¿Qué le espera al príncipe Andrés? Exilio de la vida pública y una imagen manchada
LONDRES.- El príncipe Andrés está quemado. Atrás quedaron sus antiguas funciones de trabajador full time de la realeza, patrocinador de instituciones benéficas y figurón militar. Esos días se fueron, y para siempre.
Al menos en eso parecieron coincidir los analistas de la realeza británica, los expertos en protocolo, los abogados, y los biógrafos de la monarquía, tras conocerse que el hijo de la reina Isabel II había llegado a un acuerdo extrajudicial en la demanda por abuso sexual que le inició Virginia Giuffre, que asegura que fue “traficada” al príncipe por uno de sus entonces amigos, el delincuente sexual Jeffrey Epstein.
En la presentación judicial que se hizo el martes en la ciudad de Nueva York, no se dieron a conocer ni el monto ni los detalles del acuerdo con Giuffre. El príncipe ha negado repetidamente las acusaciones de abuso sexual descritas en la demanda y en la declaración presentada junto con el aviso del acuerdo extrajudicial no admitió ninguna conducta impropia.
El cierre de la causa permitirá que el Palacio de Buckingham dé vuelta la página y se aleje de los escándalos de Andrés. El acuerdo también cierra la puerta a nuevas revelaciones bochornosas que podían surgir si el proceso judicial avanzaba. Pero ante el jurado de la opinión pública, la imagen de Andrés quedó muy magullada.
“Para él se acabó todo, cualquier tipo de vida pública”, dice Dickie Arbiter, exsecretario de prensa de la reina y comentarista de la realeza.
“Está quemado, dentro y fuera de la familia real. Nadie lo quiere ni cerca”, dice Mark Stephens, abogado especializado en medios del estudio londinense Howard Kennedy, que ha seguido el caso de cerca.
Stephens dijo que Andrés ya había sido desterrado, metafóricamente, a la “Siberia social”.
El gurú británico de relaciones públicas Mark Borkowski dice que si bien “todo es posible”, le resulta inimaginable el expiloto de helicóptero de la Royal Navy pueda volver a la vida pública. A lo máximo que puede aspirar el príncipe de 61 años, dice Borkowski, es a que la opinión pública sufra una especie de “amnesia colectiva” o “pérdida de memoria de corto plazo”. “Seguramente querrá volver, pero no creo que el público británico lo acepte”, agrega Borkowski.
Andrés es considerado “el tío malo” y seguramente lo mantendrán alejado de los inminentes festejos por el Jubileo de Platino de la reina, anticipa Borkowski.
Las dudas sobre el origen del dinero para pagar el acuerdo, sin embargo, seguirán circulando durante mucho tiempo. Desde que tuvo que renunciar a su puesto como “trabajador de la realeza”, Andrés no recibe dinero de los contribuyentes británicos, y el Palacio de Buckingham aclaró que a todos los efectos legales, el príncipe sería considerado “un ciudadano común”. Pero eso no impide que su madre, la reina, cubra parte del acuerdo con su fortuna personal.
El diario The Telegraph informó que según sus fuentes el monto del acuerdo podría alcanzar los 16 millones de dólares. Los analistas judiciales estiman que un acuerdo de esas características ronda los 10 a 12 millones de dólares.
El abogado de Giuffre, David Boies, no mencionó la cantidad, pero dijo a través de un comunicado que “los hechos hablan por sí solos”. Los abogados de Andrés no han hecho comentarios públicos y se limitaron a la presentación judicial.
Stephens, el abogado especializado en medios, cree que los representantes de Andrés en algún momento se ocuparán de aclarar que el dinero no provino del erario público, ni de las arcas de su madre.
El mes pasado, la reina despojó a su hijo de sus títulos militares honoríficos y de sus patrocinios reales, y también se le retiró el tratamiento de “alteza real”. Sin embargo, sigue siendo príncipe de la corona y duque de York, y también conserva el título de vicealmirante de la marina, al menos hasta ahora.
El secretario de defensa, Ben Wallace, dijo el miércoles que quitarle ese título depende directamente del Palacio de Buckingham.
Rachael Maskell, legisladora del Partido Laborista por la región de York Central, dijo que Andrés debería renunciar a su título de duque de York y que la gente de York no quiere que se la asocie con él.
Maskell tuiteó: “Una joven traficada y explotada que salió a hablar con valentía. Personas con privilegios, estatus y poder que la trataron de cancelar y hacer callar. Esto tiene que ser un punto de inflexión, para que York deje de ser el título de un duque y se convierta en un movimiento popular de luchar por los derechos de las mujeres y las niñas”.
A young woman trafficked & exploited. She bravely spoke out. People of privilege, position & power tried to suppress & silence. This must be a turning point, where York is not a Duke's title but a people's movement to fight for the rights of women & girls.
— 💙Rachael Maskell MP (@RachaelMaskell) February 15, 2022
En su propia declaración presentada como parte del acuerdo judicial, Andrés elogia “la valentía de la señora Giuffre y otros sobrevivientes”, pero el comunicado la describe como una víctima de Epstein, no del príncipe.
La declaración dice que Andrés de Windsor “nunca tuvo la intención de difamar el carácter de la señora Giuffre”. Sin embargo, su equipo legal había tratado de pintarla como “poco confiable” para ser tomada en cuenta, y habían calificado de “infundada” su acusación de que la obligaron a tener relaciones sexuales con el príncipe en múltiples ocasiones. Andrés repite hace años que ni siquiera recuerda haber conocido a Giuffre, a pesar de la fotografía que lo muestra sonriendo y con el brazo rodeando la cintura de la joven.
Anna Whitelock, historiadora de la monarquía moderna de la Universidad de Londres, dice que la declaración de Andrés permite entrever por dónde intentará tal vez resurgir: dando apoyo a instituciones benéficas para víctimas de abuso sexual. El documento judicial señala que el príncipe “se compromete a demostrar su arrepentimiento por su vínculo con Epstein apoyando la lucha contra el flagelo del tráfico sexual y ayudando a sus víctimas”.
De todos modos, para Whitelock es “muy improbable” que las organizaciones de ese campo quieran que se las vincule con Andrés.
El príncipe llegó a patrocinar más de 100 organizaciones benéficas, que empezaron a desvincularse de él cuando las acusaciones de Giuffre se hicieron noticia.
Los expertos legales británicos dicen que en vez de hacer campaña pública, Andrés de Windsor simplemente puede hacer donaciones a las organizaciones de lucha contra el tráfico sexual.
Varias exmiembros del personal del Palacio de Buckingham dicen que Andrés seguirá teniendo una vida despreocupada y que probablemente siga socializando con la familia real, aunque fuera de la mirada pública.
Camilla Tominey, analista de la realeza británica, está convencida de que el príncipe Carlos y su hijo, el príncipe Guillermo —primero y segundo en la línea de sucesión al trono— son menos comprensivos con Andrés que su madre, la reina, que siempre ha consentido a su segundo hijo.
“Toda la familia real tiene miedo al contagio, y por eso lo corrieron de la escena”, dice Tominey. “Están actuando como un triunvirato: tres generaciones de la realeza abocadas a blindar la institución de la monarquía”.
Carlos ya hizo saber que cuando ascienda al trono reducirá el núcleo de lo que se considera “familia real”, donde Andrés probablemente ya no esté incluido.
“Creo que el impacto, en más de un sentido, es sobre él y nada más que él”, dice Whitelock. “Todos parecen tener muy claro que él se lo buscó.”
William Booth y Adela Suliman
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide