A la espera del resultado final, las elecciones dejaron en EE.UU. una división casi perfecta
WASHINGTON.– Dos días después del cierre de las elecciones de mitad de mandato, Estados Unidos seguía contando votos, y el control del Congreso se mantenía indefinido, a la espera del cierre del escrutinio. Pero el avance del recuento ya alcanzaba para delinear un país dividido políticamente casi a la perfección. Demócratas y republicanos se repartían el Senado, y también la Cámara de Representantes. El control de ambas Cámaras se encaminaba a dirimirse apenas por una mínima diferencia de bancas.
El nuevo mapa político que dejaron las legislativas era un reflejo de la profunda polarización que caracteriza a la primera potencia global, y ponía a demócratas y republicanos ante el desafío de trabajar juntos para garantizar la gobernabilidad. Ese fue de hecho uno de los primeros mensajes que dejó el presidente Joe Biden en su conferencia de prensa de ayer, cuando ya era evidente que la oposición no había logrado enarbolar una “ola roja”.
“Dejénme decir esto, independientemente de lo que muestre el recuento final de estas elecciones, y todavía el recuento está en marcha, estoy preparado para trabajar con mis colegas republicanos”, indicó Biden. “Creo que el pueblo estadounidense ha dejado claro, creo, que espera que los republicanos estén preparados para trabajar conmigo también”, afirmó.
Conteo en marcha
Este jueves por la tarde, y con más de 30 contiendas por bancas en la Cámara baja aún sin definir –había distritos en California donde faltaba contar más de la mitad de los votos–, los republicanos se encaminaban a conseguir la mayoría de la Cámara de Representantes por menos de cinco escaños, una mínima diferencia. Y el Senado se dirigía a quedar igualmente dividido, con 49 bancas para los demócratas si se confirma su ventaja en Arizona, y 50 para los republicanos si el recuento ratifica su victoria provisoria en Nevada. El control final se definirá, como en 2020, en una segunda vuelta que definirá el último escaño en Georgia.
El nuevo mapa político y la división de poder que trazaron las elecciones legislativas deja al Partido Demócrata fortalecido pese a que probablemente pierda la Cámara de Representantes, luego de unos comicios en los que tuvieron un desempeño mucho mejor al que se esperaba. El oficialismo llegó con una aparente desventaja por la fragilidad de la economía, el pico de inflación, la más alta de los últimos 40 años, y un Biden con un bajo nivel de aprobación. Pese a su avance en el Congreso, el Partido Republicano quedaba envuelto en una agria disputa interna, con un pase de facturas abierto y frontal que tenía un destinatario nítido: Donald Trump, principal blanco de la floja noche electoral.
“Para aquellas personas que están recibiendo la narrativa falsa de los medios corruptos de que estoy enojado por las elecciones, no lo crean. No estoy enojado en absoluto, hice un gran trabajo (¡yo no estaba compitiendo!) y estoy muy ocupado mirando hacia el futuro. Recuerden, soy un ‘genio estable’”, publicó Trump en su red social, Truth Social.
La decepción republicana llegó al punto tal que aliados de Trump buscaban que el magnate postergara el lanzamiento de su nueva candidatura presidencial. Antes de las elecciones, Trump prometió un “gran anuncio” en su residencia de Mar-a-Lago la semana próxima, en lo que ampliamente se espera sea el lanzamiento de una nueva campaña para intentar recuperar la Casa Blanca. El gran triunfo de Ron DeSantis en Florida, donde obtuvo cómodamente su reelección como gobernador, lo terminó de posicionar como un nuevo referente de la oposición, capaz de disputarle el liderazgo del partido a Trump.
Para el gobierno de Biden, el resultado dejó un respaldo a la agenda económica del mandatario y a sus políticas, a pesar de que las encuestas y los sondeos a boca de urna mostraron que la gran mayoría de los norteamericanos cree que el país va por mal camino. Biden prometió mantener el rumbo, y dijo que no planea cambiar “nada” de su gobierno. Esa determinación y la profunda polarización en el país pueden llegar a enfrentar a la Casa Blanca con una oposición mucho más áspera de los republicanos en el Congreso, que han prometido abrir investigaciones sobre el gobierno y sobre su hijo, Hunter Biden.
Inflación a la baja
Además de un resultado electoral que fue mejor al previsto, la Casa Blanca recibió otra noticia positiva: la inflación llegó al 7,7% anual en octubre, la primera baja sensible este año, y una cifra mucho más baja de la que esperaban los expertos. El resultado fue un fuerte rally de los mercados. La inflación era la principal preocupación en la mente de los norteamericanos antes de las elecciones, y uno de los argumentos que usaron los republicanos para arengar a sus votantes.
Biden tomó el dato como otra señal de respaldo a sus políticas al indicar en un comunicado que la cifra mostraba que el país estaba logrando bajar la inflación “sin renunciar a todo el progreso que hemos logrado en el crecimiento económico y la creación de empleo”.
“Mi plan económico está dando resultados, y el pueblo puede ver que enfrentamos desafíos económicos globales desde una posición de fortaleza. Llevará tiempo que la inflación vuelva a los niveles normales, y podríamos ver contratiempos en el camino, pero seguiremos adelante y ayudaremos a las familias con el costo de vida”, indicó.
“Trabajaré con cualquier persona, demócrata o republicana, en ideas para brindar más espacio para respirar a las familias trabajadoras y de clase media. Y me opondré a cualquier intento de deshacer mi agenda o de agravar la inflación. Estamos en el camino correcto”, insistió.
La baja de la inflación abría además la posibilidad para que la Reserva Federal morigere el ritmo de la suba de la tasa de interés hacia adelante, un eventual giro de su estrategia para domar los precios que aliviaría la suba del costo del financiamiento para los estadounidenses, y podría incluso calmar los temores a una incipiente recesión.