Elián Larregina en los Juegos Olímpicos 2024: “Creo que puedo hacer grandes cosas en el atletismo”
PARIS.- Entre todas las estrellas de los 400 metros, algunos periodistas extranjeros optaron por ir a buscar al argentino Elián Larregina, un actor secundario. La inquietud era su gorra para atrás al momento de competir. Era la única pregunta que tenían para él. Les causaba curiosidad, un rara avis dentro de la elite del atletismo olímpico. Oriundo de Suipacha, le tradujeron la pregunta porque no entiende inglés y respondió: “La uso desde 2017 porque tengo alopecia, un problema de caída de pelo, y ahora quedó como una cábala. ¿Si me incomoda? No, porque la ajusto de acá [se señala a la altura de la frente] y no se me mueve. Está bastante ajustada. Mientras que no les moleste a los otros participantes no pasa nada y nunca se me cayó durante una carrera; mis compañeros ya están acostumbrados”.
Es un caso increíble el de este atleta de 24 años, que quedó eliminado en las semifinales de 400 metros con un tiempo de 45s02 (finalizó 17°), tras ingresar a esa instancia a través de un repechaje. Quedó a 9 centésimas de su mejor marca personal, los 44s93 que consiguió en Madrid este año. A los 250 metros aminoró el ritmo, según él por el cansancio de las dos carreras anteriores. Sabía que no podía competir al lado de varios monstruos de la especialidad como el granadino Kirani James o el norteamericano Quincy Hall, aunque se dio el gusto de medir su potencial en el Stade de France, en la reunión más importante posible dentro de su disciplina. “Arranqué atletismo de bastante grande, a los 17 años y como un hobby, porque había dejado el fútbol y no estaba haciendo ningún deporte; entonces me inspiré por ese lado. En 2019 tomé la decisión de irme para Capital, que fue algo clave para dedicarme a esto”, le cuenta a LA NACION, con su gorra siempre bien adherida a su cabeza.
¿Un hobby y en siete años llegó a este nivel? Impensado para un argentino que instaló su residencia en el Cenard, la supuesta casa matriz del deporte argentino, en donde según sus palabras todo parece funcionar mal, algo así como la película “Durmiendo con el enemigo”. El malestar le brota cuando repasa su hospedaje en el predio de Núñez: “En Argentina estamos muy lejos de lo que es el alto rendimiento. Tratamos de arreglarnos con los materiales que hay, pero son insuficientes. Ya de por sí, la pista del Cenard está en malas condiciones, agrietada, y los tacos también. No tenés el sistema de fotos para medir los tiempos; es todo manual. Y pese a todo, acá estamos. Las habitaciones son un desastre y la comida deja mucho que desear. Por eso es que vamos a buscar nuestras mejores marcas afuera, ya que tenemos las condiciones para entrenarnos mejor”.
Larregina comenta que hay solo dos pistas dignas en la Argentina para entrenarse, pero cada una tiene sus contras. “La mejor es la del Parque Olímpico que se usó en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. Pero como ahí corre mucho viento, entonces las marcas no son validadas y no sirven. Ir para allá no tiene ningún sentido. Y después está buena la de Concepción del Uruguay, pero el radio de la curva es más chico, así que… no existe la pista que vos decís: ‘Es ésta’. Nos arreglamos con lo que hay”. En cualquier caso, obtuvo un logro histórico: llevó a la Argentina a una semifinal de atletismo de pista tras la actuación de Carlos Gats en los 200 metros de Atlanta 1996. Y si se habla específicamente de la distancia de 400m, el último argentino en entrar a una semifinal había sido Juan Carlos Anderson en Berlín ‘36, nada menos que hace 88 años. Y todo por un “hobby”.
El suipachense no estaba muy al tanto de esos registros, y en cambio parece hipnotizado por todo lo que lo rodeó en sus primeros Juegos Olímpicos. “Es increíble la diferencia con los otros competidores. Ya verlos entrar en calor y estar al lado de ellos es una locura, porque hasta hace cuatro años veía a la mayoría desde mi casa. Y ahora, estar a la par de estos corredores es algo muy importante. Solo que mi limitación con el inglés me lleva solo a saludarlos y ahí queda el tema. Me voy de acá y me pongo a estudiar idioma”, prometió.
Juan Crisimanti, el entrenador de atletismo de Suipacha, lo anotó de chico en los Torneos Bonaerenses. Aunque su primera medalla, una de bronce, la consiguió en salto triple. Después, juntos ya se dedicaron de lleno a los 400 metros. “Es una prueba dura y la pasás mal la mayor parte del tiempo; más que nada en los entrenamientos. Porque de seis días, en cuatro quedás al límite de vomitar por el ácido láctico. Es una prueba exigente, aunque de a poco me fui encariñando y le encontré el gustito”, reflexiona.
En su etapa de formación logró acceder al Mundial Sub 18 de Kenia por una centésima, tras intervenir en una competencia clasificatoria en Mendoza. Una gestión del intendente de Suipacha, que facilitó los pasajes aéreos, le permitió viajar hasta África. Pero al momento de competir en su serie, partió como un rayo y terminó desmoronándose a un metro de la llegada, cuando estaba a punto de ganar su serie. Larregina mira hacia arriba, piensa un poco y rememora aquel tragicómico episodio de adolescente. “En aquel Mundial no tenía ni noción de lo que era el atletismo ni la prueba; entonces no sentía presión ni nervios ni nada. Para mí era como estar en un torneo más. ¿Por qué me caí? Por falta de entrenamiento, de táctica de la carrera. Salí a correr como un desquiciado y lamentablemente lo pagué. Mi cuerpo sentía que quería ir para adelante y era como que alguien me estaba sosteniendo las piernas sin poder avanzar. No tenía fuerza y me desvanecí, fue terrible”.
La familia lo atrae. Siempre tiene ese instinto natural de recorrer esos 130 kilómetros desde la Capital Federal para reencontrarse con sus seres queridos en Suipacha. Más allá de los sentimientos, quiere seguir por este camino de alto rendimiento, sobre todo después de haber vividos sus primeros Juegos Olímpicos, el paraíso de cualquier atleta: “Me queda mucho por mejorar. Estoy bastante conforme porque queda superarme en lo físico, sobre todo en la fuerza con lo que me da el gimnasio, y también en lo técnico. Creo que puedo hacer grandes cosas en el atletismo”.