Deyverson, verdugo de River: debutó tarde en el Brasileirao, pudo haber sido cantante y se inspira en Romario
“Polémico”. “Provocador”. “Bravucón”. “Futbolista folcklórico”. El delantero Deyverson, de Atlético Mineiro, es, ante todo, un personaje. De esos jugadores que nunca pasan de largo, ni adentro de la cancha (por sus goles, por sus encontronazos con los rivales, por los golpes fingidos) ni fuera de ella. El artillero de 33 años pudo haber sido arquero, vendió bizcochos en el mercado y hasta juntó propinas embolsando las compras de otros clientes. Antes que el fútbol quiso ser cantor de música sertaneja (country brasileño) o de pagode, dos géneros muy bailados en Río de Janeiro. Allí están sus orígenes, en el humilde barrio de Santa Margarida, situado en Campo Grande, al oeste de la Cidade Maravilhosa. La historia de Deyverson es la de miles: jugó en el ascenso profundísimo, lo vio un ojeador con contactos en Europa, hizo una prueba en Benfica, de Portugal, y se quedó en Lisboa con un sueldo mínimo. Su carrera hizo escalas en Belenenses (Portugal), Colonia (Alemania), Levante, Alavés y Getafe (España) y Palmeiras y Cuiabá, de su país. Está en el Galo gracias a otro entrenador argentino, Eduardo “Chacho” Coudet, quien lo pidió para ser la referencia ofensiva del Mineiro, que lo contrató por 4,5 millones de reales (US$ 800 mil) y ahora está atrasado en los pagos.
“No soy ningún santito. Nadie es perfecto y la vida es complicada. Sufrí mucho. Me levantaba a las 4 de la mañana para entrenarme, para hacer pruebas. Nunca desistí. Y no soy menos que nadie”, dijo en 2017, enfundado en la camiseta de Palmeiras, y con su padre -su referencia- en la sala de conferencias. Era su presentación en el Brasileirao, ya que nadie sabía nada de aquel garoto de casi 190 centímetros de altura que había emigrado a Portugal meses después de descartar la música y dedicarse a la pelota. Ya se hablaba de sus choques con los rivales, de sus actitudes sobradoras adentro de la cancha y de su afán por tomar cerveza en su tiempo libre.
Deyverson le debe su carrera, su dinero y su presente a su papá, Mamao. “Desde los tres años pateaba la pelota. Pero tenía una crisis de identidad: no sabía si era cantante de pagode, futbolista o bailarín. Baila... su fuerte es el baile. Mi barrio es muy festivo. El que va a Santa Margarida y toma el agua de allí y no quiere irse nunca. Deyverson quería pasarse al lado romántico de la música. ¡Pero no canta nada!”, relató Mamao en una entrevista con el diario Lance!. Fue el propio Mamao el que lo convenció de dejar el arco propio para pensar en el rival. Y transformarse en delantero: “Fue un consejo que valió millones de dólares” , contó en esa misma entrevista Anderson, hermano de Deyverson y ex jugador de Figueirense.
Así llegó Deyverson a la mayoría de edad. Corría 2009 y debía decidirse. El fútbol no alcanzaba para nada: se probó sin suerte en Tigres, Xerém, Colônia, Jacarepaguá, Nova Iguaçu... La música tampoco redituaba. Terminé teniendo dos grupos llamados ‘Juventude do Samba’ y ‘Banda Boa Influence’. Tocábamos en las fiestas del barrio”, contó sobre aquel momento. Deyverson optó por la pelota. “Lo frené, porque llegaba a la mayoría de edad y tenía que definir su vida. Me dijo: ‘Papá, voy a volver a jugar al fútbol’. Le respondí que si volvía lo apoyaría. Pero no debía hacer aquello de irse y decir que quería ser cantante o bailarín. Deyverson mejoró y se fue a Gremio Mangaratibense”. Aquel sería su primer club oficial: hizo nueve goles en la quinta categoría del fútbol carioca. Pero estaba lejos de vivir como un futbolista de elite. Es más, lo llamaban “Acosta” por su parecido con el uruguayo Alberto Acosta, también delantero, que jugó varios años en el fútbol brasileño. “No existe el apellido. Era un apodo. Pensaban que me parecía a él”, contó el propio Deyverson en una entrevista con Globoesporte.
Para los que se quedaron con ganas de más Deyverson les dejo un hilazo con los momentos más divertidos de él.
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“Comían cebollas con harina o nada. Tomaban café sin azúcar. ¡Fue muy duro! Pero estaban muy unidos, aquel equipo era una familia y lo superaban todo con garra y determinación. Gremio Mangaratibense le abrió las puertas de su carrera. El fútbol es así. Cuando menos lo esperás, Dios te da sorpresas”, relató su padre. Llegaron luego Portugal, Alemania y España, donde jugó en equipos clase B -nunca en Real Madrid, Barcelona ni Atlético-, pero se hizo un nombre. Después de anotar contra el Barcelona de Lionel Messi, Neymar, Sergio Busquets e Iniesta, Luis Enrique -entonces DT blaugrana- se refirió a la potencia de Deyverson: “Es uno de los delanteros más difíciles del fútbol español por su nivel técnico y también por su físico. Es muy bueno en el juego aéreo, un luchador natural. Continúa todas las jugadas que crea para su equipo con las segundas pelotas. Llega muy bien al final. Es muy rápido en las transiciones: un delantero completo, que siempre será difícil de enfrentar”.
Palmeiras lo recuperó en 2017 para el Brasileirao, previo pago de 5 millones de euros, toda una fortuna para aquel carioca que sólo quería divertirse y estuvo más cerca de la música que del fútbol. Pocos en Brasil le habían seguido la estela. En Palmeiras alternó buenas con malas y muy malas. Pero le dio al Verdao un título en el Brasileirao ni más ni menos que contra Vasco, el equipo de su corazón, en 2018. Y una avivada suya en la final de la Libertadores 2021 en el Centenario de Montevideo hizo que los paulistas llegaran más alto que nadie en el continente. Deyverson es lucha, presión y darlo todo adentro de la cancha. También es simular golpes que no existen, trenzarse con los rivales o levantar a la hinchada propia cuando su equipo lo necesite. ¿Pasar inadvertido? ¡Jamás!
DEYVERSON ELUDIÓ A FRANCO ARMANI Y MARCÓ EL 1-0 DE MINEIRO ANTE RIVER.
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En 2020, y después de dos noviazgos con sendas cantantes brasileñas -de una se hizo un tatuaje a los ocho días de conocerla y otro a los dos meses que le cubría una pierna- Deyverson anunció que estaba en pareja con una influencer y médica veterinaria más joven llamada Karina Alexandre. Sería una bisagra en su vida: se casaron al año siguiente y Alexandre lo llevó por el lado bueno. No más cerveza. No más excesos. Se acababa el Deyverson displicente y nacía uno nuevo, más profesional, aunque sin perder el carácter pendenciero, su marca registrada. “No puedo dejar de hablar de mi esposa. Si hago todo esto (adentro de la cancha) es porque ella me alimenta bien. Paré de tomar cerveza”, dijo todavía en las entrañas del estadio, luego del 3-0 ante River por las semifinales de la Copa Libertadores: la humorada provocó la risa de su entrenador, Gabriel Milito. “Me gustaba tomar mi cerveza, sentarme en la puerta y beber. Escuchar pagode; escuchar sertanejo. Si les puedo dar un consejo a los jóvenes sería que no lo hagan. Si pudiera retroceder en el tiempo, no lo haría. Y sería mucho mejor hoy”, contó Deyverson en Globoesporte. Gracias a su mujer y a su amigo Pepé -jugador de Gremio-, el futbolista se acercó a la Iglesia y el año pasado fue bautizado. Asiste a las ceremonias religiosas, aceptó convertirse en un guía para la hija de un matrimonio anterior de su actual mujer y modificó todos los malos hábitos que truncaron su trayectoria. Es otro Deyverson.
Vascaíno -así se les dice a los hinchas de Vasco da Gama-, Deyverson tiene como referente a uno de los máximos ídolos de ese club. Y se trata de un matador del área como él: Romario. Al ser consultado en la rueda de prensa sobre su frialdad para definir habló de su admiración por el Chapulín: “Delante del arco hay que tener tranquilidad. Hay un tipo al que siempre he seguido: Romario. Era un duro del área: he visto muchos videos suyos”. También habló de su ADN adentro de la cancha, consultado por sus gestos ampulosos y el enfrentamiento constante con los rivales: “En la cancha soy un fanático. No paro de hacer bromas, correr, pelear... doy mi 1000% en la cancha. Sé lo que me da el equipo y, si me tengo que ir del campo sangrando, lo haré. Este club me abrió las puertas”. Incluso le declaró su amor a la Copa Libertadores: “Una vez más vivimos este romance. Sabés que no estás en el primer lugar, porque allí se encuentra mi esposa. Pero sos parte de mi vida y de mi historia. Estoy seguro de que estarás en mi pierna, en forma de tatuaje. No me abandones”, le pidió a una réplica del trofeo continental. Medio en broma; medio en serio.
“Tiene una llavecita que a veces no le funciona, y no se da cuenta de que el principal perjudicado es él”, dijo Luiz Felipe Scolari, entrenador de Deyverson en Palmeiras, ante la pregunta por el delantero de carácter volcánico. River tendrá que cuidarse en el partido de vuelta: ya sabe que un Deyverson inspirado puede ser decisivo. Y encima ya confesó su simpatía por Boca. A juzgar por sus dos goles y su asistencia en el gol de Paulinho que redondeó el 3-0 en Belo Horizonte, más de un hincha millonario habrá deseado que el 9 carioca se dedicara a la música y no al fútbol.