La foto del día en los Juegos Olímpicos: así fue la definición de los 100 metros, una carrera para el recuerdo

La llegada de la final de los 100 metros, una imagen icónica de la definición de unas de las
La llegada de la final de los 100 metros, una imagen icónica de la definición de unas de las "pruebas madre" de los Juegos - Créditos: @Richard Heathcote (Getty Images)

Paul Gilham, director global de deportes en Getty Images, eligió la imagen del día en los Juegos Olímpicos de París 2024: “Es una captura fantástica de la final masculina de 100 metros utilizando una cámara robótica. En una de las finales más reñidas de la carrera de 100 metros masculinos. Esta imagen del fotógrafo de Getty Images, Richard Heathcote, ilustra perfectamente los márgenes finos que definen el éxito para el recién coronado hombre más rápido del mundo, Noah Lyles, del Equipo de Estados Unidos. Perfectamente enmarcada, esta imagen gráfica es una que se utilizará en todo el mundo para ilustrar lo disputada y magnífica que fue esta carrera”.

Noah Lyles, Oblique Seville, de Jamaica, y Akani Simbine de Sudáfrica, al finalizar la carrera más dramática en la historia de los 100 m. (Photo by Mehmet Murat Onel/Anadolu via Getty Images)
Noah Lyles, Oblique Seville, de Jamaica, y Akani Simbine de Sudáfrica, al finalizar la carrera más dramática en la historia de los 100 m. (Photo by Mehmet Murat Onel/Anadolu via Getty Images)

POR Sebastián Torok/PARÍS (Enviado especial).- Cuando el reloj marcó las 21.45 en la capital francesa, el estadio Stade de France, en la comuna de Saint-Denis y con capacidad para 80.000 personas, se oscureció. No se trató de un desperfecto técnico. Fue el comienzo del show, de las vibraciones, de la explosiva adrenalina. En las tribunas, como si fuera un concierto de Coldplay, los espectadores hicieron brillar el escenario con pulseras que cambiaban de color todo el tiempo, al ritmo de una música fortísima. Poco a poco se fueron encendiendo los reflectores, dejando al descubierto la pista de atletismo lila y los anillos olímpicos blancos. Un locutor comenzó a presentar a los ocho atletas que, en breve, competirían en la final de los 100 metros. Fueron entrando, uno por uno, con un impulso medido. Hasta que fue el turno de Noah Lyles.

Como si estuviera poseído o trajera el impulso de las semifinales, en las que había conseguido una de las dos primeras plazas, el estadounidense de 27 años hizo un ingreso enloquecido, a los saltos, pasado de revoluciones, despegándose de sus contrincantes, que algunos lo miraban con desconfianza. Se ganó la primera ovación, Lyles. Se dio toda una vuelta y volvió a su puesto, a la calle número siete.

Eléctrico, nada parecía frenarlo. Entraron los pocos atletas que faltaban y, ahora sí, quedó (casi) todo preparado para el zarpazo final. Durante unos segundos volvió a sonar la música en uno de los estadios más emblemáticos de los Juegos Olímpicos de París 2024: fue un instante de tensa calma en el que algunos velocistas buscaron concentración y, otros, agitación. Se hizo un silencio. Se colocaron en sus posiciones, sonó el disparo y… aquel que pestañeó, perdió.

Lyles, frenético, cerró con potencia los últimos diez metros para marcar un tiempo de 9s79, que lo transformó en el hombre más veloz del planeta. El atleta nacido en Gainesville, en la Florida, logró el mismo tiempo que el jamaiquino Kishane Thompson (23 años), pero el estadounidense celebró por apenas… ¡cinco milésimas de segundo (.784 contra .789)!, teniendo que esperar unos treinta segundos tras el final del apretadísimo sprint, con la revisión en el foto-finish.

Para Lyles se trata de su primera medalla dorada olímpica y coloca a los Estados Unidos en lo más alto del podio en la prueba reina del atletismo por primera vez desde Atenas 2004, cuando Justin Gatlin se convirtió en rey (luego llegó la era Usain Bolt y todas las luces fueron para Jamaica, obviamente).

“No tenía la impresión de haber ganado esta carrera. Me entregué al 100%, pero tuve la sensación de no haber empezado a romper en el buen momento, creía haberlo hecho demasiado pronto. Fue un momento de locura, creía realmente que él había ganado. Fui incluso hacia Kishane para decirle que creía que la victoria era para él. Cuando vi mi nombre en el marcador fue algo increíble. Estoy orgulloso de haber triunfado ante estos atletas tan rápidos, en la mayor carrera del mundo, en el mayor escenario del mundo”, expresó el triunfador.

Noah Lyles y Kishane Thompson de Jamaica esperando los resultados de la carrera que le dio el oro olímpico al estadounidense. (Photo by Mehmet Murat Onel/Anadolu via Getty Images)
Noah Lyles y Kishane Thompson de Jamaica esperando los resultados de la carrera que le dio el oro olímpico al estadounidense. (Photo by Mehmet Murat Onel/Anadolu via Getty Images)

El estadounidense Fred Kerley, campeón mundial hace dos años, se quedó con el bronce (9s81). Mientras que el italiano Marcell Jacobs, campeón olímpico por sorpresa en Tokio 2020, esta vez fue quinto, con un tiempo de 9s85.

No pasa inadvertido, Lyles. Por cómo se mueve y por lo que dice. Medalla de bronce en los 200 metros en Tokio 2020, arribó a París como una de las grandes atracciones del atletismo, sobre todo después de ganar tres medallas de oro en el Mundial de Budapest 2023, cuando culminó en lo más alto en los 100 y 200 metros, además de la posta 4x100. Es un showman, Lyles, pero durante su carrera no siempre lo acompañó la misma sonrisa que en el final del domingo francés lo escoltó durante su vuelta olímpica por la pista de atletismo del Stade de France, cuando se quitó el cartelito de su dorsal (número 1328) para mostrárselo al público, como diciendo: ‘Yo estoy acá’.

Hoy baila, gesticula cuando lo filman y es cómplice del público, pero no fue hace mucho tiempo cuando admitió haber superado una depresión. En 2020 contó que tomaba antidepresivos y que estaba haciendo terapia, lo que lo convirtió, de manera indirecta, en un activista en favor de la salud mental, en un momento en el que la cuestión ganaba protagonismo en los medios con casos como los de la tenista Naomi Osaka o la estrella de la gimnasia artística Simone Biles.

“He demostrado que puedo sumergirme en una tormenta de pensamientos oscuros y salir de ella”, confesó Lyles, según la agencia AFP. Aquella imagen opaca desentonaba con la colorida que había venido exhibiendo con frecuencia en la pista. Pero logró espantar los fantasmas y vaya si volvió a disfrutar. Además de resaltar por sus piernas poderosas, llama la atención por sus cambios de look en el cabello, algunos inspirados en el animé Dragon Ball Z. “Soy un gran fan de Dragon Ball y para ganar hace falta ese ultrainstinto [NdR: una técnica o estado que provoca que el cuerpo reaccione de forma instintiva ante los ataques de los rivales]. Goku logra ese ultrainstinto en su forma final”, había dicho, son sonrojarse, en 2019. Llegó a correr con medias de distintos colores y en diversas victorias fue fotografiado haciendo gestos de sus héroes de animes.

A los cuatro años, Lyles tuvo severos problemas respiratorios (asma) que no le permitían hacer deporte. También padeció un trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) y dislexia. “Fueron muchas noches en el hospital, sin dormir, con el respirador, tomando medicamentos. Fue un largo período, pensé que nunca me iba a recuperar. Me hicieron estudios del sueño para descubrir si había formas en las que pudiera descansar. Recuerdo el ladrido de mi perro por toda la casa, él sabía que estaba enfermo. Los deportes definitivamente estaban fuera de discusión, no podía hacerlos. Fue un largo período en el que pensé que no iba a recuperarme. Pasé una cirugía para que me extirparan las amígdalas porque me estaban haciendo daño. Y ahora, miren, dónde estoy”, confesó, hace unos años.

Hoy trabaja con tres terapeutas distintos. No le agrada mucho que lo comparen con Bolt. Al margen, no debería importarle: puede ufanarse de ser, hoy, el hombre más rápido del planeta.

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