El día que México asesinó el entretenimiento del fútbol y lo volvió un show de terror

Pelea campal entre fanáticos del Querétaro y Atlas durante el partido de fútbol realizado en el Estadio Corregidora el 5 de marzo de 2002. Foto: STR/AFP via Getty Images
Pelea campal entre fanáticos del Querétaro y Atlas durante el partido de fútbol realizado en el Estadio Corregidora el 5 de marzo de 2002. Foto: STR/AFP via Getty Images

De hecho fue el tiro de gracia. La cúspide de degradación humana que se vio en Estadio Corregidora en el Querétaro vs Atlas no fue producto de la generación espontánea. Tampoco de la acumulación de ímpetus por dos años de semi encierro por pandemia, sino la bomba de tiempo que autoridades, empresarios y patrocinadores plantaron en el futbol y hoy les ha estallado en la cara.

Han sido décadas de aviso donde solo movimos la cabeza en gesto de lamento y volteamos a otro lado. No puede ser normal que en un acto que se promociona como entretenimiento familiar el requisito para entrar sea hacerlo sin cinturones, porque por alguna razón su función de accesorio de moda y vestido se transforma dentro de un estadio en un potencial instrumento para causar daño. Esa debió ser una alerta y preferimos no verla.

Peor aún, que justo lo que se supone no puedes meter a un juego de fútbol sea lo primero que se observa en las imágenes de la brutal bronca, solo da cuenta de que no solo somos negligentes, sino además tentamos al destino y lo encaminamos para un desenlace fatídico. Que un sujeto quisiera llevarse la red de la portería cortándola no con los dientes, sino con lo que parece un objeto punzocortante, solo muestra que la seguridad del lugar no era laxa, sino inexistente.

¿En qué sociedad una persona lleva una arma a lo que se supone es un evento de entretenimiento? En una donde las pandillas y clubs de vándalos son tolerados en aras de un negocio que confunde la pasión deportiva con la defensa de un territorio, incluso si eso implica la posibilidad de matar a otro.

El problema de las barras de fanáticos, que no aficionados, estaba a la vista con todo y su comportamiento de secta formada por gánsters, cuyos ritos de iniciación y permanencia se basan en la confrontación con sus homólogos de clubes. Eso debió ser una alerta y preferimos no verlo.

Que hubiera cercas, vallas, mallas de alambre y fosos para contener su violencia no solo nos parecía pintoresco sino hasta normal. Porque parece que no hay gesta deportiva que se precie sin una tribuna caliente.

Ahora, en el momento de las excusas, se aduce a una importación de costumbres, porque las cosas que nos avergüenzan siempre son producto de un extraño enemigo, sin tomar en cuenta que su adaptación y sobrevivencia no encontró mejor caldo de cultivo que la corrupción e impunidad mexicanas que aun con el agua al cuello hizo gala de su indiferencia a la tragedia.

Preocupada más por los ingresos que por las soluciones, la Liga MX no solo dio una respuesta blanda sino infame, indolente e ignorante, vetando solo a las barras visitantes de los estadios y no a todas por igual, en una muestra más de ineptitud por no prever que la violencia no se gesta por ver los colores contrarios, como toro enfurecido con el color rojo, sino por la total posibilidad de no recibir un castigo por un delito, incluido el intento de homicidio o el asesinato mismo. Si no es con los contrarios, la pelea será entre ellos, o contra las familias que buscaban horrorizadas refugio a campo abierto.

Foto: Cuartoscuro
Foto: Cuartoscuro

Más de 24 horas de trauma a través de videos explícitos de barbarie y ni un solo detenido. Resulta lógico. Para llevar esa acción se necesitaba autoridad y en Querétaro hemos descubierto que es un ente mitológico cuya existencia y acción dependen de la fe y no de la realidad.

Cuando una liga de fútbol como la mexicana es tan mediocre en lo deportivo, cuando lo 'interesante' se encuentra en los comentarios de cronistas, las polémicas inventadas entre analistas de TV y las discusiones en redes sociales, no extraña que nadie oyera el sonido de la olla exprés conteniendo la presión de las barras, tomando el control de los estadios al grado de llegar al extremo de sentirse jueces y verdugos de los mismos jugadores.

Tampoco extrañará que la Jornada 9 se reanude sin una sanción ejemplar para los clubes Querétaro y Atlas, como tampoco nos hemos asombrado porque la FIFA censure la homofobia, la violencia y la violación de los derechos humanos y realice Copas del Mundo en donde justo se castiga a los homosexuales, se trasgreden los derechos de las mujeres y las muertes por la guerra entre cárteles del narcotráfico son un sello característico. Uno de esos lugares es México, donde se asesinó al entretenimiento del fútbol y lo convirtieron en un auténtico montaje de terror.

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@gemiomutante

 

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