Dengue: qué porcentaje de los casos es asintomático y por qué representan una buena y una mala noticia a la vez

El Aedes aegypti, mosquito vector del dengue
El Aedes aegypti, mosquito vector del dengue

La epidemia de dengue que atraviesa la Argentina por momentos colapsó las guardias de muchos hospitales del centro y norte del país. Hoy, en gran parte del país, los casos llevan tres o más semanas a la baja desde que se registró para cada región del país la cifra más alta de infecciones declaradas, con una epidemia que acumula casi 380.000 solo en lo que va del año.

Sin embargo, se estima que el número de personas que en realidad cursó la enfermedad es al menos hasta cuatro veces mayor. ¿El motivo? Los especialistas consultados por LA NACION indican que solo uno de cada cuatro casos genera síntomas que derivan en la consulta médica que permite el diagnóstico. La gran incógnita es cuál es el riesgo que esto representa si se tiene en cuenta que una reinfección con otro serotipo podría generar un cuadro grave.

Enrique Casanueva Martínez, infectólogo y asesor del Servicio de Infectología Pediátrica del Hospital Austral, cita un estudio realizado en Iquitos, Perú, que involucró a 4600 personas que fueron evaluadas para determinar si experimentaron algún síntoma de dengue. Los análisis confirmaron un total de 257 casos sintomáticos durante un periodo de seis años. Eso condujo a investigar a otros participantes que compartían espacios con los casos sintomáticos. Los análisis de sangre confirmaron que más de 2000 de estos contactos habían cursado un cuadro de dengue y más de la mitad no había informado algún síntoma perceptible vinculado a la infección. De hecho, esos asintomáticos funcionaron como importantes propagadores de la enfermedad.

En el Hospital Balestrini en La Matanza, hubo largas filas en la guardia médica durante el pico de casos de dengue
En el Hospital Balestrini en La Matanza, hubo largas filas en la guardia médica durante el pico de casos de dengue - Créditos: @Pilar Camacho

“Por lo que se puede deducir que la relación puede ser 1 a 4 (se confirmaron 257 casos y se identificaron 1000 personas que dieron positivas y no referían ningún síntoma). Sin embargo, también es cierto que un cuadro severo de dengue puede darse en pacientes incluso en la primera infección. Aunque el riesgo sobre todo aumenta cuando hay nuevas infecciones por serotipos diferentes, y esto no está relacionado con la presencia, o no, de síntomas durante el primer cuadro. Tampoco depende de los síntomas la respuesta de anticuerpos que genere el organismo”, indica Casanueva Martínez.

A su vez, el especialista destaca que, más allá de ya haber cursado, o no, un primer cuadro de dengue, es necesario mantener las mismas medidas de protección para prevenir picaduras.

¿Una ventaja o un riesgo?

Otra incógnita que surge es si, tal como sucedió con el coronavirus, se puede interpretar como una ventaja inmunológica que una mayor porción de la población haya cursado la enfermedad. Para Leda Guzzi, infectóloga, cree que es un riesgo, más que una ventaja. “La realidad es que hay personas que pueden ignorar hacer parecido una primoinfección por dengue y lógicamente van a estar expuestas en las próximas temporadas a segundos contagios”.

Eduardo López, jefe del departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, explica que la situación con los asintomáticos representa una buena y mala noticia a la vez. “Por cada cuadro sintomático, de manera conservadora digo que hay cinco asintomáticos. Esos generan una protección para el serotipo que lo infectó, pero al mismo tiempo representa un riesgo frente a la reinfección con otros serotipos”.

¿Vale la pena hacerse un análisis de sangre?

Ante la consulta de si es conveniente realizarse un análisis de sangre para saber si una persona tuvo dengue a pesar de no haber manifestado síntomas, todos los especialistas coinciden en que no tiene sentido hacerlo. Además, señalan que quien quisiera vacunarse contra el dengue a modo de prevención, siempre consultando previamente a su médico, podría hacerlo.

“Si no sabe si aún tuvo dengue, de todos modos no hay una contraindicación con la vacuna Qdenga para aquellos que no atravesaron el cuadro. Mientras que para la vacuna Denvaxia sí es necesario establecer primero que la persona ya tuvo dengue para que se la pueda aplicar”, indica Casanueva Martínez.

Jorge Geffner, miembro del Departamento de Microbiología, Parasitología e Inmunología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), explica que tanto la infección sintomática como la asintomática crea una señal de alerta respecto de lo que podría ser una segunda infección con un serotipo diferente.

“Hoy circulan en la Argentina el serotipob1 y 2 y algo del 3. El 4 no lo tenemos. Es decir que si uno tiene una infección por un serotipo, y luego con otro, la chance de padecer una infección severa se incrementa. Más allá de la recomendación genérica de vacunar a población adulta en áreas de alta circulación viral, hay que hacer un especial énfasis en los que tienen diagnóstico de una primera infección. Obviamente, el 75% no sabrá de ese primer contagio porque no tuvo síntomas”, detalla Geffner.

Y agrega: “La manera de saber si uno alguna vez se contagió es con un análisis de sangre para buscar anticuerpos, pero el diagnóstico en la mayoría de los lugares es clínico, no es una recomendación pública hacerse un análisis de sangre. Mientras que para la vacunación hay que seguir la propuesta de la Comisión Nacional de Inmunizaciones”.

La vacuna Qdenga recibió la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) en abril del año pasado, como también las de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y los entes regulatorios de Indonesia, Reino Unido, Islandia, Noruega y Brasil, entre otros. Hasta ahora, la evidencia más consistente y robusta sobre eficacia y seguridad del producto se probó en la población de niños de países considerados endémicos, en el rango de edad de 4 a 16 años. Sin embargo, por estudios “inmunopuentes” se obtuvieron datos que respalda su uso en personas de hasta los 60 años. Para mayores de esa edad, aún no hay información disponible.

La infectóloga Ángela Gentile, presidenta de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (Conain), indicó que la disposición de la Anmat autoriza que pueden aplicársela personas de 4 en adelante que hayan padecido o no la enfermedad, aunque es “más eficaz en seropositivos”, es decir, en aquellos que ya atravesaron la infección.