un veredicto inapelable.
Vaya si sabe de amor el hincha de San Lorenzo, que alienta, se enoja, celebra, insulta, goza, reclama y se hace mala sangre precisamente por eso: por amor. Por el deseo genuino de que le vaya bien al club. “Soy del Ciclón desde muy chiquito. Nací en una familia que es toda de Boca, pero don Manolo, el papá de uno de mis mejores amiguitos, era de San Lorenzo y me hablaba todo el día de los equipos que él había visto con la camiseta azulgrana. Y me enamoré de estos colores”, le dice a LA NACION Vicente Gaudino un hincha fiel como tantos que en una tarde fría y gris se acercaron al estadio Pedro Bidegain a acompañar al equipo e incluso a agradecerle la entrega en Belo Horizonte, donde solo los detalles lo dejaron afuera de la Libertadores en una serie muy pareja con Atlético Mineiro.
Estar en las buenas y en las malas. Si sabrá de eso Vicente, que en unas pocas semanas cumplirá 70 años y disfrutó de los Carasucias, de los Matadores, del dolor inmenso de perder primero el Gasómetro, en épocas de dictadura, y apenas unos meses después la categoría. Para resurgir de las cenizas y provocar una revolución en la Primera B, reventando estadios a pura pasión durante todo 1982, con Rubén Darío Insua y Jorge Rinaldi como caras visibles de una epopeya. Si se habrán emocionado Gaudino y todos los fanáticos del Ciclón cuando se concretó el máximo sueño: la Copa Libertadores 2014, con un penal anotado por Néstor Ortigoza en este mismo estadio y levantada por el capitán y símbolo de aquel equipo: Leandro Romagnoli.
Precisamente ambos son protagonistas una década más tarde. El exmediocampista fue nombrado por la nueva dirigencia como el máximo responsable del fútbol profesional, pero se sintió ninguneado, lo dijo y fue desplazado a comienzos de este mes. El Pipi, en cambio, se puso el traje de bombero en abril para reemplazar al Gallego Insua.
Los hinchas bancan al DT y a los jugadores. Ellos consideran que el problema está afuera de la cancha. “Es un desastre la situación dirigencial. No están a la altura de San Lorenzo y de su gente. Nos convirtieron en un equipito, sin figuras, sin que nadie marque la diferencia. Y, así y todo, los muchachos ponen todo lo que hay que poner, lo dejan todo y más, incluso el Pipi”, resume Gaudino. Y agrega: “Ante Mineiro dieron la talla y merecieron pasar a cuartos, pero no se dio. Pero, ¿cuánto más le podés pedir a ellos si sabés que no tienen la culpa de este triste presente?”.
Apenas 10 puntos sobre 33 posibles, con dos triunfos, cuatro empates y cinco derrotas exponen ese mote de “equipito”, que harán demasiado largos los más de tres años que tiene esta dirigencia hasta diciembre de 2027. Si incluso hay que viajar hasta el 21 de marzo, cuando derrotó 1 a 0 a Godoy Cruz por la fecha 11 de la Copa de la Liga, para encontrar la última victoria de local. Demasiado tiempo para un grande.
Se suma un contexto económico complejo. Moretti aseguró que heredó “un club con pedidos de embargos, inhibiciones y con recursos comprometidos a futuro”. Según reconstruyó LA NACION hace unos días, los números son elocuentes: US$ 36.730.000 de deuda al 31 de diciembre de 2023, de los cuales el 21% se canceló en los primeros meses de gestión. Con un agravante: el equipo no recibe ingresos por derechos de TV de la Liga profesional, que están cedidos por la anterior gestión por un total de $8.825 millones. Tampoco se perciben regalías, ni ingresos por Copa Argentina por un préstamo de US$ 500.000 pedido a Torneos. Y de la venta de cada jugador, el club sólo percibe un 45%. San Lorenzo está ahogado financieramente.
El de este domingo fue un partido entre dos equipos que sufrieron en la semana el impacto de quedar eliminados en los octavos de final de la Copa Libertadores. San Lorenzo, a manos de Atlético Mineiro, y Talleres, contra River.
Fue un partido entretenido, con situaciones claras para ambos. A los 8 lo tuvo Santiago Sosa, con un fuerte zurdazo desde fuera del área. Dos minutos más tarde fue la chance para el club cordobés: Matías Galarza malogró una jugada ideal al encontrarse con un rebote que le quedó a la altura de la cadera en el área chica, luego de una buena jugada colectiva. Y a los 20, Nicolás Tripichio recuperó un balón en el mediocampo, avanzó unos metros y se la quiso picar a Herrera, que reaccionó a tiempo y la sacó al córner.
El desequilibrio llegó a los 35. El Ciclón edificó una gran jugada por la derecha, Tripichio le metió un pase perfecto a Alexis Cuello, que entró por el vértice derecho del área y definió con clase ante la salida de Herrera. Justo cuando el sol se asomó entre tantos nubarrones sobre el Nuevo Gasómetro, donde el grito de gol y los abrazos desahogaron a más de uno.
PRIMERO CHILA Y DESPUÉS EL PALO SALVARON A SAN LORENZO.
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Elián Irala sentenció el resultado a los 32 del segundo tiempo con un exquisito zurdazo al rincón, como premio de una jugada veloz, que le regaló a los fanáticos otro momento de felicidad después de tantas tardes de fastidio y rostros cabizbajos. Solo el destino sabrá qué pudo haber pasado si ese remate de Portillo, con el partido aún 1 a 0, hubiera entrado después de pegar en el palo, en vez de que la pelota camine paralela a la línea y saliera por el otro lado. No ocurrió.
En medio de rumores sobre un aparente trabajo de limpieza energética en el estadio que se haría en la semana, San Lorenzo volvió a ganar ante su gente, que sabe bien lo que es el amor por estos colores. Y lo defienden y lo cuidan, contra viento y marea.