Fútbol en medio de la guerra y la Navidad: apoyos silenciados, el gesto de la “Brigada Verde” y un acuerdo violado

Una Navidad en medio de la guerra
Una Navidad en medio de la guerra

“Si Jesús hubiera nacido hoy, nacería bajo los escombros”, dice Munther Isaac, pastor de la Iglesia Evangélica Luterana de Belén, Cisjordania ocupada. El “pesebre” muestra al niño Jesús entre escombros, envuelto en una kufiya, célebre pañuelo palestino.

Cerca de la Iglesia de la Natividad, construida hace 1500 años sobre la gruta donde se cree que nació Jesucristo, está La Cueva de la Sagrada Familia. La Virgen María abraza aterrorizada en un mural al niño Jesús. Paneles multilingües piden el fin de la masacre contra el pueblo palestino. La Plaza del Pesebre siempre fue centro turístico en diciembre. Está vacía. No hay ritos, villancicos ni adornos. Ni siquiera un árbol de Navidad. Hay un niño Jesús en una incubadora. La represalia israelí tras el salvaje ataque de Hamas del 7 de octubre pasado suma 9000 niños muertos, sobre un total de veinte mil civiles. La pancarta está en el Centro de Paz de Belén: “Detengan el genocidio”.

Belén, hoy con mayoría de población musulmana, está a unos 70 kilómetros de Gaza, donde los templos sufren la guerra. La iglesia católica de la Sagrada Familia es refugio improvisado. En la iglesia ortodoxa griega de San Porfirio, la más antigua de Gaza, murieron en octubre dieciocho personas. Menos hay espacio para el fútbol. La selección de Palestina se prepara en Qatar para la Copa Asiática. Jugará el 14 de enero contra Irán en Arabia Saudita. El 22 de noviembre cayó por 1-0 contra Australia por la clasificación al Mundial 2026. Perdió un récord de 20 partidos invicto como “local”. Entre comillas, porque el cotejo, imposible en una Palestina devastada, debió mudarse a Kuwait. Antes del partido, ambas selecciones cumplieron un minuto de silencio y la lectura de un comunicado de “Solidaridad con Palestina”. Por iniciativa de los jugadores australianos, parte de la recaudación fue donada a las víctimas de Gaza. Fútbol en medio de la guerra. Imposible olvidar lo que dijo un hincha palestino una vez a la prensa: “El fútbol es nuestro espacio para olvidar dónde estamos y recordar quiénes somos”.

El seleccionado de Palestina, que en su último partido fue local en Kuwait
El seleccionado de Palestina, que en su último partido fue local en Kuwait

No es fácil expresar solidaridad hacia el pueblo palestino. Lo sufrieron jugadores musulmanes en Ligas europeas. Y ahora el jugador de criquet de la selección de Australia, Usman Khawaja. Primero le prohibieron usar brazalete negro. Y mensajes que decían “todas las vidas son iguales” y “la libertad es un derecho humano”. Ahora una paloma de la paz. “Doble rasero”, se quejó Khawaja en sus redes, recordando que a otros jugadores sí se les permitió lucir símbolos parecidos en ocasiones anteriores. Otros apoyos son silenciados, como le sucedió al polémico base de los Dallas Mavericks, el antivacunas y anticolonialista Kyrie Irving, que apareció luciendo una kufiya en una conferencia de prensa en noviembre pasado, para espanto de la NBA. Había vestido antes zapatillas que decían “No more genocide”.

Pero la mayor muestra de solidaridad con Palestina sigue siendo de la “Brigada Verde”. Son los hinchas de Celtic, de Escocia, que volvieron a hacerse escuchar el sábado pasado en el triunfo por 2-0 contra Livingston, luego de casi dos meses de prohibiciones, sanciones y negociación con los dueños del club. “Muchos hogares están tristes esta noche. Susurran el nombre de alguien a la luz de las velas. Más de 20.000 muertos, más de 8.000 niños”, decían las pancartas del sábado. Volvieron a ondearse banderas palestinas, posiblemente violando parte del acuerdo, que también prohíbe coros políticos o discriminatorios, pasamontañas, pirotecnia y juegos visitantes, como sucedió en el triunfo por 3-0 en el campo de Dundee. La “Brigada Verde” sí prepara un nuevo acto de apoyo para el gran clásico del sábado que Celtic, líder en la Liga de Escocia, jugará contra Rangers. Fundado por Walfrid, un hermano irlandés que ofrecía comida para que los padres enviaran a sus hijos a la escuela, Celtic, además de raíz irlandesa y católica, ganó protagonismo político en 2006 con la “Brigada Verde”, que habla de racismo, hambre y Palestina, incluyendo academias y organizaciones benéficas en Cisjordania y Gaza.

“Rusia quedó afuera del fútbol tras invadir Ucrania, pero cuando Israel ataca a Palestina, la UEFA y el propio Celtic sancionan a sus hinchas”, denuncia doble vara el académico Abdullah Al Arian, entrevistado por el periodista estadounidense Dave Zirin, quien a su vez cita la contradicción de líderes antisemitas hoy abrazados por el gobierno de Israel. Conocí a Abdullah en una conferencia en Doha previa al Mundial de Qatar. Le pregunto ahora qué significa el fútbol hoy para Palestina, en medio de la guerra y la Navidad.

“La selección está formada por jugadores de toda Palestina separados por la ocupación israelí, el asedio y las leyes racistas, por refugiados a los que no se les permite regresar y que han sufrido encarcelamiento y bala. Unirse y jugar por Palestina”, me dice Abdullah, “es entonces un acto de resistencia en sí mismo, símbolo ante el intento de Israel de suprimir y borrar la identidad nacional palestina”. No se trata de resultados. La victoria es el derecho a la existencia. Y el fútbol que la posibilita.