El controvertido santuario Yasukuni nombra a un exalmirante como nuevo máximo responsable

Tokio, 15 mar (EFE).- El controvertido santuario Yasukuni de Tokio, fuente de fricción con países vecinos por sus vínculos militaristas, anunció este viernes el nombramiento de un exalmirante como su nuevo sacerdote principal, el máximo responsable del lugar.

El elegido ha sido Umio Otsuka, de 63 años, excomandante de las Fuerzas de Autodefensa Marítimas de Japón y exembajador para Yibuti, un pequeño pero estratégicamente importante país africano donde Japón alberga su única base militar en el extranjero.

Aquel nombramiento convirtió a Otsuka en el primer exmilitar en ser embajador y con la confirmación de su nombramiento hoy se convierte además en el segundo exmilitar en dirigir el santuario sintoísta tras la designación en 1978 de Nagayoshi Matsudaira.

En Yasukuni se honra a los caídos por Japón entre finales del siglo XIX y 1945, más de 2,4 millones de personas entre las que figuran 14 políticos y oficiales del ejército imperial condenados como criminales de guerra de clase A tras la Segunda Guerra Mundial.

Fue precisamente Matsudaira quien consagró a estas figuras.

El recientemente designado sumo sacerdote, Otsuka, tomará posesión del cargo el 1 de abril en relevo de Tatebumi Yamaguchi, de 75 años. Esta figura es quien gobierna de facto el santuario y se encarga de oficial las ceremonias conmemorativas anuales.

Nativo de Tokio, Otsuka se graduó en la Academia Nacional de Defensa en 1983 y se jubiló en 2019 tras haberse desempeñado como jefe de Estado Mayor del Comando de la Flota de Autodefensa, director de la Academia de las Fuerzas de Autodefensa Marítimas o director del Cuartel General de Inteligencia del Ministerio de Defensa, entre otros puestos castrenses.

Entre 2020 y noviembre de 2023 ejerció como embajador en Yubiti.

Las visitas a Yasukuni durante sus tradicionales festivales de primavera y otoño de parlamentarios e importantes figuras políticas nacionales, entre ellas ministros en funciones, generan críticas frecuentes en países vecinos, especialmente Corea del Sur y China, que han experimentado el colonialismo imperial japonés.

Los conservadores japoneses argumentan que el santuario, inaugurado en 1869 cuando Japón emergió de sus más de 250 años de aislamiento, conmemora a todos los muertos por la guerra y niegan que tenga vínculos militaristas.

El último primer ministro en el cargo en visitar el santuario fue el fallecido Shinzo Abe, en 2013, lo que desató críticas dentro y fuera del país que motivaron que los jefes de Gobierno nipones empezaran a enviar ofrendas florales, en lugar de personarse.

(c) Agencia EFE