Claudio Echeverri, el “Diablito” que la rompió ante Brasil en el Mundial Sub 17 y se destacó hasta como arquero

Claudio Echeverri festeja uno de los tres goles con la selección Sub 17 ante Brasil, por los cuartos de final del mundial de Indonesia
Claudio Echeverri festeja uno de los tres goles con la selección Sub 17 ante Brasil, por los cuartos de final del mundial de Indonesia - Créditos: @Achmad Ibrahim

Cuentan en Indonesia que el Mundial Sub 17 comenzó a pura frustración para Claudio “Diablito” Echeverri, el capitán del equipo argentino. La selección debutó con una derrota -como la mayor en Qatar 2022- ante Senegal, y el 10 casi no apareció. Tuvo varios tiros libres, su especialidad, y la pelota se fue al cielo del estadio Jalak Harupat. Terminó el encuentro contrariado. Y recibió un mensaje esperanzador: “Tranquilidad. Las cosas van a salir”, le dijeron desde el cuerpo técnico. Los días siguientes fueron fundamentales para que la joya de River procesara la ansiedad del primer partido. Y apareciera en toda su dimensión.

Llegó Japón. Y un gol suyo -de tiro libre, claro- sirvió para decirle al mundo que ahí estaba él, dispuesto a ser el faro futbolístico de una selección que aspira a hacer historia: Argentina nunca llegó a la final de un Mundial Sub 17. Echeverri se disfrazó de Messi, su ídolo, por un ratito. Así como la Pulga acudió al rescate de su equipo contra México en Qatar, el Diablito lo hizo ante los nipones en Indonesia. Sus compañeros lo emularon: el 3-1 sirvió para recuperarse de la derrota inicial. Le siguió un categórico 4-0 a Polonia que garantizó la clasificación a octavos de final. Allí, Venezuela. Y otra vez el capitán, el chico nacido en Resistencia (Chaco), ese nene que deslumbró a todos con una goleada a Juventus cuando apenas tenía 10 años, apareció para inscribir su nombre entre los goleadores argentinos. El equipo iba de mayor y estaba en cuartos de final.

Ahí esperaba Brasil, el clásico, el rival de toda la vida. Un equipo que ya le había ganado dos finales de la categoría a la Argentina, como recordó Diego Placente, el entrenador de esta Sub 17. La tercera no sería la vencida porque Argentina haría el partido perfecto. Y Echeverri anotaría tres goles (un slalom, una aparición a pura gambeta desde la puerta del área y una definición tras un mano a mano con el arquero), se llevaría la pelota y chicanearía a sus rivales con un “¡Sexo!” para graficar de qué se trata esto de ganarle a Brasil en un Mundial. En el fondo, se trata de un chico retraído y centrado, que recién se está haciendo a la idea de lo que genera su nombre en los hinchas de River y de la selección; en los fanáticos del fútbol.

“Yo estoy tranquilo. Hablo mucho con familia sobre este tema, me están pasando muchas cosas y siendo tan chico la verdad que a veces siento mucha presión de la gente. Pero es lo que me toca y tengo que convivir con eso. A veces me estresa o me cansa. Tengo que tratar de convivir con esto que es un montón, pero también estoy bien acompañado por mi familia y los que me rodean. Hay mucha expectativa y estaba un poco bajón por ese tema porque uno se pone a pensar y dice ‘tengo que dar lo mejor para que la gente piense todo lo que se habla de mí'”, había contado el Diablito en abril, durante el Sudamericano de la categoría. Aún no había debutado en River -lo hizo el 22 de junio- ni había tenido este mundial fulgurante. Su nombre está en la agenda de los principales clubes europeos, voraces por talento precoz. Y su contrato con River, vigente hasta fines de 2025, tiene una cláusula de 25 millones de euros.

“Es un jugador realmente diferente”, le dijo a LA NACION Oscar Castellanos, el entrenador de la 2006 de River que asombró a todos en Italia, en 2017, tras el 6-1 a Juventus. Aquel día, el Diablito usó una camiseta con el número 8 que le quedaba grande. Por delante suyo, con la 9, jugó un delantero con colita de pelo largo que se convertiría en su compinche hasta el día de hoy: Agustín Ruberto. “Nosotros, que estábamos en el día a día del club, ya lo conocíamos, pero después de los goles a Juventus cambió todo. Es difícil manejar todo lo que le pasó. Llegó de Chaco y tuvo que afrontar un montón de cosas. Por suerte, vive con su familia desde el primer día y los padres lo cuidaron mucho. Está muy contenido familiarmente y por los psicólogos del club. River ampara muy bien a sus chicos”, agregó Castellanos.

Otro hombre de River que conoce a este crack en ciernes es Gabriel Rodríguez, actual coordinador del fútbol infantil de la entidad. “River tiene un departamento de captación muy extenso y el primero que lo observó en Chaco fue Luis Pereira, quien pasó su informe. Luego viajaron Otermín y Brizuela para verlo. Cuando vino, me gustó su rendimiento, fue muy positivo. Le vi cosas realmente distintas, con destellos de habilidad, calidad y creatividad con solo 10 años”, recordó Rodríguez. Y añadió: “Fue difícil en aquel momento porque no quería separarse de los padres. Así que lo trajimos dos semanas y se quedó en la casa de Sergio Spataro, hasta que hablamos con el presidente Rodolfo D’Onofrio y planteamos su situación. Llegamos a un acuerdo, el club se hizo cargo del alquiler de una casa en Buenos Aires para que pudiera quedarse a entrenar y hasta le consiguió un trabajo a su padre. Es muy difícil el desarraigo de un chico de pueblo que se aleja de sus amigos. Los chicos extrañan mucho, por eso fue un gran gesto de River ”.

Rodríguez vio jugar a Echeverri en la cancha de Parque Chas que lleva el nombre de Javier Pedro Saviola. E hizo un identikit futbolístico del diamante que este viernes le dio la victoria a la selección Sub 17 en el clásico ante Brasil. Contó que la rompió hasta como arquero: “Claudio estuvo con nosotros en el baby de Parque Chas. Y terminaba jugando de arquero porque salía con la pelota dominada desde abajo y apilaba gente de arco a arco. Las condiciones de él siempre fueron diferentes, marcó grandes diferencias. No me gustan mucho las comparaciones, pero tiene cosas de Ortega por su forma de jugar. Puede ser mediapunta o jugador de definición porque se mueve por todo el frente de ataque, no es el típico enganche ”.

Los que observaron su evolución durante los últimos meses aseguran que el Diablito ganó en físico, su talón de Aquiles durante su formación. El talento, innato e innegable, le sirvió siempre para sacarse a los rivales de encima. Ahora se planta de otra manera y no es tan fácil hacerlo a un lado. Claro que una cosa son los Sub 17 del Mundial y otra, distinta, los jugadores curtidos en primera división como Fernando Alarcón (Instituto de Córdoba, 29 años) uno de sus primeros marcadores en la Liga Profesional. “Olé, oléeee, oléee... Diablo, Diablo”, lo recibió la hinchada millonaria cuando el juvenil pisó el césped del Monumental por primera vez. Y una de las órdenes del cuerpo técnico fue clara: “No te hagas pegar”. Demichelis siempre quiso llevarlo de a poco y que el juvenil no quemara etapas. Su Mundial en Indonesia parece indicar que Echeverri explotó. Y será River el equipo que lo disfrute.

“Es un pibe sanito y los padres son humildes y correctos. Ojalá que lo acompañen siempre. Muchas veces los chicos cuando llegan a primera se encuentran con vicisitudes que tienen pros y contras. Pero no hay que apresurar los tiempos de maduración. Él se tiene que fortalecer físicamente y eso se da con el paso del tiempo (...). Pero en primera se achican los espacios y se reciben muchos golpes. Mi sueño es verlo jugar, pero la prioridad de mi trabajo es esa: que lleguen formados a primera”, añadió Rodríguez antes de que Echeverri debutara en primera. Al verlo jugar con la camiseta albiceleste, todos en River se frotan las manos.

—¿Quién es tu ídolo?

—Y Messi…

—¿Jugás parecido?

—Y algo…

El ida y vuelta entre un periodista y un chiquitín Echeverri tiene sus años. La idolatría del 10 de 17 años hacia el de 36 se mantiene. En los próximos días, el Diablito puede emular a Lionel Messi, su faro futbolístico. Está a dos partidos de levantar una Copa del Mundo como capitán de la selección.