Cada cuadra es otra batalla: la última posición de Ucrania en el este

Un vehículo blindado ucraniano que dañaron los bombardeos rusos en la carretera hacia Márinka, en la región oriental ucraniana de Donetsk, el 19 de mayo de 2023. (Finbarr O
Un vehículo blindado ucraniano que dañaron los bombardeos rusos en la carretera hacia Márinka, en la región oriental ucraniana de Donetsk, el 19 de mayo de 2023. (Finbarr O'Reilly/The New York Times)

MÁRINKA, Ucrania — Ni siquiera eran las ocho de la mañana y el capitán Fritz, un oficial de infantería ucraniano, ya se había fumado media docena de cigarros.

Fritz tiene 24 años, pero sus ojos azul pálido parecen más viejos, pues reflejan el desgaste de la guerra, pero quizá también algo más, tal vez un destello de picardía.

Estaba agachado en una trinchera, con la cabeza ladeada. Si se levantaba, podía ser un blanco fácil para los francotiradores rusos ocultos en una espesa arboleda a unos pocos cientos de metros. Los muros de la trinchera y el suelo de lodo temblaban a causa de las explosiones; el golpeteo constante de la artillería rusa estalla todos los días al amanecer con una regularidad casi absurda.

“¿Ves esos arbustos?”, preguntó Fritz, quien se identificó por su nombre clave, como lo hacen muchos soldados ucranianos. “Ahí se esconden algunos rusos. Quiero desearles buenos días”.

Saltó de la trinchera con un lanzagranadas colgado al hombro.

“¡Buenos días, hijos de...!”, gritó y luego soltó una sucesión de groserías en tres idiomas —ucraniano, ruso e inglés— antes de disparar la granada.

Casquillos de bala usados en una posición de trincheras ucranianas cerca de Márinka, en la región oriental ucraniana de Donetsk, el 20 de mayo de 2023. (Finbarr O
Casquillos de bala usados en una posición de trincheras ucranianas cerca de Márinka, en la región oriental ucraniana de Donetsk, el 20 de mayo de 2023. (Finbarr O'Reilly/The New York Times)

Un pequeño grupo de soldados ucranianos, superados en número, armas, tanques y casi rodeados, hace todo lo posible por conservar Márinka, una pequeña ciudad estratégica que ha quedado reducida a un montón de escombros humeantes y que le faltan unas pocas cuadras para caer en manos de los rusos. Los soldados luchan casa por casa, habitación por habitación acribillada, tan cerca que pueden oír los gritos de auxilio de los demás.

A lo largo del frente de batalla oriental, los choques se intensifican mientras se pone en marcha la tan esperada contraofensiva ucraniana para recuperar el territorio capturado y ahora mismo algunas de las batallas más encarnizadas se libran en una serie de ciudades orientales: Avdíivka, Vugledar, Chasiv Yar y Márinka.

El destino de la guerra no depende de ninguno de estos lugares. Sin embargo, cada uno de ellos es importante. Aunque las fuerzas ucranianas ganan terreno en algunas zonas, siguen a la defensiva en otras. Si los ucranianos pierden otra ciudad, podría ser una puerta de entrada para el Ejército ruso.

En Márinka, los ucranianos dicen que los rusos han intensificado sus ataques en los últimos días, enviando más soldados y vehículos blindados a la lucha para abrirse camino a través del frente de batalla. Las fuerzas ucranianas que intentan contenerlos son la Septuagésima Novena Brigada de Asalto Aéreo, más conocida por su apodo, “Los cíborgs”.

Los ucranianos están tan desesperados por protegerse de los bombardeos rusos que, cuando encuentran una casa que sigue en pie, o al menos tiene algunos muros intactos, lo primero que hacen es arrancar el piso y cavar. Según ellos, construir un escondite subterráneo es la única manera de sobrevivir. Viven en un laberinto de túneles y sótanos pulverizados, en la oscuridad, como topos.

“Los rusos nos superan cuatro a uno en soldados, seis a uno en artillería”, comentó Fritz. “Algunos de sus hombres son auténticos profesionales: se nota en cómo se mueven, en sus tácticas, en cómo avanzan sus tanques de dos en dos”.

“Pero otros”, sacudió la cabeza, “solo son carne de cañón”.

Fritz explicó que la “carne de cañón” eran soldados rusos sin entrenamiento que realizaban ataques a ciegas y a quienes la septuagésima novena afirma haber matado en grandes cantidades.

Márinka es, o era, un suburbio de Donetsk. La ciudad alguna vez tuvo escuelas, un museo y una población de 10.000 habitantes. Ahora, no queda ni un solo civil. Según las autoridades ucranianas, los últimos sobrevivientes huyeron hace meses.

Conforme avanzan los rusos, destruyen todos los edificios de apartamentos, casas, cobertizos, paradas de autobús y vehículos, con lo cual han reducido Márinka a un páramo tan apocalíptico como Bajmut, la ciudad en ruinas que las fuerzas rusas tomaron hace unas semanas.

“Paso a paso, metro a metro, los rusos destruyen los edificios que tenemos enfrente de nosotros. Empiezan por el piso de arriba y derriban todo. No importa si los usamos o no”, comentó otro soldado ucraniano, quien usa el nombre clave Hunter.

Los rusos atacan sus escondites en los sótanos y sus túneles casi todos los días, mencionaron los soldados. A veces, lanzan minas antitanques de 7 kilogramos a través de los huecos en el techo. Entonces, estalla el combate cuerpo a cuerpo, con balas que pasan volando por los espacios subterráneos que se llenan de gritos y humo de armas.

“Es normal tener miedo”, admitió otro soldado, Gennadiy. “Si no tienes, estás muerto”.

La brigada, como otras en Ucrania, no quiso revelar sus cifras de bajas ni siquiera su número total. Sin embargo, Fritz señaló que a estas alturas muchos de sus soldados profesionales estaban heridos o muertos, por lo que la septuagésima novena había recurrido a reclutas con poca experiencia militar para llenar las ausencias.

Márinka se encuentra en una intersección crucial de carreteras y, desde agosto pasado, el estilo de guerra de los rusos —un bulldozer que simplemente arrasa con todo lo que se le ponga a su paso— ha hecho retroceder unos 750 metros a la septuagésima novena. Según Fritz, si los ucranianos son expulsados por completo, los rusos podrían avanzar hacia las siguientes ciudades de Kurajovo, Vugledar y Pokrovsk, lo cual los acercaría a lograr el sueño del presidente Vladimir Putin de capturar toda la región del Donbás.

Esta guerra durará “años”, opinó Fritz.

c.2023 The New York Times Company