¡Que coman... de todo!

Un cajón de aperitivos en la casa de Virginia Sole-Smith en Cold Spring, Nueva York, en marzo de 2024. (Marisa Langley/The New York Times)
Un cajón de aperitivos en la casa de Virginia Sole-Smith en Cold Spring, Nueva York, en marzo de 2024. (Marisa Langley/The New York Times)

El pollo a la plancha y el brócoli asado están fuera del horno. Virginia Sole-Smith, que lleva una década escribiendo sobre cómo piensan y sienten las mujeres su cuerpo —y cómo transmiten esos sentimientos a sus hijos a través de la comida—, está a punto de servir la cena a sus hijas, Violet, de 10 años, y Beatrix, de 6.

Sole-Smith intenta no ser una cocinera de poca monta. “Respeta el trabajo”, dice, recordando a sus hijas que si no les gusta lo que cocinó, hay otras cosas que comer en casa.

Lo que Sole-Smith espera modelar, dijo en una entrevista en su casa de Cold Spring, Nueva York, es que “es posible ser una madre que no vive únicamente al servicio de los demás”.

Hace un año, Sole-Smith publicó “Fat Talk: Parenting in the Age of Diet Culture”, una guía para ayudar a los padres a lidiar con su malestar y ansiedad ante el peso y la comida. En un momento en que fármacos similares al Ozempic permiten adelgazar, Sole-Smith se ha convertido en una de las activistas de la gordura más visibles del país, denunciando los prejuicios y la discriminación que sufren las personas con cuerpos más grandes.

Afirma su propio derecho a ser “gorda”, el adjetivo preferido en su rincón de internet. En casa de Sole-Smith, no hay alimentos “buenos” o “malos” ni “sanos” o “no sanos”. Al liberarse a sí misma y a su familia de normas sobre la alimentación, Sole-Smith cree que tendrá más posibilidades de criar hijos orgullosos de su cuerpo, que confíen en sí mismos para disfrutar la comida y se levanten de la mesa cuando estén llenos. Sirve el postre y los aperitivos junto con el plato principal; sus hijos pueden comer en cualquier orden.

“Fat Talk” es, en cierto modo, el manifiesto de Sole-Smith para liberarse de lo que los nutricionistas llaman “cultura de la dieta”: la enorme presión que sienten las mujeres estadounidenses, en particular, para ser delgadas y criar hijos delgados. Durante muchos años dio cobertura a temas de salud (incluso para The New York Times) y sus reportajes sobre la búsqueda de la delgadez provocaron el rechazo de esa idea.

Una obra de la artista de la liberación de la gordura Lindsey Guile cuelga en la casa de Virginia Sole-Smith en Cold Spring, Nueva York, en marzo de 2024. (Marisa Langley/The New York Times)
Una obra de la artista de la liberación de la gordura Lindsey Guile cuelga en la casa de Virginia Sole-Smith en Cold Spring, Nueva York, en marzo de 2024. (Marisa Langley/The New York Times)

Para Sole-Smith, la “cultura de la dieta” ha llegado a simbolizar todas las aplastantes expectativas bajo las que viven las mujeres estadounidenses. En su boletín Substack y su pódcast, Burnt Toast, se pregunta si ajustarse a un presupuesto doméstico, cultivar un huerto solo con plantas autóctonas o limitar el tiempo que pasan los niños frente a las pantallas pueden considerarse dietas.

Sole-Smith se separó de su marido, Dan Upham, en junio y ha tenido que reconsiderar muchos rituales familiares, incluida la cena. Sole-Smith y Upham intentaban cenar a la misma hora, pero, cuando se separaron, ninguno de los dos niños quería venir a la mesa. Entonces, Sole-Smith encontró una solución: liberó a sus hijos de la presión de conversar educadamente y les permitió leer en la mesa.

No se permiten los comentarios a favor de la pérdida de peso

Sole-Smith ha surgido como una voz inspiradora y exasperante sobre el tema de los cuerpos en un momento en que no hay zona neutral. Desde que “Fat Talk” se convirtió en un éxito en ventas del Times en mayo, Burnt Toast ha crecido hasta alcanzar casi 50.000 suscriptores. En la encuesta de lectores de Sole-Smith, cerca de la mitad de su audiencia se identificaba como “gorda”. En Burnt Toast, no se permiten comentarios a favor de la pérdida de peso.

El diez por ciento más ferviente de los suscriptores de Burnt Toast paga 50 dólares o más al año por contenidos adicionales, lo que proporciona a Sole-Smith un salario anual de casi 200.000 dólares, el doble de lo que ganaba como escritora independiente.

Sole-Smith se basa en estudios científicos para reforzar su mensaje. Los datos demuestran que avergonzarse por el peso está relacionado con la depresión, la ansiedad y el aislamiento social, así como con una mala salud física. Es muy difícil mantener una pérdida significativa de peso con dietas. Los prejuicios de los médicos pueden llevar a evitar la atención médica y empeorar la salud. Los trastornos alimentarios son frecuentes en las personas de talla grande.

“Las consecuencias están claramente demostradas”, afirmó Kelly Brownell, profesor emérito de Política Pública de la Universidad de Duke que lleva cinco décadas estudiando la obesidad y su prevención. “Son de naturaleza social, psicológica y médica también. Si sumamos todo eso, está claro que el estigma del peso repercute en la salud”.

La relación entre peso y salud es extremadamente compleja y los estudios longitudinales no pueden predecir la vulnerabilidad de un individuo a la enfermedad. Aun así, décadas de investigación demuestran una fuerte asociación entre el exceso de grasa y un mayor riesgo de cinco de las diez principales causas de muerte en Estados Unidos: enfermedades cardiovasculares, cáncer, ictus, diabetes y enfermedades hepáticas.

“Creo que es posible tener en mente que la enfermedad de la obesidad es preocupante y, al mismo tiempo, proteger los derechos de las personas que la padecen”, señaló Brownell. “Se puede pensar en muchos otros paralelismos, como la depresión o el alcoholismo, en los que no se quiere estigmatizar a las personas que sufren estos padecimientos —está claro que tienen efectos negativos—, pero eso no significa que se descarten los estragos de esas enfermedades”.

Como la mayoría de las personalidades de internet, Sole-Smith usa su identidad —una madre de los suburbios segura de sí misma— para ofrecer su grito de guerra: un cuerpo no es un problema que deba resolver nadie. Sole-Smith no discute que, en algunos casos, el exceso de grasa pueda contribuir a enfermedades, pero cree que el estigma del peso es “la base de todo lo relacionado con el peso y la salud que nadie ha analizado durante tanto tiempo”. Forma parte de un díscolo y ruidoso grupo de activistas y defensores que sostienen que la verdadera epidemia son los prejuicios, no la obesidad.

‘Así debe ser tu cuerpo’

Sole-Smith fue criada por padres divorciados en Guilford, Connecticut, un acomodado suburbio de New Haven.

Por parte de su padre, Sole-Smith pertenece a la familia que fundó H. D. Smith, un mayorista farmacéutico nacional adquirido en 2018 por AmerisourceBergen. “Fue el antecedente de mi vida y sí le da forma”, comentó Sole-Smith. “Proporciona mucha seguridad financiera a mi familia”, añadió.

Sole-Smith empezó en las revistas femeninas a principios de la década de 2000, cuando “delgada” equivalía a “sana”. No se consideraba una persona a dieta, pero programaba su jornada laboral en torno al gimnasio, que a su vez se programaba en torno a repeticiones de episodios de “El ala oeste de la Casa Blanca”, porque, relató, “solo podía soportar la caminadora si estaba viendo esa serie”.

No empezó a reconsiderar su relación con la comida y la grasa hasta 2013, cuando a Violet, que entonces tenía 4 semanas, le diagnosticaron un defecto cardiaco congénito grave. Violet requirió una decena de cirugías y durante la mayor parte de sus dos primeros años de vida fue alimentada a través de tubos. Una de las consecuencias fue que, cuando se hizo físicamente fuerte, no sabía comer.

“The Eating Instinct: Food Culture, Body Image, and Guilt in America”, el primer libro de Sole-Smith, publicado en 2018, describía cómo aprendió a renunciar a sus fantasías sobre la maternidad y a alimentar a su hija para que Violet pudiera sobrevivir. “The Eating Instinct” ofrecía la “alimentación intuitiva”, un método de alimentación establecido en la década de 1990 que sugería que todas las viejas reglas —”Acábate todo el plato” y “No hay postre hasta después de la cena”— podrían no aplicarse. Cuando Violet tenía 2 años, Sole-Smith y Upham tuvieron que superar sus ansiedades aculturadas sobre el azúcar y la grasa de la leche con chocolate. Violet empezó a beber casi 2 litros cada semana.

En Cold Spring, Sole-Smith dijo que hoy escribiría el libro de forma muy distinta. Para empezar, seguía utilizando las palabras “obeso” y “obesidad” sin matizarlas. Y, en parte, culpaba a las personas con cuerpos más grandes por su falta de disciplina. “En aquel momento, seguía pensando que un cuerpo gordo era un problema que resolver”, afirmó, “y, en cambio ahora, la idea es pensar que así debe ser tu cuerpo”.

Un empleo se convierte en una vocación

Sole-Smith no tuvo un momento de radicalización. Fue más bien un cambio gradual de perspectiva. Después de “El instinto de comer”, empezó a encontrar ideas con las que antes no había lidiado, aseguró.

En 2019, Sole-Smith leyó “Fearing the Black Body: The Racial Origins of Fat Phobia”, de Sabrina Strings, socióloga de la Universidad de California, campus Santa Bárbara, que replantea la preocupación cultural y médica por la obesidad como “una forma de elaborar y legitimar jerarquías de raza, sexo y clase”. Sole-Smith empezó a asimilar la crítica capitalista más amplia: incluso el activismo contra la gordura había sido adoptado por las revistas femeninas, los anunciantes y las empresas de aptitud física y convertido en “positividad corporal”, una versión desfigurada que “en realidad se centra, como ya sabemos, en las mujeres blancas ‘gorditas’ como yo”, dijo Sole-Smith, utilizando el identificador que aprendió en aquel entonces.

Sole-Smith empezó a sentir que su especialidad como trabajadora autónoma, analizar estudios de investigación sobre obesidad para editores de publicaciones convencionales, era “agotadora y no marcaba un cambio notable”. Cada vez le parecía más que el problema era la discriminación, no demostrar o refutar que el exceso de grasa enfermaba a la gente. Upham vio cómo se producía un cambio en ella. “Cuando trabajaba en revistas, era un trabajo. Esto se parecía más a una vocación”, señaló.

En septiembre de 2020, Sole-Smith escribió: “¿Y si los médicos dejaran de recetar adelgazar?”, un artículo que evocaba la analogía entre el estigma del peso y el racismo. Para entonces, ya había dejado de intentar vestirse para restar importancia a su figura. Había empezado a usar, de manera definitiva, tallas grandes y encontró la libertad en aceptarse por fin.

Respondiendo a los críticos comiendo ‘brownies’

Ozempic se convirtió en una obsesión nacional en el invierno de 2023, justo cuando Sole-Smith se dirigía a promocionar “Fat Talk”, lo que le dio un punto de apoyo en el ciclo de noticias que no podría haber previsto.

En enero, Sole-Smith escribió un artículo de Opinión para el Times en respuesta a las nuevas directrices publicadas por la Academia Estadounidense de Pediatría, que recomendaban fármacos similares al Ozempic para un subgrupo de niños obesos de tan solo 12 años. El primer capítulo de “Fat Talk” se titula “El mito de la epidemia de obesidad infantil” y en su artículo escribió: “No podemos resolver el sesgo antiobesidad haciendo que los niños gordos adelgacen”.

Esta opinión provocó una protesta. Barry Reiner, endocrinólogo pediátrico de Baltimore, estaba “personalmente enfurecido”, dijo. Históricamente, la diabetes tipo dos ha sido una enfermedad de inicio en la edad adulta, pero “en los últimos años, he visto muchos más casos”, reveló Reiner.

En su boletín ConscienHealth, Ted Kyle, que trabajó en la política de obesidad de GlaxoSmithKline, denunció a Sole-Smith por ignorar los hechos. Enlazó con un estudio de la Universidad de Yale que mostraba un aumento de la prevalencia de la enfermedad del hígado graso durante la pandemia entre los niños con obesidad, un padecimiento que puede conducir a “cáncer de hígado, cirrosis y muerte”, escribió Kyle.

Luego, en abril, Sole-Smith acudió a “Fresh Air” y ofreció un análisis político. “Celebrar un cuerpo blanco y delgado como el cuerpo ideal es una forma de satanizar a los cuerpos negros y morenos, a los cuerpos más grandes, a cualquiera que no encaje en esa norma”, acusó. Como era de esperar, las redes sociales estallaron.

En mayo, después de que “Fat Talk” llegara a la lista de los libros más vendidos, Sole-Smith dio la vuelta de la victoria en Instagram. Con un vestido rosa brillante, publicó algunos de los mensajes de odio que había recibido. “Ya veo por qué estás soltera. Nadie quiere pasar tiempo con una gorda aguada que se atasca de pizza”, decía uno de ellos. Mientras estas notas aparecían en la pantalla, ella comía sin remordimientos un “brownie”.

Antes, en nuestra conversación en Cold Spring, Sole-Smith habló de todas las formas en que cada persona socava su propia salud, por ejemplo, bebiendo alcohol o renunciando al gimnasio. Durante la cena, volvió a surgir la cuestión de la autonomía, de un modo más filosófico. Le pregunté a Sole-Smith qué significaba tomar decisiones poco óptimas sobre la salud personal en nombre de la autonomía cuando otros dependen de ti.

“La salud es un recurso y un privilegio al que mucha gente no tiene acceso”, empezó Sole-Smith. Hay madres que consumen sustancias, madres mayores y madres con problemas de salud congénitos. Ningún padre tiene la obligación de procurar una buena salud y creerlo así “es fundamentalmente una perspectiva muy capacitista”, afirmó.

“¿La salud consiste en que me coma este brócoli para cenar? ¿O es saludable que hoy haya logrado tener unos minutos de conexión con mi hija?”, se preguntó.

c.2024 The New York Times Company