Fátima y Roseli sueñan con encumbrar al fútbol femenino paraguayo

Asunción, 5 sep (EFE).- Fátima, a sus 18 años, vive su primera experiencia en el exterior con un club brasileño; Roseli, de 15, viaja por una hora en una motocicleta prestada para cumplir dos veces por semana con sus entrenamientos.

Fátima y Roseli sueñan con clasificar a Paraguay a un Mundial femenino y, por qué no, llevar la copa a la tierra de los legendarios guaraníes.

Nacidas en rincones recónditos de un país que transpira fútbol, son dos jóvenes que han empezado a abrirse espacio en un mundillo que cada vez da más protagonismo a las mujeres, como lo demostró el reciente Mundial de Australia y Nueva Zelanda.

DE CONVIDADA A TITULAR

Fátima Acosta fue fichada en julio pasado por el São Paulo después de integrar las selecciones sub-17, la sub-20 que viajó al Sudamericano de Chile en abril de 2022, y la absoluta que disputó en julio del año pasado la Copa América en Colombia.

Su camino no ha estado pavimentado, aunque sí marcado por el apoyo de familiares y allegados que han aportado los granitos de arena que hacían falta.

"Cuando empiezo a jugar, yo soy yo ahí, dentro de la cancha", dijo Fátima a EFE al describir su relación con este deporte, al que llegó impulsada por sus primos. Ellos la convirtieron desde pequeña en la compañera que no podía faltar en sus partidos.

Bajo el cuidado de sus abuelos, Fátima, oriunda de Paso Yobai, en el departamento de Guairá, fue sumando partidos en la escuela y con sus primos en la "canchita" frente a su casa, hasta que un día, cuando estaba "a punto" de cumplir 13 años, un técnico de la ciudad de Villarrica la vio jugar y la invitó a su club.

Otro tanto aportó a su historia un programa de la organización Plan Internacional, que incluía reuniones que, hoy confiesa, al principio "no entendía". Pero en las que escuchó hablar de la desigualdad, en particular en Paraguay, y aprendió que las mujeres pueden llegar a ser presidentes o a ocupar cualquier cargo igual que los hombres.

Como parte de este programa participó de un torneo mixto, que reunió equipos de niñas y niños y atrajo a seguidores de distintas ciudades.

Esto detonó un cambio.

"Ahí empecé a pensar de otra manera, o sea, que las mujeres también pueden jugar fútbol, que si de verdad aman, si de verdad quieren, no hay obstáculos", afirmó esta joven de voz suave desde Sao Paulo.

De allí en adelante arrancó un camino, no exento de sacrificios y luchas, hasta llegar a la "lejana" capital, Asunción, donde militó en equipos como Libertad/Limpeño y Resistencia. También jugó con la sub-14 y la sub-16 en la Liga Desarrollo, apoyadas por la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) y la Conmebol.

Pero fue el llamado a la Albirroja sub-17, el que nunca olvidará.

Ella regresaba junto a sus primos de la chacra trayendo a las vacas de la familia, cuando recibió en su teléfono móvil el mensaje con la convocatoria.

"Y ahí estaba mi nombre", recordó.

Temerosa, acudió a un tío para que fuese él quien comunicara la buena nueva a sus abuelos, ya que no esperaba que le creyeran.

Desde ahí, pandemia mediante, no ha dejado ser parte de las convocatorias nacionales.

UN MOTO PARA UN SUEÑO

Roseli se traslada cada martes y jueves desde Tebicuarymí, en el vecino departamento de Paraguarí, hasta Villarrica, la capital de Guairá, para entrenarse con el Murdock Sport Club.

Viaja en una motocicleta que el padrino de su hermano mayor le prestó a su padre. El combustible lo ayuda a costear su madre, Zunilda, con la venta de hortalizas que cultiva en casa.

Roseli, quien acaba de ser preseleccionada a la sub-17, tiene claro su objetivo: jugar profesionalmente, "debutar en un equipo grande" y "ser reconocida por el mundo siendo futbolista".

Y aunque "desde pequeña" siempre quiso practicar este deporte, no fue sino hasta los 8 años de edad que sus padres la inscribieron en una escuela de fútbol, donde se ganó un puesto como delantera.

"Yo era la única niña. Se burlaban de mí, porque era la única que jugaba y que le gustaba el fútbol", contó a EFE.

Fueron sus propios compañeros quienes la apodaron 'crack' cuando en un partido amistoso anotó tres goles y se convirtió en titular indiscutida.

Cinco años después y tras conocer a su actual entrenador, Alejandro Martínez, pasó al fútbol femenino.

"Fue un cambio muy repentino", admitió Roseli, quien descubrió en ese entonces que "no sabía cómo era jugar con ellas".

Ahora, en el rol de extremo, esta joven de ojos claros y gestos muy seguros ha jugado numerosos partidos con su club y en la Liga Desarrollo. Ahora, su corazón y el de su familia están puestos en lo que pueda aportar a la Albirroja.

"Con la noticia de que fue convocada para la selección, todos lloramos de la emoción", comentó emocionada Zunilda, a quien se le escapan las lágrimas de orgullo al hablar de su hija.

Según la gerente de Programas e Influencia de Plan Internacional en Paraguay, Noelia Errecarte, esta iniciativa de fútbol mixto ha alcanzado a más de 500 de niñas de entre 10 y 16 años en 4 de los 17 departamentos del país.

"El fútbol es un recurso extremadamente movilizador", afirmó Errecarte, y destacó que ha permitido "desafiar muchos de los paradigmas tradicionales hacia las niñas y las adolescentes" y mostrar a ellas que, más allá de las limitaciones materiales, "existen otras oportunidades".

(c) Agencia EFE