Resucita la guerra en el clan Agnelli, el más rico de Italia, en un enfrentamiento entre madre e hijo
La paz armada que mantenían los Agnelli ha vuelto a saltar por los aires y en los últimos días destapó una vez más la caja de los truenos en esta poderosa estirpe, lo más parecido a una familia real que tiene la república italiana. La guerra es otra vez abierta. En el centro de su batalla, que ya dura dos décadas y está aderezada con juegos de poder, intrincados contenciosos en los tribunales de Italia y del extranjero, ambiciones, reproches y acusaciones cruzadas, está, como desde hace años, el reparto de la ingente herencia del patriarca Gianni Agnelli, el playboy vanidoso que reinventó Fiat, fallecido en 2003.
El nuevo capítulo, que corrobora que las heridas nunca llegaron a cerrarse, comienza con una denuncia de Margherita Agnelli, hija del aristócrata, que afecta al hijo de esta, John Elkann, heredero del imperio familiar, y que está relacionada con supuestas irregularidades fiscales en el caso de la herencia de la abuela Marella Caracciolo, fallecida en 2019. No han trascendido más detalles de la acusación, se sabe solo que la Fiscalía está investigando a Elkann, pero la mecha ha vuelto a prender una vez más entre los miembros de una de las dinastías industriales más poderosas de la historia de Italia.
La eterna guerra de sucesión de los Agnelli se ha convertido en una especie de Dallas transalpina. Margherita, prácticamente excluida de los asuntos de la familia desde la muerte de Gianni, está enfrentada desde hace dos décadas a una parte de sus hijos: John, Lapo y Ginevra Elkann, nacidos de su primer matrimonio con el escritor Alain Elkann. Entre otras cosas, reclama que en el reparto del patrimonio se tenga también en cuenta a sus otros cinco hijos, que tuvo con su segundo marido, el conde ruso Sergio de Pahlen, que tradicionalmente se han mantenido en el anonimato.
Tras la nueva denuncia, los abogados de John Elkann han rechazado cualquier tipo de irregularidad fiscal y han defendido que su representado ha pagado los impuestos que le corresponden. En una nota remitida a el diario EL PAÍS también han criticado las iniciativas judiciales que ha emprendido Margherita Agnelli a lo largo de los años. “Hay una madre que lleva más de 20 años persiguiendo, en todas las instancias judiciales, incluso haciendo amplia publicidad en la prensa, a sus padres y a tres de sus hijos, que no tienen otra responsabilidad que la de haber sido los únicos en haber velado por el cuidado, asistencia y dedicación de su abuela hasta su último día”, se lee en la nota.
John Elkann acusa ahora a su madre de tratar de sacar partido de la buena marcha económica del grupo familiar, hoy un próspero coloso que, entre otras marcas, engloba Ferrari y Fiat, que estaba en horas bajas cuando Margherita firmó el acuerdo
El abogado de Margherita Agnelli, en respuesta, alega que su representada está solo defendiéndose. “El mismo día de la muerte de Marella Caracciolo, John Elkann, con sus dos hermanos [Lapo y Ginevra], abrió un procedimiento judicial en Suiza contra su propia madre, incluso antes de que se hubiera planteado ninguna disputa sobre la herencia de su abuela, sin que en esa fecha se hubiera publicado siquiera ningún testamento”, expone en una nota remitida a este periódico.
En 2003, cuando falleció el Avvocato, apodo con el que todos conocían a Gianni Agnelli, se desató una feroz pugna por la herencia entre la familia. Tras un año de arduas negociaciones, Margherita Agnelli firmó un acuerdo por el que renunciaba a las acciones de la sociedad familiar, que en aquel momento se asomaba al abismo y hoy se ha convertido en un próspero coloso. A cambio recibiría una cuantiosa suma de dinero que rondaba los 1300 millones de euros. Cuando Margherita renunció a las acciones, estas pasaron de su madre, Marella, a su primogénito, John Elkann, el heredero universal del imperio, que actualmente es presidente y consejero delegado del grupo empresarial de la familia. La mayoría de las propiedades también pasaron a su nombre. Más tarde, en 2021, Margherita impugnó aquel pacto porque consideraba que la cifra que recibió había sido inadecuada, demasiado baja teniendo en cuenta el valor que después habían alcanzado aquellas acciones que rehusó.
John Elkann acusa ahora a su madre de tratar de sacar partido de la buena marcha económica del grupo familiar, hoy un próspero coloso que, entre otras marcas, engloba Ferrari y Fiat, que estaba en horas bajas cuando Margherita firmó el acuerdo. Le reprocha que se desentendiera del futuro de la compañía, para después reclamar su parte ―a la que había renunciado― cuando el viento volvió a soplar a favor para la empresa de automóviles. “Conviene subrayar que Margherita Agnelli, considerando evidentemente crítico e incierto el destino de las actividades empresariales de su hijo y de su familia de origen, decidió en 2004 monetizar su parte, para después tratar de beneficiarse paradójicamente de un nuevo incremento patrimonial derivado del éxito del plan de relanzamiento de Fiat, al que ella no había contribuido en absoluto, pero del que, como madre, debía alegrarse y sentirse orgullosa, al haber sido su hijo el principal artífice”, señalan los tres letrados de Elkann. “Margherita lo impugna todo, llegando incluso a incumplir los acuerdos firmados para no reconocer la voluntad de sus padres”, agregan.
Fuentes del entorno de Margherita Agnelli señalan a EL PAÍS que “no es que Margherita firmara los acuerdos y al día siguiente se pusiera a impugnar lo que firmó”, sino que tres años después del pacto, en 2007, “descubrió que la madre tenía una fortuna en Suiza de centenares de millones de euros que no aparecía en las cuentas oficiales y que podía ser parte del antiguo patrimonio del padre que no había sido incluido en el reparto”. En ese momento, interpuso una demanda ante los tribunales para que se aclarara la totalidad de los bienes de la herencia de Gianni Agnelli, pero fue desestimada.
Los abogados de los hermanos Elkann resaltan que hasta el momento “todas las iniciativas legales de Margherita Agnelli no han sido reconocidas en ningún tribunal, ni penal ni civil”. Señalan que el mero hecho de estar investigados por la justicia, como John Elkann en la actualidad, no implica ninguna responsabilidad y ni siquiera contempla una acusación formal. Y aprovechan para recordar que en el pasado, siempre en el marco de la batalla por la herencia, Margherita también fue investigada, “junto con su entonces abogado suizo, por un intento de extorsión” denunciado por otro abogado que se quejaba de “haber sido objeto de fuertes presiones para inducirle a hacer declaraciones favorables a ella en el caso de la sucesión, amenazando en caso contrario con una denuncia por evasión fiscal”. Los letrados de los Elkann indican que ese caso quedó sobreseído.
El entorno e Margherita Agnelli explica que “la vía judicial no es la más adecuada para resolver cuestiones de familia”, pero, “Margherita se ha visto obligada a proceder por ese camino, porque fue la primera en recibir una citación judicial”, insisten. Y apuntan que para Margherita es importante que todos sus hijos sean tratados por igual en el reparto de la herencia. “Los otros hijos [de apellido Pahlen] no deberían haber sido apartados, no consta que la señora Marella haya especificado nada similar en su testamento”, apuntan. Los hermanos Elkann revelan, a través de sus abogados, que sufren “pena y dolor” por las acusaciones de su madre.