Los futbolistas de la región del Tigré juegan para ganar y para reconstruir Etiopía

Los futbolistas del Mekelle 70 Enderta durante el calentamiento antes de un partido contra el Raya Azebo, en el estadio de Mekele, en Etiopía, el 25 de mayo de 2024 (Amanuel Sileshi)
Los futbolistas del Mekelle 70 Enderta durante el calentamiento antes de un partido contra el Raya Azebo, en el estadio de Mekele, en Etiopía, el 25 de mayo de 2024 (Amanuel Sileshi)

El capitán de  equipo de fútbol del Tigré, Anteneh Gebrekirstos Haile, recuerda como si fuera ayer el día que su equipo, le Mekelle 70 Enderta, ganó por primera vez el campeonato etíope. Fue en julio de 2019.

El estadio "estaba lleno de energía y emoción, los asientos llenos de aficionados apasionados" por el equipo de Mekele, la capital del Tigré, recuerda este futbolista de 31 años. "El día más bonito de mi vida", confiesa a la AFP.

Sin embargo, el silencio invadió el estadio en 2020. La guerra entre el gobierno federal y las autoridades del Tigré arrasó esta región del norte, hasta la firma de un acuerdo de paz en noviembre de 2022.

Miles de jóvenes tigrinos se vieron implicados a la fuerza en el conflicto, entre ellos Anteneh. "Había este sentimiento general que más valía ir a la guerra que morir en casa", dice.

"La guerra fue devastadora (...), no sólo para mí o para la región del Tigré, sino para toda Etiopía".

- Traumatizados -

Kibrom Asbeha, 26 años y delantero del equipo, explica a la AFP que su hermano menor y él tomaron las armas para reencontrarse con sus padres, ambos enrolados. La guerra se llevó a su hermano antes de la firma del acuerdo de paz y del reencuentro con sus padres.

Pese a la guerra, la pasión por el fútbol permaneció intacta.

"Incluso miraba los partidos de la primera división etíope por Facebook Live, con la esperanza que, después de la guerra, pudiera volver a jugar al fútbol", recuerda.

Pero volver a la vida normal no fue tarea fácil.

Más allá de la falta de ingresos (ningún miembro del club cobra un salario), el traumatismo por el conflicto continúa.

"En el campo de batalla, la intensidad del momento oculta a menudo las emociones, pero los recuerdos te atormentan una vez vuelves a casa", añade.

El conflicto, del que nunca se ha dado una cifra de víctimas, fue también el escenario de actos de violencia sexual por ambas partes.

Investigadores de la ONU también acusaron al gobierno etíope de haber tratado de matar de hambre a los tigrinos con el objetivo de debilitar el poder de las autoridades rebeldes.

- "Fuerza unificadora" -

Reunir a los jugadores en un terreno de juego y formar un equipo fue todo un desafío, asegura el primer entrenador Goytom Haile, de 39 años.

"Nos llevó mucho tiempo reunir a todo el mundo, ayudarles a volver a tener una vida social y a concentrarse en el fútbol", explica.

"La guerra nos robó muchas cosas (...) Llevará mucho tiempo el volver a lo de antes, pero lo conseguiremos", insiste el técnico, que pide ayuda económica para el equipo, al que considera una "fuerza unificadora" y pone como ejemplo la figura del internacional marfileño Didier Drogba, quien a principio de los años 2010 puso su notoriedad al servicio de la paz en su país.

Haile se muestra confiado, ya que piensa que el fútbol puede ayudar a sus conciudadanos a "superar el odio y aprender a apreciarse unos a otros".

- Invicto -

Todos los esfuerzos han permitido ya al equipo regresar a la élite del fútbol etíope y sus aficionados ya sueñan con ver al club revivir sus años de gloria.

"Si nos apoyamos unos a otros y logramos buenos resultados la próxima temporada, todo irá bien", asegura Zelalem Etakility, un hombre de 30 años seguidor del Mekelle 70 Enderta desde su adolescencia.

"Aunque no sea como antes, soy optimista en cuanto a que las cosas van a cambiar", añade. "El fútbol nos puede ayudar a la reconstrucción política, económica y financiera".

Para Anteneh, el regreso a los terrenos de juego ya es sinónimo de "cura" y de "esperanza": su club puede enorgullecerse que acabó invicto la última temporada.

"Nos esforzamos por reconstruir la vida que teníamos y de recuperar el estado de ánimo de aquella época".

"Hemos vuelto a hacer lo que más nos gusta: jugar al fútbol", concluye.

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