Cuatro personas que ayudaron a atrapar al sospechoso del ataque en el metro ahora necesitan ayuda
NUEVA YORK — Después del peor ataque al metro de Nueva York en décadas, una mexicana que había estado en el trágico tren le dio su teléfono celular a la policía para que recuperara los videos del caos. Estaba viviendo en el país de manera ilegal.
Al día siguiente, el sospechoso, Frank James, pasó caminando al lado de tres hombres que estaban trabajando en las cámaras de seguridad en una ferretería en East Village en Manhattan. Les avisaron a unos oficiales de la policía. Eran un inmigrante mexicano que vive en el país indocumentado, un estudiante libanés y un sirio nacido en Estados Unidos que escapó de la guerra civil y abandonó a sus padres.
Las autoridades les han dado el crédito a los cuatro de haber ayudado a capturar a James, quien está acusado de abrir fuego dentro de un tren N el 12 de abril en Brooklyn, un ataque que dejó a decenas de personas heridas. Ahora, las personas que ofrecieron su ayuda están buscando protección del sistema migratorio de la nación.
“Estamos orgullosos de lo que hicimos”, dijo Zack Tahhan, de 22 años, el sirioestadounidense cuya narración eufórica de la captura del sospechoso lo volvió una sensación viral. “Pero ahora estamos preocupados por nuestras familias”.
Estas personas y sus abogados están en las primeras etapas del proceso para solicitar visas reservadas para víctimas, testigos e informantes que ayudan a las agencias del orden y están determinando si pueden tener acceso a alternativas como la libertad condicional humanitaria o el asilo político.
Según los abogados, ayudar a sus clientes servirá para reconstruir la confianza entre los musulmanes y los inmigrantes después de años de una hostilidad hacia ellos que se agudizó durante el mandato del expresidente Donald Trump. Más de una tercera parte de los 8,8 millones de habitantes de Nueva York son inmigrantes, incluidas 500.000 personas que viven en el país como indocumentados, según estadísticas de la ciudad. Más de 760.000 residentes son musulmanes.
“Cualquier señal de confianza mutua entre esas autoridades y comunidades sin duda podría ser un avance”, comentó Jessica Bolter, analista política asociada del Instituto de Política Migratoria, un centro de investigación apartidista en Washington.
Rifat Harb, un abogado, representa a Tahhan en su misión para reunirse con sus padres, quienes son refugiados en Turquía. Harb dijo que Estados Unidos debería emular a otros países que de inmediato han recibido con los brazos abiertos a los inmigrantes que realizan actos heroicos.
“Acciones de este tipo deben recibir la misma gratitud”, declaró.
Luis Gomez Alfaro, un abogado especializado en inmigración que representa a dos de los cuatro involucrados que ayudaron a atrapar al sospechoso del metro, comentó que esperaba que el gobierno del alcalde Eric Adams sea más firme al acercarse a las autoridades migratorias a nivel federal en nombre de sus clientes.
“En verdad queremos que la ciudad sea punta de lanza en este asunto, porque los honores no se detienen”, comentó. “Pero seguimos esperando la ayuda de verdad”.
Aunque los líderes de Nueva York se resistieron a las políticas de Trump, a la ciudad le siguieron afectando. El vecindario de Sunset Park en Brooklyn —donde ocurrió el ataque al metro— se convirtió en un campo de batalla en 2019 cuando los vecinos impidieron redadas de deportación que tenían como objetivo a familias migrantes de Centroamérica.
Ahí también vive, con su marido y sus dos hijas, la mujer que grabó las escenas posteriores al tiroteo. La mujer pidió ser identificada por su apellido, Flores, porque teme ser deportada.
Adams ha elogiado a las personas que ayudaron llamándolas héroes y les entregó reconocimientos en una ceremonia celebrada en un cuartel de la policía. Luego, en un evento que se llevó a cabo en el ayuntamiento para honrar a los mexicanoestadounidenses por el día festivo del 5 de Mayo, destacó el papel de Francisco Puebla.
Puebla, el gerente de Saifee Hardware and Garden donde trabajaban Tahhan y Mohamad Cheikh, estaba dándoles instrucciones a los instaladores de las cámaras cuando James pasó caminando. Puebla dijo que dudó en llamar a la policía, pero, cuando una patrulla se detuvo en un semáforo, alertaron a los oficiales.
Gomez Alfaro, el abogado, comentó que el papel de Puebla podría volverlo apto para una visa S para informantes, pero tan solo hay 250 disponibles al año. La libertad condicional humanitaria es otra opción, pero no brindaría una vía hacia la ciudadanía o la residencia permanente.
Puebla, quien migró hace 22 años para escapar de la pobreza, comentó que quiere la residencia para criar a sus dos hijos y abrir una ferretería sin tener el miedo constante de una deportación.
“Ahora que los ayudé, ¿qué harán por mí?”, mencionó. “¿Tan solo será el reconocimiento que me dé el alcalde Adams?”.
La familia de Tahhan, de 22 años, el nacido en Brooklyn de padres migrantes sirios, regresó a casa cuando era bebé. Tahhan señaló que cuando tenía 13 años estaba ayudando a sacar a sus vecinos de los edificios bombardeados en Alepo, algunos muertos, algunos vivos, algunos en pedazos. Cuando lo recuerda, se mira las manos como si todavía tuviera la sangre de esas personas.
Las fuerzas que luchaban en nombre del presidente del país fueron por él, pero escapó a Turquía. Cuando cumplió 18 años, vino solo a Estados Unidos y con el tiempo consiguió el trabajo de instalador de cámaras.
Está solicitando las green card para sus padres y su hermano menor. Tahhan, quien dejó la escuela en sexto grado a causa de la guerra, quiere trabajar ayudando a la gente, tal vez como bombero o policía.
A su colega, Cheikh, un estudiante de Líbano, le preocupa haber llamado la atención del Hezbolá, un grupo miliciano que desconfía de la influencia de Occidente.
“Podrían considerarme un informante”, comentó Cheikh.
Harb, quien también es abogado de Cheikh, mencionó que podía ser candidato para ser asilado porque sus circunstancias han cambiado. “Lo interrogarían si regresa”, señaló Harb.
Cheikh concluyó su maestría en Informática en City College el otoño pasado y postergó su regreso a Líbano para aprovechar la formación que le permitía su visa de estudiante. Se postuló para estudiar en Estados Unidos porque lo instó su padre, quien hablaba sin parar de su amor por el país.
“Espero que lo que haya hecho sirva para resolver esta situación”, comentó Cheikh. “Me encantaría convertirme en ciudadano de este país. Me encantaría que mi familia viviera aquí. Ese es mi sueño”.
© 2022 The New York Times Company