El éxtasis del Tirabuzón y la Desnucadora, dos de tres caídas gozando con una Cavernaria
La lluvia golpea sin cautela al cuadrilátero. El reloj supera las once de la noche, la mirada colectiva sigue fija en el espectáculo. Los fanáticos se repliegan entre las gradas con tal de seguir la función; desean aprovechar al máximo la experiencia que no reciben a menudo. Lucha Libre Triple A presencia un reencuentro apoteósico en Veracruz, el lugar donde su historia comenzó y en que las cosas pintan muy diferente a la tradición de Ciudad de México.
Sí, la capital del país posee los recintos de mayor renombre en la actualidad del pancracio. Pero no todo es la Arena México, aquel coloso emblemático que se eleva al grado de santuario y pertenece al Consejo Mundial. Tampoco la Arena Ciudad de México, el coloso del entretenimiento donde es posible asistir a un concierto de Rauw Alejandro y, en cuestión de meses, a un show importante de Triple A.
Al igual que otras sedes como Durango, Coahuila, Monterrey, Guadalajara, Puebla y Tijuana, Veracruz tiene un pasado muy singular con el deporte de los enmascarados. En 1992, el puerto vio nacer a la empresa de las tres vocales. En la ruta hacia sus treinta años como empresa, confirió a Boca del Río la oportunidad de albergar uno de sus eventos insignia: Rey de Reyes.
El Hijo del Vikingo retiene el Megacampeonato de Triple A frente a Johnny Superstar y concreta su tercera defensa exitosa del cetro. Pese al incremento de lluvia, el monarca y el retador cumplieron en la estelar de #ReyDeReyes. pic.twitter.com/Eqd1MuM5Q0
— Faus Alcántara (@FausAlcantara) February 20, 2022
Los aficionados jarochos eran conscientes de que este era un día obligado en su calendario. Fieles al dicho popular, ni la lluvia, los truenos o los relámpagos mermaron su ímpetu. Pese a la temperatura mantenida de 18 grados, las rachas de 45 kilómetros por hora y la probabilidad de chubascos, acudieron al Estadio Beto Ávila cuatro horas antes del llamado oficial.
Desde las 16:00 horas (del centro de la República Mexicana), centenares de siluetas ya merodeaban las instalaciones del campo de beisbol en busca de un souvenir. Solo un revendedor insistía a unos metros de la taquilla, donde aún era factible conseguir hasta cinco boletos por persona para el show, por lo que el rechazo fungía como la única moneda de cambio.
La casa de El Águila estaba pactada a convertirse en el hogar de Triple A por unas horas. Un ring aderezaba la caída de la noche en las afueras del diamante, mientras aguardaba para que gladiadores locales saltaran entre sus cuerdas. A la par, el festejo se vio acompañado de un asado dentro de las instalaciones. Hasta las salsas picantes contenían alusiones a la cultura luchística.
El frenesí de la lucha permitió que aquellos que no estuvieran interesados en algunas de las dos atracciones se instalaran de lleno en las butacas del inmueble. En su defecto, que conversaran con estandartes de Triple A; elementos como Sam Adonis, Diamante Azul y Myzteziz Jr. convivieron de cerca con sus seguidores antes del compromiso.
Veracruz no tiene arenas instituidas como la México-Catedral, por lo que cada que presenta un show de alto calibre debe adecuarse a las condiciones. Una lona blanca recubría la grama, de modo que las sillas de los asistentes en primera fila no se movieran, mas no había material que hiciera lo mismo por encima de los encordados. Esa fue la sentencia del espectáculo.
19:50 horas y un par de Spider-Man saltan a escena, producto del convenio que Triple A sostiene con Marvel. El mano a mano entre arácnidos no estaba anunciado, aunque no genera mayor expectación en el público. La iluminación atenúa las carencias del sonido, pero la lluvia aumenta con sutileza. Con ella, las gradas se llenan; en contraste con los vacíos de la zona cercana al cuadrilátero.
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— Lucha Libre AAA Worldwide (@luchalibreaaa) February 27, 2022
El grueso de los espectadores veracruzanos disfruta del silencio, prolonga la emoción hacia el cierre de cada combate. Muy pocos gritan con fuerza para reclamarle al réferi y refrescar el ambiente. Aguardan con paciencia, en aras de encontrar el momento indicado de externar su sentir. Acompañan sus cervezas y refrescos con alimentos como costillas, queso Oaxaca y volovanes.
Se reúnen para festejar arribos inesperados en la compañía, como los de Taya Valkyrie, Heavy Metal y el comentarista Carlos Cabrera. También, con la intención de hacer brillar el cielo, mediante la luz de sus celulares, cuando de honrar la memoria de Súper Muñeco y Arturo “El Rudo” Rivera se trata. Lamentan cada desliz de los atletas; sin embargo, aplauden su esfuerzo hasta las 23:15 horas.
Hora y media después de que la función terminó, los fans siguen ahí. Ahora, en el estacionamiento, con la esperanza de conseguir un recuerdo. Reconocen que no es fácil competir en medio del torrente, de ahí que no dejan de apoyar a sus luchadores favoritos. Un mar de flashes, en conjunto a pancartas, rodean la salida de los protagonistas. Algunos atienden a todo aquel que se le acerque.
Otros, con bastante más prisa, agradecen el gesto y pasan de entre el tumulto para dirigirse a su próximo destino. La sensación del fanático no cambia; la rutina del luchador, tampoco. Tienen claro que no siempre pueden estar tan cerca de sus ídolos; ellos, que el acercamiento con sus admiradores puede marcarles la vida. Con su singular forma de vivir la lucha libre, Veracruz volverá a esperar por Triple A.