Florian Albert: dos semifinales de Eurocopa, una fractura de tibia y un Balón de Oro

Berlín, 14 jun (EFE).- Florian Albert es uno de los Balones de Oro más discretos de la historia, un mito del Ferencvaros, elegante como pocos, de esos de otra época. Conquistó el galardón en 1967, dos años antes de romperse la tibia en un partido vistiendo la camiseta de Hungría, con la que disputó dos semifinales de Eurocopa, en 1964 y 1972.

La historia del 'emperador' húngaro es una de las más conocidas del fútbol. Nacido en 1941 en Hercegszántó, al sur de Hungría, fue jugador de un solo club, el Ferencvaros, en el que se convirtió en leyenda absoluta por sus 15 temporadas (1959-1974) y sus 256 goles en 351 partidos.

Tanto significó para el club de la capital, que su estadio porta el nombre del jugador desde 2007, cuatro años antes del fallecimiento de la leyenda, al que solo Ferenc Puskas, su predecesor como rey del fútbol húngaro, supera en popularidad.

El único Balón de Oro húngaro Albert, una especie de precursor del falso nueve, un jugador talentoso y con olfato de gol, de esos a los que les gustaba salirse de entre las garras de los toscos centrales para manejar bola, tocó el cielo con el galardón individual más importante en 1967.

Asombrada Europa y el mundo por un jugador de 1,87, pero ágil y acompasado que puso en jaque a la Brasil de Pelé en el Mundial del 66, Albert superó en la votación a cuatro gigantes del fútbol: Bobby Charlton, Jimmy Johnstone, Franz Beckenbauer y Eusebio. Por ese orden.

No es el único logro del fútbol húngaro, que tiene en la Copa de Ferias de 1965 del Ferencvaros también el único título continental del país.

Con 18 años jugó sus primeros partidos de clasificación para la Eurocopa, allá por 1959, hace 64 años. Solo llegó a jugar la fase final en dos ocasiones, perdiendo en sendas semifinales.

La primera vez que consiguió clasificarse, con solo una derrota en seis partidos previos -ante la URSS- fue para la edición de España en 1964 y cayó precisamente contra el anfitrión, campeón días más tarde. Eso sí, cerró el torneo con el tercer puesto tras batir a Dinamarca, en un partido en el que asistió.

En 1968, con Albert como ídolo y líder absoluto, Hungría llegó a cuartos de final, pero no pudo contra la URSS. En la ida, los húngaros, en un partido que no jugó Albert, sellaron una ventaja de dos goles. Pero el 3-2 de la vuelta acabó con todas sus opciones.

Fue entonces cuando Albert, en 1969, sufrió el revés más grande de su carrera: una fractura de tibia jugando contra Dinamarca en busca de la clasificación para el Mundial del 70. Le costó un año volver a los terrenos de juego, pero volvió, aunque ya no al mismo nivel.

En 1972, ya con 30 años, volvió a jugar una Eurocopa. Hungría superó a Francia, Bulgaria y Noruega en fase de grupos y se plantó en semifinales, partido ante la URSS en el que Albert solo jugó la última media hora en busca de una remontada que no llegó. Esta vez, además, Hungría perdió el partido del tercer y cuarto puesto contra Bélgica.

Florian Albert disputó en Bélgica, en el estadio Maurice Dufrasne, su último partido en una Eurocopa, su penúltimo partido con Hungría. En 1974 jugó un amistoso ante Yugoslavia, una victoria con la que se despidió por todo lo alto y con la que Hungría dijo adiós a su último gran talento.

Tomás de Frutos

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