El choque de dos mundos para los swifties que ya eran fanáticos del fútbol americano

Travis Kelce y Taylor Swift se besan tras la victoria de los Jefes de Kansas City en el Supertazón en Las Vegas el 11 de febrero de 2024. (Doug Mills/The New York Times)
Travis Kelce y Taylor Swift se besan tras la victoria de los Jefes de Kansas City en el Supertazón en Las Vegas el 11 de febrero de 2024. (Doug Mills/The New York Times)

Emily Calhoun recuerda el momento en que se dio cuenta de que sus dos mundos habían chocado. Eran los primeros días de la temporada 2023 de la NFL y, de repente, su teléfono sonaba sin parar.

“Me llamaron 12 personas”, contó. “‘¡¿Estás viendo esto?!’”.

Calhoun, quien se crio con el fútbol americano de los Broncos de Denver, sin duda estaba viéndolo. Era imposible no percibir la superposición sísmica. Su amor por el fútbol americano se estaba fusionando con su fanatismo por otro fenómeno de la cultura pop: una excantante de country a quien Calhoun, de 38 años, había empezado a amar a principios de la década de 2000.

Obviamente estamos hablando de una de las fusiones más trascendentales de nuestro tiempo, una que unió a dos de las bases de fanáticos más rabiosas del mundo en un impío matrimonio en internet: Taylor Swift y la NFL, a través de su novio, el ala cerrada de los Jefes de Kansas City, Travis Kelce.

Para el grupo de fanáticos como Calhoun, ha sido una superposición alegre y complicada de identidades y algoritmos. Han estado en drafts de ligas de fantasía y en las colas digitales de Ticketmaster. Están en los mismos estadios en una fecha del Eras Tour y en un domingo futbolero de septiembre. Probablemente estén hasta en tus chats grupales de fútbol americano, pues son la sección central del diagrama de Venn que ha animado los deportes estadounidenses durante el último año: swifties que crecieron siendo aficionados acérrimos del fútbol americano.

“Fueron como dos fuerzas de la naturaleza que no deberían tener permitido entrar en contacto”, dijo sobre la colisión el profesor Galen Clavio, quien estudia deportes y redes sociales en la Universidad de Indiana.

En los meses transcurridos desde que inició la relación entre Swift y Kelce, se ha derramado una cantidad considerable de tinta sobre la dinámica de su romance. Hubo indignación porque la estrella del pop supuestamente usurpó un tiempo sustancial de cámara durante las transmisiones de la NFL (en realidad no fue así); el ombliguismo llevó a cuestionar si la relación era una maroma publicitaria, y luego, finalmente, la caída en espiral hacia teorías conspirativas, con las especulaciones de algunos analistas de derecha de que la relación podría ser de alguna manera un plan para apoyar al presidente Joe Biden en las elecciones de 2024.

Sin embargo, en la cobertura se ignoró a los fanáticos mixtos que durante años han amado ambos lados de la unión Kelce-Swift. Es un contingente mayor de lo que uno podría pensar y que quizás ha soportado la carga más complicada y grave de toda la saga.

Algunos se muestran recelosos ante esta colisión de dos mundos. A otros les molesta haberse convertido en mediadores reacios entre amigos y familiares situados en un solo bando. Otros más están encantados de que sus distintas identidades ahora sean atendidas por un único algoritmo.

“No me cansaba de recibir contenido. Sigo sin hartarme de eso”, afirmó Sarah Taylor, de 35 años, una aficionada de toda la vida de las Águilas de Filadelphia que vio las giras Reputation y 1989 de Swift en el Lincoln Financial Field, el mismo estadio donde ha visto jugar a las Águilas.

En el imaginario swiftie, la NFL ha estado tratando de aprovechar todo el poder de Swift, quien ya ha rechazado notoriamente solicitudes para presentarse en el Supertazón. Estas jugadas comerciales de larga duración han hecho que incluso algunos admiradores de Swift a los que les gusta el fútbol americano se muestren escépticos respecto al enfoque de la NFL en la estrella del pop. Las referencias a Swift durante las transmisiones parecían más bien actos de complacencia, irremediablemente destinados a frustrar a los fanáticos del fútbol americano.

Rochelle Hovde, de 25 años, se crio en una familia fanática de los Vikingos de Minnesota. Pese a ser swiftie desde hace mucho tiempo —Hovde, que usa el pronombre elle, recientemente fue a un concierto de la gira Eras—, le frustraba la forma en que la Taylormanía se filtraba en las entrevistas posteriores al juego.

“Me encanta hablar de Taylor, pero también veo las entrevistas para escuchar a los jugadores hablar sobre el partido”, dijo Hovde, quien en algunas ocasiones tuvo que lidiar con comentarios familiares sobre Swift o con la ingenuidad futbolística de amigos swifties, pero por lo demás disfrutaba unir esos dos mundos. Incluso organizó una fiesta para ver el Supertazón con temática de Taylor Swift.

Surgen desafíos de este cruce de mundos, generalmente en menor escala, cuando se entrecruzan grupos en línea, en especial cuando esas comunidades tienen su propio idioma y códigos.

“Quizás envías un mensaje pensando en el público de Taylor Swift, y ahora ese mensaje es visto por un grupo de fanáticos de los Jefes”, dijo William Brady, profesor de psicología que estudia las redes sociales y el comportamiento grupal en la Universidad del Noroeste.

Sin embargo, podrían surgir posibilidades más oscuras y existenciales si la pareja termina su relación. Muchos romances de celebridades han aparecido y desaparecido en la NFL, pero pocos han tenido el poder animador de Swift, cuyos discípulos siempre se han puesto en contra de sus antiguas parejas. Eso será más difícil de lograr si Kelce y sus Jefes definen tus domingos.

Jennifer Barbour, aficionada de los Jefes de toda la vida, no tiene intención de tomar partido en caso de que eso ocurra. “No son mis amigos. No tengo por qué hacerlo”, dijo. No obstante, si se separan, “me interesará escuchar la versión de Swift de su historia de amor y los discos que haga en torno a esa ruptura”, añadió.

Tal vez el mejor escenario al que los fanáticos mixtos pueden aspirar si el romance entre Taylor y Travis llega a su fin, afirmó Clavio, es que la pareja tenga la decencia de hacerlo como la mayoría de las rupturas importantes en el fútbol americano: en secreto, de repente y durante la temporada baja.

Sin embargo, los swifties amantes del fútbol americano disfrutan en gran medida de la afluencia de nuevos aficionados. Calhoun vio la transformación en tiempo real en su liga de fantasía exclusiva para mujeres. Dijo que el grupo tenía 12 años de existencia e incluía a una amiga que no sabía nada de fútbol americano, por lo que solo jugaba por diversión y seleccionaba a los jugadores según su apariencia.

La situación cambió esta temporada: la mujer en cuestión las sorprendió a todas al mencionar estadísticas de jugadores y noticias de intercambios en la conversación.
‌‌
“Dios mío”, recordó haber dicho Calhoun emocionada. “¡Ya eres una fanática del fútbol americano!”.

c.2024 The New York Times Company